Capítulo I

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Capítulo I

La tierra, aquella esfera que era nuestro hogar ya no nos pertenecía, pues había sido despojada de su centro gravitatorio para viajar en torno al espacio. Por razones indefinidas la tierra dejó de rotar alrededor del sol, y se desplazó por todo el universo, acabando así con toda la vida que poseía y siendo absorbida por puente del espacio tiempo, dejando a aquel planeta solo en la deriva. Para cuando decidió detenerse quedó muy lejos del sol y relativamente cerca de VY Canis Mayoris, la estrella que ahora despliegaba luz sobre ella.

Pero no se quedó sola, sino que procreó otro centro de vida. Así es, la tierra ya no era como la conocían, ella misma decidió seguir siendo habitada. Pronto, otros seres vivos empezaron a brotar de ella, y a pesar de haber un aire un tanto tóxico, ellos se adaptaron fácilmente, adquiriendo habilidades mayores para sobrevivir y actualmente ellos acompañan la tierra que ahora giraba bajo su propio eje y que brillaba por las estrellas que le quedaban lejanas.

Actualmente poseía un solo continente llamado Berín dividido en cinco lugares: Merfis (al norte), Kanun (al sur), Canista (al oeste), Jenedis (al este) y Axbell ( en el centro).

Axbell debido a su ubicación producía plata, el material con el que se hacen casas, justo en medio de árboles, haciéndolo el lugar más rico y productivo. Su gobernador, el "Supremo Seokjin A1" era quien velaba por el equilibrio y la paz en Veneda, él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa si alguien amenazaba la paz, aunque por supuesto no existía la necesidad de castigo, ya que los venedos eran seres pacíficos.

La vida en la tierra parecía casi perfecta, nadie había dejado de existir por causas naturales, ni padecían enfermedades desde que aquel planeta había adquirido esa nueva posición hace alrededor de cuatrocientos años. El único problema era que debido a la zona en la que estaba ubicado, eran frecuentados por meteoritos, por esto se había creado una capa que cubría la tierra cuando caían aquellos, una capa que apenas podía alcanzar a protegerlos, pues cada cierto tiempo tenían que reconstruirla.

—Señor, se acerca una lluvia de meteoritos —dijo Miyeon, la mano derecha de Seokjin. Ella era la única mujer de la tierra con el cabello rojo, poseedora de una belleza extraordinaria, unos ojos morados y una piel brillante y pálida.

—Pongan la capa y manden la alerta —solicitó Seokjin, quien tenía unos ojos grises a juego con su cabello blanco.

—Recibido —dijo la palabra que más estaba acostumbrada a decir, ella hacía todo lo que el supremo encomendara.

"Alcen la capa y manden la alerta" —Miyeon habló por telepatía a William, el encargado de la seguridad cuando se acercaban los meteoritos.

La telepatía era una de las habilidades que habían desarrollado los nuevos habitantes de la tierra, llamada ahora "Veneda", y los humanos ahora llamados, "Venedos".

La alerta, era un sonido parecido a un pitido constante que se emitía mentalmente, se mandaba a un rango de algunos diez que tuvieran el don de transmitir y estos a su vez lo enviaban a más venedos, hasta que el mensaje era recibido por todas la mentes de Veneda. Pero para los venedos, aquella alerta, era el sonido más horrible que pudieran escuchar.

Pronto las luz se volvió oscura, el panorama se parecía a lo que antes era "el fin del mundo", solo que para ellos era lo mismo de siempre.

Todos dejaron sus labores para emprender a correr, era eso o no existir. Gritos empezaron a llenar toda la estancia. Para Taehyung, un chico común, era muy difícil ponerse a salvo pues en ese instante se encontraba arriba de uno de los árboles más grandes del territorio. Él, a veces subía para poder plasmar en sus ojos el paisaje Venedario.

Taehyung empezó a desesperarse, sabía que tenía que bajar muy despacio para no caerse pero el grito angustiado de las personas que corrían desesperadamente no le era de ayuda para mantener el equilibrio y la calma, sentía que estaba a punto de caer.

Algunos venedos eran bendecidos con habilidades para trepar, correr, saltar muy alto, y comunicarse telepáticamente, sólo tenían que pensar en la persona con quien querían hablar y serían escuchados. Pero por desgracia él no poseía ninguna de estas habilidades, su poder se limitaba a la fuerza y nada más.

—¿Qué haces ahí Taehyung? —Preguntó la voz angustiada de su conocido, Jimin, dueño de unos ojos morados y un cabello gris a juego con su piel brillosa casi del mismo color.

—Estaba a punto de bajar —expresó en tono molesto.

—¡Baja ya entonces! —gritó el peli gris desesperado, al ver que la alerta se hacía constante y la luz se ponía más opaca.

Una vez el chico bajó, empezaron a correr juntos. A pesar de la capa que cubría a toda Veneda, algunos pedazos de meteoritos la atravesaban, por eso tenían que esconderse bajo cuevas especialmente preparadas.

La lluvia de meteoritos empezó a arrasar contra la capa mientras ellos aún corrían. El sonido que producían dichos choques era desgarrador. Sus corazones empezaron a latir rápidamente, sentían que en ese mismo día se acabaría su existencia.

—Siento...ponerte en esta situación —dijo Taehyung disminuyendo el paso debido al cansancio.

—Siempre he pensado que eres muy raro, nadie se disculpa por las acciones que cometen los demás —dijo Jimin con leve admiración por su actitud. Pero justo antes de que el joven pudiera responder, un pedazo de meteorito impactó en el suelo, haciendo que se quebrara y al poco tiempo, se abriera, más cerca de Taehyung que de Jimin, lo que causó que el primero cayera por la abertura y el segundo se quedara gritando su nombre con angustia. Pero después de varios minutos de llamado y al ver que no era el único pedazo que arrasaba a su paso, decidió dejar todo atrás y echar a correr hasta llegar al refugio.

—¡Jimin! ¿Dónde estabas? —exclamó Yerin alarmada. Ella tenía los ojos rosados claros al igual que su cabello, y su piel era ligeramente crema. Sentía la necesidad de estar siempre con Jimin, pero no podía explicar por qué. El traslado de la tierra no solo le había arrebatado la vida a los humanos sino que se había llevado todo rastro de amor sincero, ellos no conocían ni siquiera lo que era un abrazo, y mucho menos un beso, por esa razón no se reproducían nunca, lo que significaba la pronta extinción de los venedos si la lluvia de meteoritos se seguía llevando vidas.

—¿Dónde está Taehyung? —preguntó Hoseok, otro conocido de ellos.

—Taehyung...él...—entonces algo que Jimin nunca había sentido ocurrió, era como un vacío, sentía que algo tiraba de su pecho —creo que él...ya no existe.

—¡¿Qué?! —preguntaron Hoseok y Yerin al unísono.

—Él se cayó por una abertura... —respondió Jimin con la mirada perdida.

—No puede ser...lo llamaré por telepatía —dijo Yerin con determinación.

"Taehyung, responde Taehyung ¿Estás ahí?"

—No responde —dijo Yerin solo para confirmar la teoría de Jimin —lo siento chicos, creo que ya no existe...

Así que en medio de la angustia y junto a más personas, a oscuras y en penumbras, tuvieron que aguardar hasta que la lluvia de meteoritos acabara, cuando aquel no era ni el menor de sus problemas...

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¡Bienvenidos! Gracias por darle una oportunidad a esta historia.

Espero que les guste, sé que empieza simple, pero hay más sorpresas guardadas, espero que se queden para descubrirlas. 

Sinceramente a mi me hace mucha ilusión que conozcan esta historia, así sea una adaptación del Taekook.

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