CAPITULO I

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— ÓRDEN DEL FÉNIX —

El verano se volvía insoportable, después de lo sucedido en la tercera prueba del Torneo de los tres magos y el retorno de Lord Voldemort todo se había ido a la mierda.

Muy pocas personas creían sobre el regreso del mago tenebroso y los demás, al igual que el profeta, pensaban que estaban dementes y eran unos mentirosos, incluso Albus Dumbledore había recibido comentarios negativos y había sido expulsado del Wizengamot.

Hedda no podía evitar revivir la misma escena una y otra vez, la muerte de Cedric Diggory aparecía cada vez que ella cerraba los ojos. El chico de Hufflepuff quiso proteger a los Potter y eso lo llevo directamente hacia la muerte.

Encerrada en su habitación con ABBA sonando en su radio se encontraba Hedda Potter, todos en su casa parecían ocultarles algo y Harry parecía caer en la locura.

Su mellizo solía ser entrometido en todo y siempre buscaba estar involucrado en cualquier mínima cosa. James y Lily Potter, sus padres, solían decirle que no era correcto que quisiera involucrarse en temas de adultos.

Se escucharon unos golpes en la puerta y después James la abría lentamente, Hedda le hizo un ademán para que entrara.

— Hola, Hedda — Dijo James Potter y se sentó a un lado de ella.

Ambos se mantuvieron en silencio y el volteo hacia su hija.

— Quiero hablar contigo — Hedda asintió. — Debemos irnos a Grimmauld Place, estás enterada en qué la orden ha sido nuevamente reunida y será el cuartel secreto.

— ¿Solo estaremos ahí nosotros? — preguntó ella.

James se quedó callado, sabía que la respuesta no le gustaría.

— No — respondió el y ella se quedó en silencio, claramente esperando que dijera quien estará ahí. — Los Longbottom estarán ahí ocasionalmente, Remus, eh... los Weasley...

— No quiero — lo interrumpió ella. — Me odian.

— Sabes que no es verdad — James le dijo y ella negó.

— ¿Acaso no te diste cuenta la manera en que me vieron en la estación? — Hedda preguntó. — Solo por el hecho que asistí al baile con un Slytherin.

— Estoy seguro que no te odian — James le dijo.

— Papá, no me hagas ir ahí — decía la chica. — Puedo quedarme con Sirius o...

— El se quedará en el cuartel, es la casa de su familia.

Hedda suspiro y agachó la cabeza, mientras James sentía como su corazón se apretaba así que la tomaba por el rostro y la veía a los ojos.

— Sabes que Lily no permitiría que nos quedemos aquí, es un riesgo y te prometo que estaremos bien ahí.

Hedda asintió.

Grimmauld Place se encontraba en Londres muggle, había sido el lugar donde Sirius Black había crecido y pasado la mayor parte de su infancia antes de huir y buscar refugio en el hogar de los Potter.

Parecía que la Orden estaba siendo reunida en el lugar y James dijo que se habían visto dos veces.

Algunos de los miembros eran: Alastor Moody, Kingsley Shacklebot, Nymphadora Thonks, Emmeline Vance, Elphias Doge, Lily Potter, Sirius Black, Remus Lupin, James Potter, Arthur, Bill y Molly Weasley, Mundungus Fletcher y claro, Albus Dumbledore.

— Pueden tomar la habitación que gusten — decia Sirius Black mientras junto a los hijos de James subían las escaleras. — Todas las habitaciones han sido desocupadas y las hemos dejado habitables.

Llegaron al segundo piso y Sirius le dio un vistazo.

— Será mejor que se queden en las habitaciones del tercer piso. — Sirius los animo a seguir subiendo las escaleras.

Llegaron al tercer piso donde habían siete puertas. Sirius rápidamente se acercó a una y la abrió, parecía ser que le perteneció en su adolescencia.

Las paredes estaban adornadas con estandartes de Gryffindor, habían póster de mujeres muggles en bikini, también habían cosas de motocicletas y lo que sobresalía, era una fotografía de los Merodeadores.

— Es papá — decía Harry mirando la fotografía.

— Se parece aún más a Harry — Hedda recalcó y Sirius asintió.

— Son como dos gotas de agua.

Después de un rato salieron y Sirius señaló dos habitaciones.

— No les recomiendo quedarse ahí, pertenecieron a mis hermanos y no se si en algún momento regresarán. — los Potter asintieron. — Tal vez, Harry te puedes quedar en la que está a lado de la de Regulus y Hedda en la que se encuentra delante.

— Gracias, Sirius. — Hedda sonrió y entro a la puerta que le había señalado el Black.

El lugar estaba aceptable, aún podía verse un poco descuidado pero ella podría sobrevivir.

Aún así, la chica decidió limpiar un poco el lugar y después acomodar las pocas cosas que había llevado. Al día siguiente, Lily regresaría por el resto de cosas que todos había dejado previamente ordenadas.

Cuando observó la habitación y la encontró más limpia y ordenada sonrió satisfecha.

Harry le aviso que la cena estaba lista y bajo, pero toda su felicidad se esfumó al ver las miles de cabezas pelirrojas en el lugar. Sintió la mirada de Molly Weasley sobre ella y solo pudo ignorarla hasta llegar a Lily.

— ¿Tienes hambre? — preguntó.

— Algo — respondió ella.

Lily asintió y comenzo a servir la cena, Hedda tomo asiento a un lado de James y fue cuando se dio cuenta de la presencia de Dumbledore.

— Profesor — saludo la chica y el anciano sonrió hacia ella.

— Señorita Potter — el regreso el saludo.

Albus Dumbledore se encontraba de pie con una sonrisa.

— ¿Se queda a cenar? — preguntó Molly y Albus negó.

— Muchas gracias pero no, debo regresar al castillo — respondió el viejo. — Solo quería decirles que mañana llegarán unas personas desde Bulgaria para unirse a la órden, les pido que los dejen quedarse aquí.

— Me parece bien, gracias por avisar Dumbledore — Sirius respondió y Dumbledore se despidió.

Después de unos momentos, todos se encontraban degustando la deliciosa cena que había preparado Lily Potter. Hedda trataba de comer rápido para poder dirigirse a la habitación.

Sentía la tensión en el lugar y fue cuando James Potter dudo un poco sobre lo que le había dicho a su hija.

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