Lo Hice Porque No Había Una

CAPITULO 2: El experto en sueños de la infancia

Tras recibir el consentimiento de Kaburagi-san, me dirigí inmediatamente a su mansión en el distrito de Mejirodai, en el sector de Bunkyo, en Tokio, con mi bolso, que contenía las notas experimentales que guardaba sobre mi psicoquinesis y una botella de agua de plástico. Usé mi motocicleta. A pesar de que podría haber ido *byun* y llegar allí en menos de un minuto usando psicoquinesis, decidí no hacerlo. Habría sobresalido demasiado.

Puedo crear una [Barrera] negra alrededor de mi cuerpo para bloquear la luz y ocultar mi verdadera identidad y volverme inidentificable, pero naturalmente destacaría porque al ser todo negro me haría ver como uno de esos villanos de mierda de ese manga del detective (NTI: Aparentemente una referencia a un personaje de Conan el detective). La gente no perderá tiempo en presentar una denuncia si una persona sospechosa como esa se mueve a gran velocidad a través de la psicoquinesis a plena luz del día. Así que acelero el motor, *pon-poko*, de mi favorita Super Cub y, mientras obedezco el límite de velocidad, conduzco por la ciudad sin incidentes. Acabo de recordar que necesito comprar arroz y miso de camino a casa. A~, esta forma de moverse me agota.

Kaburagi-san dijo que la gente que tiene superpoderes no debería usarlos para moverse por las calles aunque no pueda ver su apariencia. Ella predice que a pesar de que hay una serie de rascacielos que inundan Tokio, saltando con estilo desde el techo de un edificio, te vuelves bastante llamativo, especialmente durante el día, y eres completamente visible para alguien que sólo mira por la ventana. Parece ser un asunto serio. Como no tengo conexiones con la prensa, el gobierno o la policía, no puedo ser descuidado. De lo contrario, conduciría un intenso y excesivamente sensacional «super deportivo » o volaría en un plano de despegue vertical con forma de calamar. Pensemos también en añadir gradualmente tales cosas.

Me llevó 30 minutos llegar a la casa de Kaburagi-san en motocicleta. Nunca he venido aquí en persona, pero conozco cada rincón y cada grieta. Cuando presioné el botón del intercomunicador, la respuesta fue la voz de la criada,

«Sí. Esta es la residencia Kaburagi. ¿Puedo preguntar quién llama?»

«Me puse en contacto con Kaburagi-san hace un rato, me llamo Sago.»

Consideré si decir o no que tenía superpoderes, pero me contuve. Seguiré con la idea de revelar mi verdadera identidad sólo a Kaburagi-san. Tendrá que mantenerse en secreto para la criada. Después de una pausa, la criada respondió,

«Sago-sama, ¿verdad? Me han hablado de usted por ojousama. Por favor, pase.»

Huh, ella realmente dijo 'ojousama'. ¿Estoy realmente todavía en el Japón moderno? Estaba solo y la tensión aumentaba cuando la puerta de hierro fundido que tenía delante se abría automáticamente. La puerta debe estar equipada con un dispositivo eléctrico de apertura/cierre de alta tecnología. No me desagradan los estilos que cuestan dinero como éste. Entro en el jardín delantero – hay hermosas flores de temporada que se recortan con cuidado y que son entregadas por un proveedor una vez a la semana – y golpeo la aldaba en forma de león en la entrada principal. La puerta se abrió inmediatamente.

«Bienvenido a mi casa, Sago-san. Soy la cabeza de la familia Kaburagi, Kaburagi Shiori. Por favor, entra».

Diciéndolo así, Kaburagi-san pellizcó la falda de su vestido con ambas manos, la levantó ligeramente y bajó la cabeza. Su cabello negro brillante tiene ondas suaves y fluye suavemente hasta la cintura. Su forma y sus gestos eran como los de una actriz de teatro, tan impecables que de ninguna manera se saldría de lugar en una imagen para una obra de fantasía medieval. Ya estoy abrumado sólo por eso. Es como una extraviada en una película.

«Muchas gracias por existir, Sago Kinemitsu. Y por tener superpoderes».

Perdí con el ataque preventivo de Kaburagi-san, pero en lugar de una tarjeta de presentación manipulé el agua de la botella de plástico de mi bolsa y escribí los caracteres de «Sago Kinemitsu» con ella en el aire. Kaburagi hizo un «Oh Dios!» y posó con la mano en la boca y los ojos redondeados. *Fuwawawawawa*, ahí está la expresión de sorpresa que quería ver. *Sonrisa come-mierda*....