Broma

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El reposo de la herida de bala fue mucho más doloroso de lo que me imaginé. No sabía que dolería tanto a la hora de toser, reír e incluso al caminar; además de todos los cuidados que se deben tener para que no se infectara la herida. Conforme pasaron las semanas, el dolor iba desapareciendo de mi cuerpo. Ahora solo me quedan las pesadillas de aquel día, y la pequeña cicatriz en mi vientre. Dereck ha sido de gran ayuda para ir sacando esa escena de mi cabeza, y por más que trate de dejar en el olvido, se me hace imposible con solo las horrendas pesadillas que me dominan en las noches.

La relación con Dereck va muy bien, sin embargo, aún no hemos hablado de lo que somos en el ahora. A veces me da uno que otro beso, y otras simplemente son besos fugaces en la cabeza. Quiero creer que su comportamiento extraño, se debe a que la colección está apunto de lanzarse y no porque esa Karina se ha inmiscuido demasiado en nuestras vidas. Si, es su secretaria, pero de boba no tengo un pelo, y Dereck es un jefe que cualquiera desearía echarse a la muela.

—¿Qué haces aquí? Por qué no estas descansando— reprendió la Sra. Esther entrando en la cocina.

—Estoy cansada de estar acostada, además que no estoy haciendo ningún esfuerzo demás — corté la zanahoria en rodajas —. No quiero seguir sin hacer nada. Me gusta mantenerme activa.

—No creo que a Dereck le agrade la idea de que estés cocinado. Macarena es la que se ocupa de ello.

—Bueno, pues no creo que a Macarena le importe que una pequeña revoltosa se meta en su cocina — sonrió ladeado —. Le estoy ayudando mientras ella va al mercado con la Sra. Elena.

—¿Y dónde está mi pequeño?.

—Está dormido — saqué el monitor del bolsillo y encendí la pequeña pantalla que esta incrustada en la pared, Dante está profundamente dormido —. Estos aparatos son muy útiles.

—En eso tienes mucha razón — seguí cortando las demás verduras para el arroz con vegetales que tengo pensado hacer —. ¿Qué estas cocinando?.

—Arroz con vegetales acompañado de una carne en sus jugos, era el favorito de mi abuela — eché la zanahoria a cocinar con los demás vegetales —. Me enseñó a preparar muchos platos, entre ellos, comida criolla; y puedo dar fe, que es lo más delicioso que he comido en mi vida.

—Y yo pensando que lo más delicioso que te habías comido era a este hombre — el oír la voz de Dereck por el monitor me sobresaltó de inmediato —. Como que ya va siendo hora que pruebes de mi carne de nuevo, Wilson. Ya sabes, por si se te ha olvidado el sabor...

—¡Cállate, idiota! — escuchar la risa de su madre me subió los colores al rostro. ¿Acaso no le da vergüenza decir ese tipo de cosas? —. Lo siento....

—¿Lo quieres sentir, Wilson? — debo estar más roja que el tomate que tengo en mis manos —. Te veo en cinco en la parte de atrás, Wilson, cambio y fuera...

Presioné los labios con fuerza y dejé ir la vergüenza para darle cara a la Sra. Esther, quien, con una sonrisa en sus labios, negó con la cabeza. Reí nerviosa.

—Mas siento vergüenza yo de mi hijo, esos no son los modales que le enseñé a ese niño mal educado, pero ya me escuchará — se me hace curioso que ella trate a sus tres hijos, como si aun fueran niños —. Ve con él antes de que diga cualquier otra barbaridad, yo estaré al pendiente de la comida en lo que regresas.

—Una disculpa, Sra. Esther. No tiene la culpa de que su hijo sea un diablo — rió risueña —. Ya regreso.

Caminé ligero hasta llegar a la parte trasera de la casa. No sé qué demonios se trae entre manos, pero esos juegos que ha estado utilizando en mi contra frente a todos en la casa, me tienen cansada. Bastante trabajo tiene como para que aun le quede algo de tiempo para molestarme.

—¿Dereck? — entré en el cuarto en el cual ha estado trabajando en los diseños de la colección, pero al ver a Karina, la cólera se me subió a la cabeza.

—Jane, que bueno que viniste — sonreí forzado y caminó hacia varios rollos de tela amontonados en un rincón —. El Sr. Cooper quiere me ayudes con el recuento de tela...

—¿Disculpa? — parpadeé incrédula —. ¿No es ese tu trabajo? Por ello te pagan, ¿no?.

—Oh, por supuesto que sí, pero él me ha dicho que eres rápida y a mi me ha costado hacerlo.

—Es increíble — resoplé —. Ni que no supieras contar un par de telas, anotarlos en la tableta y darle a la calculadora haciendo una simple suma de todo — frunció el ceño ligeramente, cómo que no le gustó mi comentario —. Además, este conteo de tela se hace en el almacén de la empresa, no aquí donde están trabajando en los diseños. Se cuenta una vez se acabe con la línea de producción, y toda la tela sobrante se envía a reserva para las colecciones de temporadas bajas. ¿Sabes cuánto tiempo acarrea hacer ese trabajo? Te pueden llevar días haciéndolo.

—¿Qué está pasando aquí? — preguntó a mis espaldas y me giré para encararlo, su sonrisa maliciosa me irrita mucho más.

—¿Para esto me hiciste venir hasta aquí? Para hacerle el trabajo a tu empleada, pues págame y con mucho gusto me pongo manos a la obra. Por otro lado, ¿no que era muy eficaz la chica? Estabas halagándola mucho y no veo nada sorpréndete que haga.

—Wilson, con más respeto — sonrió tranquilo —. Estas poniendo en tela de juicio las habilidades de Karina, muy mal de tu parte.

—Vete al diablo, Dereck — salí del cuarto y me detuvo en medio del pasillo —. Mañana me iré de tu casa, Dereck. De hecho, tengo mucho trabajo atrasado en Carolina Del Norte...

—No te vas a ir, ni mucho menos te vas a llevar a mi hijo.

—Tampoco lo voy dejar aquí — nos quedamos en silencio mientras Karina cruzó por nuestro lado hacia el interior de la casa —. Ve y enséñale a hacer un buen trabajo a tu secretaria, en lugar de estar hinchándome los ovarios con tus estúpidos comentarios.


—Andamos de mal humor, ¿eh? — bufé zafándome de su agarre —. No te he dicho por lo que te hice venir, Wilson. Deja los celos muy en lo profundo de ti, mi mapachita — me tomó del mentón con dos dedos y sonrió descarado —. Ponte bien hermosa con el vestido que he hecho para ti, y te espero en treinta minutos en el auto. Tengo una propuesta muy importante que hacerte. Baja el mal humor, que Karina solo se prestó para una broma — me dejó un pequeño beso en los labios y se marchó dejándome hecha un ocho.

Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora