- Edmund. -abrí su despacho escuchándolo hablar con alguien, mi brazo de donde colgaba una canasta con comida tallaba mi brazo. Aunque creía que fue demasiado.
-Dafne, estoy ocupado -Dijo si siquiera mirarme, me molesté y dejé la canasta en la silla. -¿Qué es?
-Te aseguro que veneno, no es -molesta -Estamos a meses de casarnos y ahora parezco una compañera de momento.
Se peinó el cabello pelirojo dejando su corte de libro demasiado marcado.
-No es momento de discutir esto-
-Claro que lo es, estoy a punto de entregarme a ti, y estoy siendo ignorada -Dije mirando mi argolla y se lo dejé sobre los papeles. -Mejor piénsalo... Por que si soy molesta ahora, créeme que lo seré siempre.
Acomodé mi rebozo, me hubiera gustado que quedarse en shock fuera su única alternativa, pero pasó lo inimaginable, azotó sus manos en el escritorio levantándose despeinando su cabello, me miró con enojo capaz de reprimir mis emociones, pero evidentemente ya no era momento de disculparme, me enderece manteniendo la calma.
Suspiró.
- Lo siento, tienes razón, Dafne, siempre soy el malo de esto y es verdad, solo que estoy haciendo lo que puedo para hacer todo por nosotros.
Estaba balbuceando, aun cuando se acercó a mi y tomó mis manos, me di cuenta... que la calidez que en algún momento se interiorizaba en mi ser... Desapareció... Aquellos ojos que emergían de la luz, y parecía miel de colmena... ahora estaban en el lodo, vacíos.
No tenía caso seguir insistiendo, Edmund... Desapareció.
Aquel hermoso romance en el que al inicio todo fue un trato para el equilibrio económico de amas familias, que de pronto surgió el amor... se hizo añicos. Mi padre confiado en que la promesa de que yo Dafne de Magnolia fuera tratada como la hija del Duque real y la descendencia siguiera con aquel título, aceptó al duque del reino vecino.
-No diremos de esto a nadie - quité mis manos, pero el matrimonio... Debemos cancelarlo.
Dije con algo de decepción. Él frunció el ceño, apretó sus manos y de tan solo tres pasos llegó a su lugar notando en una pequeña estatua, pareció anotar ciertas cosas mientras que un botón azul pareció relucir.
-Perdóname.
Su voz pareció cambiar de dueño siquiera, estaba a la defensiva. Me estremecí tratando de convencerme que tal vez no podría ser peor, o más bien, quería averiguar qué estaba planeado.
-Señor -Se escuchó detrás de la puerta -Necesito hablar con usted. -Dijo un hombre entrando al lugar, miré de nuevo a Edmund, mordiendo su labio apretando ese pequeño botón con indignación.
Estaba anonadada, apreté un poco mi falda confusa de la situación que sin duda el hombre que entró en ese momento, me había salvado.
Tenía un uniforme grisáceo con botones dorados y el borde bien confeccionado del mismo color. Su altura superaba a la de Edmund al igual que su curpulento cuerpo. El cabello azabache destellaba de un color azul marino, tenía una cicatriz en la sien derecha, me observó e inclino un poco su cabeza.
—Lo siento señor si he interrumpido algo, es urgente, los que están a punto de egresar... Han dejado caídos a más de 500 niños, y piden... Su respuesta.
Edmund y el hombre me miraron, rápidamente observé el nombre que tenía en el pecho y baje la cabeza.
—Ya estaba por retirarme —Dije antes de que él hablara, caminé lo más rápido que pude a la salida y retomé mi camino a casa.
El atardecer refrescaba mi piel mientras despejaba mis pensamientos.
«¿Qué escribia? »
Sentía mi corazón palpitar a gran velocidad con un nudo en el estómago. Y pronto me dí cuenta de algo...
Le tuve miedo...
Tuve un mal presentimiento...
Y sobre todo... Había perdido al Edmund.
Me preguntaba si en algún momento de nuestra relación, él fue honesto, claramente hay siempre dos caminos en cada suceso; el lado negativo en caso de que nunca fue el hombre de qué me enamoré... ¿Por qué después de casi 3 años de relación?, estaba segura de que no le había hecho nada, por lo que mi corazón está tranquilo... Pero aquí va el lado contrario, en caso de que fue un hombre honesto.. ¿Qué cambió? Su consecuencia ... y su ebullición.
—¿Disculpe, es usted la dama que ví en el despacho?
Me sobresalté, salí de mi jaula de pensamientos mirando al hombre que interrumpió el plan de Edmund.
—Lo soy — contesté tranquila, estaba a 5 metros de mí.
—Necesito presentarme... Soy Dante C. Soy comandante militar...
—Un gusto — interrumpí — no es por ser grosera, pero me gustaría que fuera directo.
Suspiró con incomodidad-
—Déjeme seguir con las cortesías. —Lo noté tranquilo, hasta el momento en que su reloj sonó una alarma, apretó los puños.— Sé que no esta consiente de esta situación pero de verdad le imploro que me deje hacer lo que se debe.
Miré de reojo su reloj, le quedaba un minuto.
—Adelante.
Acepte consternada.
—Me gradué de la mejor universidad como administrador de empresas, aunque quise irme por esa área, me ví obligado a ... Unirme al ejército. Tengo 25 años y deseo pedirle una cosa.
Atenta lo mire mientras llegaba una brisa capaz de desacomodar mi cabello.
—Deseo... Que me ayude. —Lo miré — solo con usted podré conseguir lo que anhelo. La libertad.
—Alto.
Me interpuse mirándolo mal.
—Se que es demasiado complicado, pero es usted quien tiene el titulo de "La Duquesa de la Magnolia"
En eso... Su voz dejó de emitirse y como si fuera lo peor para mí, observé una descarga eléctrica a todo color y HD, sin fuente de energía que pueda ser fuente.
Eso significaba una cosa; Era de la REA.
Academia que mi padre siempre estuvo en contra... Antes de al menos tener algo conciente del ser humano... Ellos eran viles experimentos.
Me acerqué a el con sumo cuidado recibiendo de aquella electricidad, me queje apretando los labios y gritando en seco lo aleje hasta los arbustos.
Acabó su colapso y al momento de querer ver su temperatura... Tomó mi muñeca.
—Ayudeme.... Y tengo las pruebas de quién se deshizo de las Magnolias antes despierte la rebelión.
Entre espasmos se levantó y lo miré.
—¿Cómo sabe lo de Magnolias?
Fruncí el ceño. Miró su reloj y se quejó.
—Por que yo estuve de cómplice... Por favor, mañana a las 6 aquí mismo... Sin él... Sino no estará a Salvo.
Coronel Dante C, tiene al rededor de 15 minutos para regresar, de lo contrario comenzará a evaluarse un severo castigo rango B.
Escuché de su reloj antes de poder decir alguna palabra.
—No se acerque a él.
Dijo con rapidez e inquietud mientras comenzaba a caminar al lado contrario de mi, que a los segundos sus pasos se volvió en una rápida corrida de meta.
«¿Edmund?...»
No se acerque a él...
—No pensaba hacerlo...
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LAS PESADILLAS DE MAGNOLIA
FantascienzaNos Mintieron... Dijeron que éramos libres, se había acabado la era de razones política-social, socialismo, comunismo... Todo había acabado. Estoy a punto de morir, y sé que nos habían mentido, siendo Maestra en la primera y segunda infancia, este "...