𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

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Capítulo treinta y cinco: Hablar.

—Creo que has sido duro con él— dijo la mujer de cabello castaño, dejando de lado el café que estaba tomando para prestarle atención a su esposo, quien dejaba sus llaves apoyadas en la mesa.

—No soy duro con él, le he dado la libertad de hacer lo que quiera, pero debe respetar nuestras palabras también— respondió cruzando sus brazos, mirándola.

—Aunque no me guste decirlo, Gavi ya no es un niño pequeño— suspiró, con un vago recuerdo de su hijo cuando era pequeño, sacándole una leve sonrisa. Sus brazos se deslizaron por la mesada, rodeando su taza con las dos manos, mirando su contenido—. Es algo que tenemos que ver. Él ya está haciendo su vida por su propia cuenta, ya está volando cada vez más lejos de casa.

—Lo veo, pero no es eso. Pablo no es solo un chico, él debe que cuidar su imagen. No puede salir en las noches y hacer quien sabe que cosas— apoyó su mano en la mesada, frunciendo el ceño—. Ya es suficiente con lo que dicen de él en las noticias como para que hablen de su vida privada.

—Entiendo, pero él dijo que solo está con sus amigos, ¿qué tiene de malo eso?— le dió un último trago a su café y lavó su taza.

—Ese es el problema— dió unos pasos, acercándose a la mujer—. El otro día que ha llegado tarde, traía unas marcas en el cuello.

Al oir esas palabras, alzó su mirada de la taza, para luego mirar a su esposo a la vez que cerraba el agua. Dejó a la vista su expresión de confusión, procesando las palabras durante esos minutos de silencio.

—Pero... si Gavi está saliendo con una muchacha, ¿por qué nos miente?, ¿será porque no quiere que lo sepamos?— dejó la taza a un lado, cruzando sus brazos.

—No creo que Pablo esté saliendo con una chica— suspiró y pasó su mano por su cabello—. Tenía el olor impregnado de un chico, además... las marcas que tenía en su cuello eran como si quisieran marcarlo. Puedes mirarlo cuando vuelva a la casa.

—No— jugaba con sus dedos, pensando—. No puede ser así, no de Gavi. No podemos pensar eso de él sin preguntarle.

Se miraron en silencio, pensando en la situación. Negó con la cabeza y se secó las manos con una pequeña toalla que había en la mesada.

—Yo... yo intentaré preguntarle.

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Gavi acomodaba su bolso deportivo, guardando su ropa un tanto apurado. Salió del vestuario, mirando su celular, leyendo el mensaje de su padre, que le avisaba que lo esperaba en el estacionamiento. Se detuvo para contestar el mensaje y pegó un brinco al sentir que alguien tocaba su hombro, dándose vuelta al instante.

—Oh, ¿te asusté?— Ferran retrocedió un paso, viendo como Gavi llevaba la mano a su pecho, suspirando—. Es que como te ibas sin despedirte.

—Sí, lo siento— miró hacia los lados mientras se acercaba y apoyaba su mano libre en su cintura, plantándole un beso en la mejila—. Nos hablamos.

Se alejó, cabizbajo, sin hacer mención de nada más. Ferran alzó una ceja al extraño comportamiento de su amigo, se veía pensativo. Se dió la vuelta para regresar al vestuario y tomar sus cosas que había dejado, cuando de pronto salió Lewandowski, frunciendo el ceño mientras hablaba por teléfono, parecía estar discutiendo, pero al verlo se detuvo y lo tomó del brazo.

Torres lo miró, esperando saber el por qué lo había detenido. Robert terminó la llamada y lo miró.

—Perdona, ¿pero sabes dónde está Gavi? No lo he visto en el vestuario— preguntó el polaco, soltando el brazo del español.

𝒀𝒐 𝑻𝒆 𝑨𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒊 | 𝑳𝒆𝒘𝒂𝒏𝒅𝒐𝒘𝒔𝒌𝒊 𝒙 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora