En lo que tengo de vida, se que soy un viajero y no tengo un tiempo específico para quedarme o no. Lo solía tener pero me rebelé a las autoridades de mi propio planeta porque me acostumbré a la comodidad del planeta tierra. Me fui una vez, después de que mi misión estuviera seleccionada, me cansé de algunas personas y amoríos y regresé a mi planeta. Cuando Ofiuco murió, entre en una crisis. Ofiuco fue el humano que llevé a Mosatopia, o bueno, ese es el nombre que me gusta decir ante los demás.
Cuando Ofi llegó allá convivió algunos días con los demás Zertianos, pero al cabo de una semana, enfermó. Fui idiota al confiar que Ofi podría sobrevivir en un planeta tan helado. Creía que se adaptaría, habíamos llevado varias cosas y medicinas que él podría usar. Estuvo en cama junto a sus gemelos y le daba proteínas y vitaminas líquidas para que resistiera. Con su mirada me decía que ya no podía más pero yo no quería que le pasara nada. Me alarmé cuando su rostro estaba grisáceo, su lengua blanca y no podía mover sus manos, incluso apenas respiraba. La situación de los pequeños era aún peor. Busqué dos Terabones Maxitta, que son unos transportes espaciales inseguros pero rápidos, en los que sólo debía mantener equilibrio y manejar por al menos 20 horas seguidas y dormir unos 10 o 30 minutos. Llevé a Ofi y sus niños a su lado. Los sujeté como pude, soldé a los lados, y traje medicinas, un casco respiratorio, cobijas y un par de cosas más. Llegaría a la tierra en 2 semanas humanas, pero Ofiuco... No aguantó ni tres días y cerró sus ojos para siempre en medio de la nada; sus bebés acompañándolos tristemente a la muerte silenciosa. Me puse a llorar al verlos completamente sin vida y yo sólo en el medio del espacio. Sentí que era el culpable de todo y me odié. Y no sabía que debía hacer. Entonces, en medio de llantos y tratando de no enloquecer, un día volví a la tierra sin advertir a mis amigos de mi llegada y yo, personalmente me encargué de sepultarlos en el bosque. En ese mismo bosque en el que nos encontramos para irnos, cuando le pregunté mil veces si estaba seguro y él sonreía como si fuera que viviría una experiencia espectacular. Una vez todo acabó, pasé un tiempo como un mendigo alrededor de las ciudades, y aunque aún duele, tuve que aceptar que aquel jovencito indefenso ya no estaba más y debía dejarlo ir. ¿Cómo había conocido a Ofi? algún día hablaré de eso, y del porqué siempre quise protegerlo como si fuera mi hermano.
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Dezzhert
Science FictionDatos sobre la historia de un extraterrestre multifacetico y su verdadero propósito.