Es muy extraño...

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Es muy extraño. No comprendo qué haces aquí; me despertaste de mi dulce sueño, cubriendo mi cara con una almohada. Esa almohada era nuestra almohada, ¿Lo recuerdas? Cuando veíamios peliculas juntos, apoyados en el futón mullido en el que me estas robando el aire, es ese preciso momento. Logro soltarme de tus garras asesinas... ¿Por qué? No lo comprendo. Sabes que te amo... te llamo todos los dias y no hay hora en la que no te mensajee. Te sigo a todas partes y nunca dejo de contemplarte... aún así me odias y planeabas matarme.

No puedo dejar de pensar en que te irás de mí y no volverás nunca. Te robo la almohada y te lanzo contra la pared. Te beso, pero opones resistencia contra mí. ¿Ya no me amas? No te preocupes mi amor, eso se puede arreglar.

Minutos después, te encuentras atado a una silla, en un estudio vacío. Costó atarte, pero es por tu bien, mi amor. Comienzas a gritar y a pedir ayuda, pero sigo sin comprender ¿Ahora me tienes miedo?

Te digo y te repito que te amo, no quieres escucharme, entonces, me siento a tu lado en otra silla y comienzo a acaricias tu cabeza y a cantarte. Sigues sin querer que me acerque, y eso me pone muy triste. Comienzas a insultarme, me dices Acosadora... Yo no soy una acosadora, me estás hiriendo con tus palabras. Tomo un pañuelo y con ezfuerso lo ato a tu boca, así no podras decir nada que me lastime. Comienzas a llorar gimiendo y gritando. Te repito que los hombres no lloran, pero nunca aprendes. Agrego que te amo y que nada lo cambiará, pero sólo hace que grites cada vez mas fuerte. Es muy dificil mantener a un hombre callado.

Salgo de mi departamento y bajo a comprar unos chocolates y una revista para hombres, los pago y vuelvo a la habitación en la que yaces. Al entrar, tú en un intento de forzejeo intentas levantarte de la silla, pero los nudos marinos que me enseñó mi padre son más fuertes y te caes, con silla y todo.

Sueto una risa, no de gracia, sino malevola. Fue sin querer pero lo malinterpretas y comienzas a llorar nuevamente. Vuelvo a ponerte en tu lugar .Comienza a irritarme tu llanto. Te digo que prefiero verte reír, como cuando estabas con esa molesta novia tuya en el cine, tu risa me complementa. De alguna manera tu boca se zafa del pañuelo; me gritas que estoy loca y que no me amas. Me piedes que te suelte...¿Soltarte? Si te dejo ir, volverás con esa zorra y me dejaras sola para siempre. Yo no quiero eso... Eres mío y de nadie más.

Me acerco a la ventana y la abro, para que entre un poco de aire. Cuando volteo, veo un espejo que nunca había visto antes. Me acerco a él y me observo detenidamente. Veo mis ojeras y mi piel pálida. Mi pelo negro todo despeinado y mi vestido blanco sucio. No soy bonita... soy horrible... tomo el fango que tengo colgado en la cadera y hago trizas el espejo. Pedasos de virdrio saltan mientras apuñalo a mi reflejo.

No queda nada... solo pequeños pedasos de vidrio, repartidos por ese pequeño espacio en la habitación. Volteo hacia mi amado con un pedaso de vidrio. Contemplo su expresión de horror y le pregunto si soy bonita. Como no puede hablar, menea la cabeza en un sí . Mientes. Mientes. Maldito mentiroso, como te odio, como me haces sufrir. Tomo tu cara y con el vidrio hago un pequeño corte. Para que sientas lo que sufro cuando te veo con esa zorra. Te odio. Voy a matarte, por no amarme.

Suelto el vidrio ensangrentado y veo que vuelves a llorar desesperadamente. Me siento a tu lado y veo como la sangre debajo de tu ojo derecho comienza a brotar. Se mezcla con tus lagrimas y cae una gota de color carmesí. Te abrazo y te digo que todo va a estar bien, pero te mueves bruscamente e impides que el abrazo dure lo suficiente.

Tomo un chocolate que compre y te obligo a comerlo. Aceptas, ya que no comes hace 8 horas. Yo tambiés estoy comenzando a tener hambre. Pero comer sería una pérdida de tiempo. Me levanto de la silla y camino hacia el espejo roto, que se encuentra a 5 metros de tu silla. Tomo un pedaso pequeño y te lo lanzo con fuerza. Da en tu pierna, pero no lo sientes. Tomo dos vidrios grandes y te los clavo en ambas rodillas. Cuando compruebo que no te sera posible huir te suelto. Pero comienzas a arrastrarte por el piso. Ato tus manos. Pero sigues arrastrándote en el sucio piso, curiéndolo de sangre con tus rodillas malheridas. Suelto una risa. No tienes remedio...

No tienes remedio...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora