Peinado.

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Estabas por presentar los finales del semestre, por lo que constantemente te encontrabas rodeada en un montón de libros y apuntes que te servían para repasar los temas que vendrían en tus éxamenes. No recordabas cuando había sido la última vez que habías podido descansar las horas suficientes antes de levantarte temprano y asistir a clases. Pero mientras estabas sumergida en tus clases y el estudio, no te dabas cuenta que la vida pasaba a excepción de tu novio.

Oh, claro que él lo notaba.

Las rutinas que ya tenían establecidas habían sido cambiadas por siendo él la única persona de los dos en hacerlas mientras tú te encontrabas en la habitación estudiando, o si tenía suerte podía verte concentrada en la sala con algún tipo de merienda y hojeando entre las páginas y subrayando palabras claves.

Él entendía, por supuesto que lo hacía porque también tenía su vida de estudiante, mejor que nadie podía entender los días de desvelo por estudiar para cada examen, lo habías visto sufrir cada que estudiaba pero todo ello rendía frutos. Pero también sabías que constantemente estaba necesitado de atención y te sorprendía que en las últimas semanas se mantuviera en una distancia moderada y sin robarte tiempo; no te molestaba, solo que te conocías lo suficiente como para saber que si tomabas la iniciativa e ibas con él, probablemente ya no saldrías de entre sus brazos y cuando fueras consciente de la situación te remordería la consciencia por considerarlo tiempo pérdido.

Pero no lo considerabas tiempo pérdido, estabas pasando tiempo de calidad con tu novio, solo que era difícil convencer esa parte de tu cerebro que solo necesitas un descanso de todo para poder seguir funcionando correctamente y rendir en los éxamenes. 

Ah, ¿Por qué la vida era tan difícil?

—Está preparada la cena, ¿Quieres comer en la mesa o la traigo a la habitación?—Cuestionó cuando se asomó por el marco de la puerta, mostrando la mitad de su rostro.

—Mm, donde sea está bien.—No despegaste la mirada de la pantalla, tecleando la información que tenías al alcance.

No prestaste atención, sentías que estabas funcionando en automático cuando entró a la habitación con los platos de los dos y comieron en silencio; Dabas leves bocados antes de seguir escribiendo antes de que la idea de borrara de tu mente, no tenías noción del tiempo cuando el plato fue retirado y escuchaste como se alejaba de ahí sin decir alguna otra palabra. 

El reloj marcaba la medianoche cuando tu computadora fue removida de tus manos y viste como era puesta sobre la mesita de noche y en cambio tuviste un cepillo y un par de ligas entre tus manos mientras tu novio se sentaba frente tuyo.

—Sé que estás demasiado ocupada estudiando, pero también soy consciente que necesitas un descanso entre estudios. Ya no estás trabajando por tu cuenta, ni siquiera eres consciente de lo que sucede a tu alrededor así que vine a distraerte un rato.—Sonrió y señaló las cosas entre tus manos.—Cada que salgo de bañarme solías peinarme, estos días no puedo siquiera mantener mi cabello de forma decente porque no recuerdo que cremas o mascarillas usas especiales para el tratamiento con el cabello o eso dijiste la última vez; así que este soy yo pidiéndote que te tomes cinco minutos y me ayudes porque ya no sé que hacer con el lío que tengo de cabello.—Conforme las palabras eran expulsadas, un leve sonrojo incrementaba en sus mejillas y una sonrisa nerviosa se posaba sobre su rostro.

Sonreíste encantada y dejando las cosas sobre tu regazo, te inclinaste lo suficiente para posar tus manos sobre sus mejillas y depositar un beso sobre su frente.—No tienes que darme motivos para hacerlo, lo haré con gusto.

—Era por si no querías por estar estudiando.—Confesó.

—Perdón, solo un par de días más y podemos estar en esto todas las noches, prometo estar más al pendiente.

Negó, viendo como alzabas tu mano y con el cepillo comenzabas a peinar su cabello.—Está bien, comprendo la vida de estudiante, ¿Sabes?

No dijiste más mientras te centrabas en ordenar el lío que se encontraba en su cabello; siempre te gustó peinarlo aunque él al principio se negaba, luego se había convertido en una rutina que ya no había podido resistirse y ahora que no estabas ahí para peinarlo y consentirlo lo había extrañado en cierto modo. Le gustaba esa clase de atención, además que le gustaba las expresiones que hacías cuando estabas lo suficientemente concentrada en colocarle cualquier tipo de accesorio que encontraras hasta que alguno te convenciera. Además, aprovechaba de ese momento y cuando te encontrabas demasiado concentrada era cuando tenía la oportunidad para robarte algún beso, sorprendiéndote en el momento.

Cuando te girabas por una liga, ahí estaba él esperando antes de estrellar sus labios contra tus mejillas; Cuando tenías las dos manos ocupadas trenzando su cabello él aprovechaba y se inclinaba para robarte un pico de tus labios; Cuando bajabas la mirada en busca de algún broche o alguna liga, él aprovechaba para besar tu frente.

Al final de todo, ambos disfrutaban de ese tipo de momentos y que los hacía sentirse aliviados de cualquier día estresante que pudieron tener, solo enfocándose en la paz y tranquilidad que les daba el otro mientras se refugiaban entre sus brazos.


✎ Imaginas (IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora