🪶CAPÍTULO 21: Cicatrices🪶

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Flynn toco dos veces la puerta, en espera de encontrarse con Ariel. La guerra, el entrenamiento los había distanciado, al límite de no encontrar el tiempo para informarle que ahora un caído.

—Flynn —dijo con sorpresa al abrir la puerta, con el torso desnudo y una camiseta entre sus manos.

El hada lo hizo a un lado, entrando a la habitación.

—¿Por qué lo hiciste?, ¿Por qué tomaste la decisión de convertirte en caído sin consultarme primero? —pregunta.

—No es algo que te tenga que avisar —menciona, poniéndose la camisa— era mi decisión, no la de alguien más.

—Lo sé, pero podíamos haber buscado otra solución.

—Sabes que, si la hubiera, no habría caído.

—¿Realmente piensas que creeré eso? —su tono de voz había cambiado—. Ojalá nunca te hubieras enterado de que Calix era Azul.

Ariel dio un paso a él.

—No vuelvas a decir eso —advierte.

Sabía que tenía que empezar a controlar sus emociones como había dicho Max, pero se le estaba dificultando con las estupideces que decía Flynn.

—¿Por qué?, si es verdad —expuso— desde que supiste que era Azul cambiaste demasiado, y no exactamente para bien. Te has vuelto impulsivo, torpe y ciego.

—Eso es algo que no te debe de importar.

—¡Soy tu amigo, me importa! —grita

—¿Recuerdas cuando comenzaste a desarrollar sentimientos por Calix? —pregunta—estuviste a punto de arruinar el plan, porque estabas tan enamorado de ella, que estabas decido hacer cualquier para mantenerla segura —expone—. Por ello, porque la amo, no me importa si es necesario vender mi alma o cortar mis alas.

—No cambies el tema.

—No, quien no debería hacerlo eres tú —dice— deja por una vez en tu vida de ocultar cosas o buscar excusas, y admite lo que sientes, pero sobre todo tus errores.

Flynn se debatía en sI debía hablar de aquello, o solo Ariel estaba intentando confundirlo. Después de un silencio decidió hablar, pero Ariel lo interrumpió.

—Yo no rendiré con Calix, como lo hiciste tú, fingiendo no sentir nada, mintiéndome a mí mismo, disfrazar mis sentimientos de amor, con amistad —agrega ante el silencio del hada.

—¿Entonces se supone que debía luchar por ella?, sabiendo que era la chica que amabas. No sé qué tipo de persona crees que soy Ariel, pero no soy un cobarde, no soy el idiota que le roba la chica a su mejor amigo.

Dándole la espalda, avanzo a la salida. Pero antes de cerrar la puerta detrás de él, hablo de nuevo.

—Calix es mi mejor amiga, una que no supe proteger, y ahora no sé si está viva o sigue siendo un ser de luz. Lo único que intento, es no cometer el mismo error contigo, y perderte de la misma manera, temiendo no volverte a ver. Por ello, deja de hacer tonterías —cerró la puerta detrás de él.

🪶🪶🪶

Marcí observo a distancia como Marco intentaba darle forma a una espada mientras Dimitri sumergía en un caldero de metal unas dagas, pensó en ir a saludarlos, pero en aquel lugar hacía demasiado calor, tanto que parecía que estabas en el mismo infierno.

Noto como Dimitri pasaba un pañuelo por su frente limpiando su sudor, dejando ver algunas cicatrices en sus brazos, trayendo consigo el recuerdo de cómo fueron causadas.

Hace cien años, cuando Dimitri era más joven, se había enamorado locamente de una mujer, que hasta la actualidad desconocía su nombre, pero que lo había hecho hacer cosas terribles para satisfacerla, sin pensar las consecuencias de sus actos, para al final engañarlo con su mejor amigo procreando dos niños.

Dimitri siempre fue impulsivo, por ello, al enterarse de la traición, asesino sin piedad a su amigo. Y cuando aquella mujer lo descubrió, en vez de mostrarse aterrorizada, le felicito, y como era de esperarse, Dimitri en vez de alejarse de ella volvió a caer en sus garras como un tonto enamorado. Para después traicionarlo de nuevo, cuando ya no le fue útil, confesando el asesinato que había cometido, siento sentenciado al calabozo, en donde tuvo que luchar para sobrevivir a lado de otros seres malignos.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar el día que vio a Dimitri sin camisa, mostrando su espalda y abdomen llenos de cicatrices. Cicatrices tan horribles que arruinaban y dejaba atrás el joven inocente que fue alguna vez, dando a entender que su vida no había sido fácil.

Dimitri podía haber sido echado de la ciudad por sus delitos después de salir del calabozo, pero no fue así, porque había demostrado ante el consejo su arrepentimiento.

Pero después de ese día él cambió, mostrándose un ser duro, sin alegría alguna, preguntándose por qué no había intentado ser feliz ahora que era libre, en vez de aferrarse a los errores de su pasado.

Dimitri empezó a sacar las dagas bañadas en plata con unas pinzas y empezó a colocarlas en una charola, pero mientras lo hacía pudo notar la vista de su hermana al otro lado del lugar, asintió levemente saludándola y esta le regreso una sonrisa, él quiso hacer lo mismo, pero no pudo, había olvidado ya como sonreír, por lo que bajo su mirada y continúo sacando las dagas.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora