XXI

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Agarrándose de la cabecera con gesto calculado, SeHun saltó de la cama y escrutó el rostro de JunMyeon con calculada intensidad.

—Empieza por el principio... —dijo SeHun entonces—. Acabas de decir que Sooman se negaba a ayudar a heechul.

JunMyeon reprimió las ganas de volver a golpear el rostro de SeHun.

—Como debes saber, Sooman es una persona que no da nada a cambio de nada. Dijo que no le importaba en absoluto si mi padre heechul moría o no. Desgraciadamente necesitábamos el dinero de mi abuelo para pagar sus deudas y pudiera ir a rehabilitación. —conto JunMyeon sintiendo la tristeza de años—. ¡El precio que mi abuelo pidió a cambio fue que me casara contigo!

—No lo sabía... ¡Te juro que no lo sabía! —el rostro de SeHun se contrajo en un gesto de lástima—. ¿Por qué no me dijiste nunca que te estaba presionando de esa manera?

Ahora fue JunMyeon el que se sorprendió.

—¿En serio que no lo sabías? —interrogo JunMyeon.

—¿Y cómo iba a saberlo si nadie se molestó en decírmelo? —dijo SeHun enfurecido.

—Tampoco lo preguntaste... Simplemente asumí que lo sabías... Lo que quiero decir es que, por ejemplo, yo sabía que tu familia tenía problemas económicos, pero tú tampoco hablaste de eso conmigo y, bueno... quizá yo tenía tan pocas ganas como tú de hablar de mis problemas. —protestó JunMyeon.

—Sabía que tu padre heechul había tenido problemas con la bebida en el pasado, pero cuando lo conocí era casi un invalido y había dejado de beber. —razono SeHun—. No podía saber que sus problemas habían sido tan recientes o que Sooman no se había ocupado de él antes de nuestro matrimonio.

—Mi abuelo despreciaba a Heechul. Lo único que nos dio la familia de mi padre Hangeng fue el derecho a vivir en la granja. No me entiendas mal... con el tiempo me he sentido muy agradecido por ello. —a JunMyeon le parecía inaudito que SeHun hubiera podido ignorar los verdaderos motivos del matrimonio durante tanto tiempo, pero ahora que el malentendido se había deshecho, la sensatez habitual de JunMyeon dio paso a un ataque de rabia—. Espera un momento... entonces, ¿creías que yo estaba tan seducido por tus encantos, que estaba dispuesto a aprovechar la primera oportunidad que tuviese para casarme contigo?

SeHun estaba tan paralizado por el descubrimiento que, por un momento, se sintió víctima de las circunstancias igual que se había sentido el día de su matrimonio.

—No... sí. —asintió SeHun avergonzado y dolido—. ¿Qué otra cosa podía pensar?

—Así que, en el fondo, pensaste que mi abuelo me había comprado un marido. —JunMyeon perdió el color en el rostro, humillado, era como se sentía—. ¡Que estaba tan desesperado que te aceptaría fuesen cuales fuesen las condiciones!

—Necesito una ducha, mi amor. —susurro SeHun preso del pánico.

Por primera vez en su vida, SeHun comprendió que la retirada era la mejor estrategia. Había creído precisamente aquello de lo que JunMyeon le acusaba y eso le había llenado de desprecio por JunMyeon hace tiempo. Después de todo, el más cínico de sus parientes le había felicitado por su buena suerte al haber encontrado a un heredero rico. SeHun se había sentido herido en el orgullo porque, le gustara o no, JunMyeon era el único que, por aquel entonces, tenía el poder de salvar a su familia de la pobreza. Más tarde había llegado a perdonar a JunMyeon por ello, ya que siempre había creído que, al fin y al cabo, JunMyeon estaba enamorado de él. Lo había dado completamente por sentado.

Pero ahora se encontraba con que la realidad no era como SeHun creía y se sentía como en el epicentro de un terremoto. Le habría gustado acabar con Sooman por haber tratado a JunMyeon con tanta crueldad, pero de pronto se dio cuenta de que él mismo había empleado una crueldad parecida a la hora de negarle el divorcio. ¿Lo había amado JunMyeon alguna vez? ¿0 tan sólo había sido un caso de encariñamiento adolescente, como JunMyeon afirmaba? «Después de todo lo que he descubierto sobre nuestro matrimonio, lo más decente sería concederle a JunMyeon la libertad», pensó SeHun. Sus poderosas manos se cerraron en puños. «¡Me importa un bledo la decencia!» , se corrigió. «¡ No me importa si está enamorado de Park Chanyeol" Ya lo superará: ¡al fin y al cabo, su marido-soy yo!».

Lágrimas furiosas se acumulaban bajo los párpados de JunMyeon. ¿Cómo era posible que SeHun se hubiera atrevido a creer que él era tan patético? ¿Cómo se había atrevido a pensar que estaba tan loco por él como para aceptar un matrimonio de conveniencia? Una vez más, se veía obligado a admitir lo poco que ambos conocían el uno del otro. Los dos se habían comportado de un modo tan orgulloso, que se habían negado a bajar sus defensas para averiguar lo que pensaba realmente su cónyuge.

Cuando se casaron, estaban haciendo reformas en el apartamento de SeHun y se habían visto obligados a vivir durante un tiempo en casa de los padres de SeHun. Habían dormido en habitaciones separadas, pared contra pared, separados por una puerta cerrada. Rodeada por la fría y distante familia de SeHun, JunMyeon se había sentido más aislado y miserable que nunca. Al cabo de unas semanas, utilizó la mala salud de su padre heechul como excusa para abandonar a SeHun. Y desde luego, una luna de miel hubiera supuesto algún cambio en aquel entonces.

¿Iba a dejar ahora que el orgullo le impidiese introducir un cambio en su matrimonio? ¿No debería sentirse agradecido por que SeHun quisiera pasar un tiempo a solas con él? De repente, vio muy claro que era su actitud negativa lo que estaba empeorando las cosas y, deprimido se levantó de la cama. Por un momento sintió un mareo y se preguntó si se había levantado demasiado rápido. Al oír que dejaba de correr el agua de la ducha, JunMyeon agarró la camisa que SeHun había dejado en el suelo y se la puso. Olía a él, aunque también se apreciaba un toque del perfume que solía utilizar: una fragancia que le resultaba increíblemente familiar y que aspiró con toda la fuerza de sus pulmones. Al momento, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se ruborizó.

—¿SeHun...? —preguntó JunMyeon desde la puerta del enorme baño.

No había vuelto a ver el baño desde la primera visita a la casa y, al entrar en él, no pudo dar crédito a sus ojos. Todavía se podía apreciar la decoración victoriana en una mitad del cuarto de baño, pero en la otra mitad habían instalado una ducha de hidromasaje y estaba reformada siguiendo un estilo muy moderno de decoración.

—Dios mío...

—Esta es mi parte del baño y esta otra, es tuyo. —SeHun se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su mano—. Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna idea mejor.

JunMyeon no pudo apartar los ojos de él. Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua deslizándose por su pecho, SeHun tenía un aspecto que la dejó sin aliento.

—He estado pensando,... quiero decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel,. —masculló JunMyeon—. Creo que antes reaccioné de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupado por el refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que quizá no debería preocuparme tanto.

—Exacto. No deberías preocuparte en absoluto conejito. —confirmó SeHun—. Estás tan precioso vestido solo con mi camisa que me entran ganas de arrancártela.

SeHun le dio la mano a JunMyeon y se acercó a él. JunMyeon empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirlo a su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de SeHun le desabotonaban la camisa. JunMyeon tragó saliva. Sentía fuego en el cuerpo, y su deseo era tan desesperado que apenas le llevó un segundo tomar la decisión. Asintió con la cabeza.

Todo ocurrió en un instante: el frenesí con el que SeHun le quito la camisa, el murmullo excitado cuando sus pieles se encontraron, y el rápido embate con el que SeHun entró en el interior de JunMyeon. Sus gritos de placer resonaron por el baño.

SeHun lo penetró con fuerza, deslizándolo sobre la fría superficie de mármol mientras le clavaba los dedos en el trasero. JunMyeon gimió y cruzó los tobillos sobre la deliciosa curva en la que la espalda de SeHun se encontraba con el trasero.

—Ahh... si. —murmuró JunMyeon urgiéndole mientras SeHun entraba y salía de su cuerpo con frenesí.

JunMyeon alcanzó el clímax y echó la cabeza hacia atrás con un grito, perdiéndose en los destellos de luz que le ardían detrás de los ojos. JunMyeon sintió cómo SeHun se derramaba en su interior soltando un gruñido de satisfacción. 

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siento que este fic sera toxico 

ENTRE DINASTIAS -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora