Capitulo 9: "Bastión de Tormentas."

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Aemond se despide de los cálidos brillos del sol cuando desciende a las nubes oscuras que rodean las tierras de la tormenta.

Las pesadas alas de su dragón aterrizan en el patio del castillo. Aemond duda del recibimientos que tendrá por parte de Lord Baratheon, pero el señor de bastión de tormentas lo sorprende con un gran festín, cacerías y justas.

Pues lord Borros era como el viento furioso y rugiente, que hoy sopla de un lado y mañana de otro.

Más que dispuesto a hacer cualquier cosa por su peticionario, le da a escoger con cuál de sus hijas quiere casarse por la alianza que desea.

—Tengo cuatro hijas.—le dijo—.Escoge a la que quieras. Cass es la mayor, pero Floris es la más bella. Y si lo que buscas es una esposa inteligente, toma a Maris.

Son hermosas a primera vista, pero no le conmueve tal belleza. Aquellos rostros palidecen de mejillas sonrojadas y ojos verdes. Sus largas melenas no son rizos oscuros. Aquellas chicas no son la persona que él desea para desposar.

A pesar de ello, escoge a Floris porque tiene una sonrisa dulce que podría hacerlo olvidar.

Esa noche antes de dormir Aemond observa por la ventana de sus aposentos en donde llueve copiosamente. Las gotas de la lluvia se escurren en el suelo junto a sus sueños, y cada que caía un relámpago por el este, su corazón se rompía con el estruendor en el cielo.

La noche solo trae recuerdos de un amor perdido, una tormenta interminable y sueños sobre el mar. Esa noche sueña con Lucerys Velaryon, porque es lo único que ve al cerrar los ojos últimamente.
Sueña con el matrimonio que nunca sería.

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La mañana siguiente Aemond y lord Borros regateaban sobre fechas y dotes hasta que se hizo la presencia de Lucerys Velaryon en la sala circular.

Vhagar fue el primero en percibir la presencia de otro dragón; con un rugido saliendo de sus fauces hizo temblar los cimientos del castillo.
Logra captar la atención de Aemond cuando estaba apunto de acordar el trato con lord Borros.

Se había desatadado una tormenta cuando Lucerys saltó de Arrax en la entrada del castillo.
Los truenos sacudían los ventanales de este; llovía a cántaros, y de vez en cuando, enormes relámpagos de un blanco azulado iluminaban el mundo como si fuera de día.

¿Eran los Dioses quienes le concedieron un último deseo a Aemond Targaryen de encontrarse frente a frente a Lucerys Velaryon o un castigo para torturarlo?

La entrada del joven príncipe carece de una gran reverencia cuando lord Baratheon lo recibe sentado en el antiguo trono de sus ancestros sin grandiosidad.

—Lord Borros—.dijo Lucerys, mirando unicamente a lord Baratheon—.Tengo un mensaje de mi madre, la reina.—dice aquella voz dulce, su determinación no lo tambalea cuando observa como Aemond sale de entre las sombras junto a una de las hijas de Lord Borros. Cuando vio a Vhagar en el patio sabía a lo que estaría por enfrentarse, aunque oculta una emoción interna, su posición es firme.

Pero es todo lo contrario para Aemond; de repente perdió el frío. Fue así, cuando siente que al mirar de nuevo a Lucerys Velaryon a unos cuantos metros de distancia es como el deshielo, como una brecha de luz hiriendo su vista, como mil amaneceres sosegadores, como el fuego derritiendo el invierno en sus ojos.

Lo contempló y vio cómo se reconstruía la primavera en su vida. Las espantosas paredes de aquel castillo cavernoso se abarrotaban de margaritas ahora.
Consideró a Lucerys una flor en medio de un campo en ruinas. En un mundo en llamas, solo él podía salvarlo.

"Pinky promise kisses"|LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora