Capítulo 03

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CAPÍTULO 03

No me dejes

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Un miedo casi paralizante me golpea cuando sus ojos se empiezan a cerrar. Dejo todo lo demás para un segundo plano, y le hago caso a esa parte de mí que desea salvarlo con desesperación.

Tomo su cuerpo entre mis brazos y lo levanto con todas mis fuerzas. Es liviano de peso, pero además está mojado y tiene el torso desnudo, por lo que se resbala de mi abrazo como si fuera de jabón.

Mi angustia va en aumento.

Por lo menos mi intento acaba de darle un nuevo respiro de aire, de modo que sus párpados se despegan como haber salido de una pesadilla y agita los brazos.

Me abofetea, rasguña y empuja. No consigo sujetarlo de ninguna manera. ¿De dónde saca tanta energía si es tan pequeño?

—Quédate quieto —le pido.

Sus dedos se enredan en mi pelo y tira con fuerza, llevando mi cabeza hacia atrás.

¿A dónde fue el maldito sombrero?

Un codazo en la nariz cuando conduzco la cabeza de vuelta hacia adelante, y tropiezo con la cortina descolgada, cayendo de espaldas en el interior de la bañera, desbordándola.

En medio de la conmoción, unas manos tiran de mí fuera del agua con ferocidad, hasta colocarme en una posición extraña en el suelo.

Sobre las manos y las rodillas, enfoco el calzado negro y deslumbrante que se detiene en frente de mí. Poco después, un peso cae sobre mi espalda, e intuyo que se tratan de los pies de Kim Ji Ho sin la necesidad mirarlo. Apenas puedo resistir sin terminar recostado en el piso.

—Aguanta, no te muevas —dice el que acaba de entrar, pero sus palabras no son para mí. Los brazos y muslos me tiemblan—. Ya está.

Suelto todo el aire que había en mis pulmones. La cuerda cae cerca de mis manos, y aquel que ayudó a descolgar al chico, retira su peso de mi espalda, llevándose el cuerpo tembloroso y jadeante fuera del baño.

Debo parecer un gusano al que acaban de rociarle un insecticida, porque no me puedo levantar.

Una gota de sangre en el suelo y acerco la mano a mi nariz. Contemplo el líquido rojizo impregnado en las yemas de mis dedos con los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

Sangro.

Y todo por culpa de...

—Kim Ji Ho. —Su nombre entre mis labios suena como un bufido. Aun así, no consigo enfadarme. Estuvo a punto de morir.

Al chico que me amó ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora