Jason abrió los ojos como platos cuando Zaine le explicó la razón de que fuese a buscarle a su habitación. Mentiría si dijese que había olvidado sus planes para obtener información sobre el wyberno. Pero había tenido que hacerse cargo de otras cuestiones.
Por muy resistentes que fuese la carne de wyberno, tenía que limpiarse y venderse rápido si querían obtener un buen precio de lista. Muchos dudaron de su origen, pero Hurguen se la compró de inmediato en cuanto vio los dientes.
Parte de su atención estaba con la tarea encomendada a Aineri. Debía ser discreto en cuanto a la mercancía que mandaba a Kyde a través de ella. Sus poderes eran útiles, pero no estaban destinados a la labor de transportar materiales pesados en cantidades. Dejando eso de lado, e incluyendo su nuevo plan respecto a Zaine se había despreocupado del huevo. Tras la fiesta, Aineri se marchó a completar su misión. Con suerte, estaría de regreso en la noche para coordinar los últimos detalles. Lo que le dejaba el día libre. Bien podía utilizarlo zanjar el asunto de una vez.
Dejó al cazador en las cocinas.
Aún le costaba trabajo sacarse de la cabeza el evento en su habitación. Solo bastaba pararse fuera de la puerta de su cabaña para que Jason estuviese despierto y alerta. Pero Zaine había entrado a su cuarto, caminado hasta la cama y llegado lo bastante cerca de él para matarlo de haber querido. Y Jason solo se despertó cuando lo tuvo a su lado. Pretendiendo dormir se había girado, observando los alrededores con los ojos entrecerrados.
No había percibido malas intenciones. Solo dudas y confusión. Los sonrojos del muchacho le resultaron entretenidos, así que pretendió estar inconsciente para ver si se atrevía a llegar más lejos. Pero Zaine era demasiado puro y en cuanto vio su torso desnudo se acobardó. El recuerdo trajo una sonrisa a los labios de Jason.
Descendió en una tirolesa, quedando a pocos metros del establo de Noche y el corral de los ciervos. Vio al leopardo mover las orejas, abriendo los ojos perezosamente. Bostezó al reconocer su olor y se estiró en un movimiento demasiado peligroso para ser considerado lindo.
– Buenos días hermosa – dijo acariciándole la cabeza.
Jason disfrutaba escucharla ronronear. Sacó un bocadillo de la bolsa que siempre colgaban en los soportes del establo y se lo tendió. Ella lamió su mano en agradecimiento y Jason recordó el rostro de Zaine mientras se disculpaba.
Sujetó las amarras de la silla de montar.
Acomodó los estribos y comenzó a ajustar las riendas.
"Lo siento" le había dicho el cazador, y Jason debió luchar contra todos sus instintos para no reírse en su cara. No había sido fácil colocar una expresión comprensiva en su rostro. Mirarle con entendimiento y perspicacia cuando todo lo que sentía era frustración por haber estado tan cerca y no haber llegado.
"Casi lo tenía" pensó apretando un mechón de cabello de la cabeza de Noche.
Jason estaba seguro que había sentido alzarse la temperatura del cuarto a medida que le empujaba hacia el orgasmo. Pero el muy escurridizo se le escapó entre los dedos como las gotas de lluvia. Y aquello le había enseñado una lección.
Con este conejo asustado, tendría que ir suave. Iba a necesitar cada gota de su paciencia para jugar al gato y al ratón con el chico de Caronte. Pero iba obtener lo que quería.
Porque siempre lo hacía.
"Cuidado Sunshine" pensó "Voy a por ti"
– ¡Ah! – dijo una voz femenina sacándole de sus cavilaciones. – ¡Era verdad!
Jason giró sobre sus talones. Era Kaya, aproximársele por la espalda en compañía de Zaine. La joven cargaba en su mano el remplazo de carne ahumada para la bolsa de bocadillos de Noche. Mientras que el cazador traía su viejo morral colgado del hombro.
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Crónicas de la Superficie: Los Condenados
RomanceEn un mundo donde la tierra ha sido consumida por la decadencia y la muerte, Zaine persiste en su lucha por sobrevivir. Tras ser perseguido por soldados de una civilización más avanzada a través del interminable desierto, el cazador busca refugio en...