Ni siquiera me acoraba de cuánto había bebido en esas tres horas, pero tuve la suerte de salir a mi madre, que metabolizaba mucho más lento el alcohol. Conan nos contaba cómo había montado la fiesta, Logan bebía distraídamente mientras le prestaba atención y Adam jugueteaba distraídamente con su botellín de cerveza, acabado.
De vez en cuando, veía a un grupo de chicas acercarse a pedir a la barra, entre ellas, una chica pequeña, menuda, pelirroja y que resaltaba entre las demás con su vestido blanco. Cada que la «iluminación» que Farah transmitía cuando llegaba, por el color de su vestimenta, desconectaba de las palabras de Conan y me enfocaba sólo en ella.
Y eso no me gustaba nada.
Conan se trabajaba las fiestas hasta el punto de contratar una barra y a alguien especialista en atenderla.
Menos mal que el sitio estaba ventilado con unos grandes ventanales abiertos, porque no hubiera sido buena idea mantener a tantos adolescentes hormonales apestando a alcohol en un espacio cerrado. La brisa también era agradable, pues hacía algo de calor. Sobretodo cuando Farah se acercaba.
─ ¿Batallando? ─ Cuestionó Logan, sacándome de mis pensamientos. Lo preguntaba porque muchas chicas se me acercaban a coquetear, la mayoría borrachas cómo una cuba.
─ Con vosotros, sí. ¿Y tú?
─ Gracias, qué amable ─ dijo Logan con falso afecto ─. ¿Yo? Aquí, tratando de sobrevivir con Conan al lado.
─ Eres un gran amigo ─ se quejó el aludido, con cierto sarcasmo.
─ Lo sé, tengo mi encanto ─ reconoció, cargado de ego.
Aunque no más que Farah, ella era la puta reina del ego y el orgullo.
Y me fastidiaba admitirlo, pero empezaba a encenderme el hecho de que fuera así.
─ ¿Isaac? ─ Conan preguntó. Posiblemente me habían dicho algo y ni me había enterado. Sacudí mi cabeza de un lado a otro ─. ¿A quién mirabas?
Entre los pensamientos y que Farah había acompañado a su amiga la pelinegra a pedirse una cerveza, me había quedado embobado viéndola. Me percaté de que ella no había pedido copas para ella, solo una. Sobretodo acompañaba.
─ A nadie ─ mentí. No miraba a Farah porque me gustase, todo lo contrario; lo hacía porque estaba a cargo de ella y si se pasaba de copas, me vendría encima una buena ─. Estaba viendo cómo el barman prepara los cócteles.
─ Ya... ─ dijo Logan, con una sonrisita pícara ─... ¿pedimos algo?
─ Relájate, tío ─ pedí ─, llevas dos.
─ Una cerveza sin alcohol ─ recalcó ─, y una copa. Tú llevas una, pero cuenta cómo dos, esa bebida lleva más alcohol que la mía.
─ Bueno, Logan, tampoco exageres, ha sido un cóctel, que me he terminado hace diez minutos, literalmente ─ rebatí, me hizo un puchero, cómo diciendo «por favor, ¿me acompañas? Soy un niño regañado» ─. Vaale, te acompaño, yo también quiero pedirme algo.
─ ¡Bien! No puedes resistirte a mis encantos ─ reconoció. Decidí no entrar en el juego y acompañarle, le hice una señal a Conan y a Adam, para que supieran que estábamos pidiendo y me volví a Logan.
─ A tus gilipolleces ─ corregí.
─ Cállate, si me adoras ─ repuso, con engreímiento.
─ Me doy la vuelta, eh ─ amenacé.
─ Me callo.
Se acercó a la barra, pidió lo que quiso y se volvió a mí. Yo trataba de buscar a Farah con la mirada, no me hubiera gustado que la estuviera liando por ahí.
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El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]
Romance¡ESTE LIBRO ESTÁ EN PROCESO DE CORRECCIÓN! Farah; una chica, en el primer año de Universidad, se va de intercambio a Ámsterdam. Su ilusión y orgullo por cumplir sus sueños y nostalgia por su obsesión quinceañera con ese lugar la llenan plenamente de...