Idiota

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Me desperté sintiéndome de maravilla. Con un dolor de espalda que te cagas, pero de maravilla.

Recapitulemos: Ayer llegué a Viena en un autobús algo cutre. Quiero decir, prefiero una furgoneta algo más práctica a un jodido autobús de olor rancio. Sobre todo porque tan solo servía para llevarme de evento a hotel, y viceversa. Decidí levantarme para ir a explorar este sitio. Antes de salir al pasillo, recordé que estaba en bóxers azules, aparte de que había periodistas pululando por los alrededores.

Esto significaba que no solamente debía ducharme y vestirme, sino que me tendría que maquillar un poquito. Normalmente nunca lo hago, así que me bastaba con la recientemente descubierta base de maquillaje y algo de colonia de olor sexy.

Entré al enorme baño color crema. Giré sobre mi mismo para mirar a mi alrededor. Este sitio molaba bastante: pegados a la pared izquierda, había una encimera con dos lavabos de aspecto caro. Al fondo, una bañera vintage con patas plateadas prácticamente me ordenaba que me diera un relajante baño.

Pero no tenía tiempo, así que el moderno plato de ducha de la pared derecha parecía mi mejor opción. Encendí el agua, y me estiré mientras la oía caer, calentándose lentamente.

Terminando de desperezarme, me puse a buscar el jabón y el champú por todos lados. Como soy idiota y era por la mañana, no logré percatarme de que estaban encima de la encimera del baño. Antes de cogerlos para ir directo a la ducha que me esperaba con aire impaciente, me tomé mi tiempo para mirarme al espejo.

Que sea idiota no implica que no pueda ser algo engreído. Consciente de la sonrisita que se había dibujado en mi rostro, admiré mis pálidos abdominales, mi musculoso costado; marcado con algún rastro morado pálido de algún que otro moratón provocado por los ensayos y por mi torpeza. Aquellas marcas ni siquiera me molestaban, las personas pálidas tienden a ser propensas a los moratones. Me peiné el desordenado pelo hacia atrás y observé detenidamente las pequeñas ojeras que se habían formado debajo de mis ojos verdes. Otra de las desventajas de ser bastante pálido. Aún así, sonreí radiantemente a la imagen que se mostraba delante mía.

- I'll gotta rapapap with you tonight.- Eso es lo que se supone que debería decir a mis fans ante las cámaras. No me hacía la más mínima gracia decírselo a alguien que no sea yo, pero todo lo sea por mojar alguna que otras bragas. O calzoncillo. Y porque me pagan. Justo lo suficiente como para no hacer el idiota (porque mira que en ocasiones puedo llegar a ser estúpido) más de lo necesario en todo el fin de semana.

Sacudiendo la cabeza, me quité la ropa interior y me puse debajo de la ducha. Minutos después, salí de ahí, me había olvidado el jabón y el champú en la encimera. Mientras me lavaba el pelo, descubrí con agrado que olía a mango y a algo parecido a la pimienta.

Olía pretenciosamente sexy. Terminé de ducharme y me vestí como cualquier otra persona: pantalones de mezclilla y camiseta azul marino. En base a que ya olía bastante bien, decidí no echarme ni una gota de mi amada colonia Armani, así que me apliqué algo de base y salí de allí.

LoïcWhere stories live. Discover now