𝕊𝕠𝕝𝕖𝕕𝕒𝕕 𝕡𝕒𝕣𝕔𝕚𝕒𝕝𝕞𝕖𝕟𝕥𝕖 𝕡𝕒𝕔𝕚𝕗𝕚𝕔𝕒

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¿Cómo podría ser mejor?

Eso se preguntaba Shrek al estar recostado sobre su enorme sofá mientras masticaba unas ancas de rana secas.

Pensaba en lo plácido y feliz que era vivir solo en su territorio pantanoso. A pesar de la soledad, por los problemas que causaba su apariencia era mejor vivir en soledad, aquello lo hacía vivir con tranquilidad.

A veces pensaba o se preguntaba cómo sería tener amigos, incluso, una pareja a quien abrazar.

Pero esos pensamientos se esfumaban cuando pensaba en la forma en la que los demás lo trataban al ver que era un enorme ogro.

Trataba de no darle mucha importancia al pensar en ello, por lo menos, los campesinos de los pueblos cercanos habían dejado de buscarle para cazarlo.

Antes le daban caza como si se tratara de un animal sarnoso que destrozaba su ganado o su pastizal. A pesar de que la realidad era que sólo de vez en cuando se comía a algún ladrón o cazaba animales, pero nunca tomaba cosas que no eran suyas.

Aún así, le sorprendía la lejanía de los cazadores y se preguntaba porque se habían detenido en su caza.

Tal vez, algo había sucedido, pensó. Intentaba no darle importancia al igual que las demás cosas en su vida. Aunque no podía convencer a su cabeza de preguntarse algunas cosas.

¿Qué había sucedido?.

No sabía lo que sucedía en el mundo con los personajes de cuentos de hadas y los reyes de los reinos cercanos.

No sabía lo afortunado que era vivir en la ignorancia y lejano de toda esa ambición humana.

Hoy, se encontraba paseando en el bosque, estaba en búsqueda de algún animal o insectos para la cena.

De vez en cuando se encontraba con los letreros de advertencia que él mismo había hecho.

Suspiraba cada vez que encontraba alguno de ellos.

Ya no servirían de mucho si los cazadores no regresaban. Pensó, que tal vez, lo mejor sería quitarlos, lo haría después del desayuno del día siguiente.

Pero, de repente comenzó a sentir una repentina rabia que explotó.

Soltó un fuerte gruñido para comenzar a romper aquellos letreros con sus enormes puños, destrozándolos, haciendo que las tablas se fracturaran y despedazaran en varios pedazos que volaron a su alrededor.

A pesar de que disfrutaba su soledad, pensaba en que por lo menos está era una excusa para poder ver a alguien más que no fuese a sí mismo.

Aunque básicamente era lo mismo, lo insultaban tanto como él mismo lo hacía consigo. No había mucho que defender, solamente su vida necesitaba de su defensa, aunque realmente sería casi imposible arrebatársela.

Estaba tan concentrado en romperlos con sus puños, que dió un salto cuando sintió cómo algo se golpeaba contra él.

— ¡Ay! —

Se giró con rapidez, sorprendido y confundido, bajó la mirada y se encontró con un burro que lo veía estupefacto al recuperarse del mareo que le provocó el choque.

Había chocado contra él, venía a gran velocidad, huía de alguien, eso estaba claro.

Escuchó unas voces, no eran para nada familiares. Rápidamente los divisó al elevar la mirada, entonces los vió, unos soldados con plateadas armaduras que estaban agotados por la persecución.

Se frenaron al verlo, incluso se silenciaron al sentirse aterrados por su presencia.

Shrek se colocó una mano a la cintura y arqueó una ceja, ¿Qué demonios hacían unos caballeros en sus tierras? No eran bienvenidos.

Omega de PantanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora