Sin querer él me había dado la mejor muestra del error que estaba a punto de cometer y en el fondo se lo agradecía porque me había aclarado el panorama.
Era jueves por la noche y Amelia me había invitado al club, Sebastián me aseguró que podría ir sin problemas así que acepté.
Esa noche elegí usar un vestido negro que había comprado con la intención de lucirlo en Medianoche pero que a causa de una discusión con David nunca pude estrenar. Lo había metido en mi equipaje prometiéndome usarlo cuando visitara Despertar y esa noche era el momento indicado.
La tela sintética se me ajustaba como guante al cuerpo resaltando con descaro mis curvas. Me había atado el cabello en una cola de caballo y había maquillado mi pálido rostro de manera adecuada. Mis ojos delineados de negros, mis labios pintados de rojo y unos tacones de aguja que me hacían sentir maravillosa.
Miré mi teléfono por milésima vez y aunque quise leer los 10 mensajes que Andrés había enviado, me había prometido no hacerlo, no ese día.
Solo observé el texto que había enviado Amelia asegurándome que ya estaban en el club.
Mis manos se movían inquietas dejando relucir mi nerviosismo y aunque no iba a admitirlo, sabía que la razón era la idea de que Andrés estuviera esa noche en su club.
—¡Que te den, tío! —gruñí al pensar en él.
El taxista me miró por su retrovisor y avergonzada observé el recorrido del coche a través de la aplicación. Me di cuenta de que estaba a una calle de allí así que cerré los ojos y respiré profundo por algunos minutos hasta que el auto se detuvo en la entrada y bajé el vidrio para sonreírle al hombre de la entrada y este nos dejó seguir.
Cuando el auto se detuvo, pagué el servicio y bajé. Mientras acomodaba mi vestido observé la entrada del club con cautela y mis nervios se calmaron un poco al no ver a Andrés.
La idea de que estuviera al tanto de mis intenciones de ir no era tan descabellada teniendo en cuenta que Amelia lo sabía, pero quizá él había entendido que no tenía ganas de escuchar sus tontas excusas.
Dispuesta a pasármela bien, llegué la recepción y una mujer pequeña de cabello cobrizo me sonrió.
—Hola...—la saludé al estar frente a ella.
—Buenas noches, mi nombre es Sil... Bienvenida a Despertar —le sonreí a su formalidad— ¿es su primera vez aquí?
—Sí, pero he sido invitada...
—De acuerdo, me dice su nombre, por favor.
—Anabelle Mondedeu...
La pequeña mujer tecleó mi nombre en su ordenador y luego sonrió.
—Sí, aquí está —susurró entusiasmada— deme un segundo, por favor.
Ella se giró en busca de algo y la observé abriendo unos cajones, tomo un par de cosas y luego volvió frente a mí.
Sil abrió una pequeña caja negra y empujó hacia mí una tarjeta magnética con el nombre del club en color dorado.
—El jefe me pidió que le entregara su tarjeta de socio V.I.P
—¿V. I. P? —repetí tomando la tarjeta entre mis dedos.
—Sí, formalmente es socia preferencial del club, señorita Modedeu... ¡Bienvenida!
—Vale, gracias entonces —respondí aun asombrada— pero dime Anna, por favor.
—Bueno, si así se sentirá más cómoda...—respondió la joven del otro lado de la recepción— ¿Qué color de pulsera quiere usar?

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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...