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Entró en la limusina. «Soy rico», pensó JunMyeon. Agitó un poco la cabeza para despejarse, pero la sensación de irrealidad persistió. Esa vez era JunMyeon el que iba a resolver todos los problemas de SeHun. Había en ello una especie de justicia poética.

SeHun estaba hablando por teléfono cuando lo encontró. Sus ojos resplandecieron cuando lo vio en el umbral de la gran sala de recepción. Una sonrisa se dibujó en el rostro de SeHun y tendió la mano para dar la bienvenida a JunMyeon.

JunMyeon le agarró de la mano y dejó que lo arrastrase contra su musculoso pecho mientras SeHun daba por concluida la llamada con unas palabras en japones.

—¿Qué tal te fue en la casa conejito? —pregunto SeHun.

—Nada mal... aunque Luhan estaba allí y fue bastante desagradable. —conto JunMyeon sonriendo.

—Nada nuevo en Luhan. —admitió SeHun con degradado.

—¿Sabes qué? —JunMyeon lo miro sorprendido por su respuesta—. Luhan admitió que echó algo en tu bebida el día de nuestra boda.

—¿Cómo conseguiste que confesara? —SeHun levantó una ceja—. No me digas que usaste el potro de tortura...

—Lo hizo él mismo. —confeso JunMyeon—. No pudo resistirse a alardear de ello.

—¡Qué arpía! —murmuró SeHun con desprecio—. Tenía mis sospechas, pero nunca lo supe con certeza.

—Para ser franco, me gustaría hablar contigo de algo mucho más importante que de Luhan...—JunMyeon enganchó sus posesivos dedos en las solapas del traje de SeHun—. Por lo que tengo entendido, mi abuelo pasó estas últimas semanas intentando destruir tu empresa.

SeHun se puso completamente rígido y se echó hacia atrás para mirar la cara de JunMyeon.

—¿Cómo te has enterado? —preguntó.

—No te lo vas a creer cuando te lo cuente. —suspiro JunMyeon, pensando en la grabación que había permitido a Sooman hablar desde la tumba—. Lo que no entiendo es por qué no me lo contaste.

—Espero que lo entiendas conejito. —SeHun frunció el ceño—. Tú eres mi esposo y él era tu abuelo. La situación podría haberte incomodado mucho.

—sí, pero...

—No estaba dispuesto a permitir que eso ocurriera. —aseguro SeHun tomándole la mano—. Es mi obligación protegerte.

—¿Teniéndome en la ignorancia durante semanas y semanas? Eso me hace sentir un poco estúpido. No soy un niño SeHun. Somos iguales en este matrimonio. Si piensas que debes protegerme, creo que también es mi trabajo apoyarte cuando vienen los tiempos difíciles. —acoto JunMyeon con seguridad.

—Eso que acabas de decir es muy hermoso mi amor.

SeHun depositó un beso en la cabeza de JunMyeon como si fuera precisamente lo que JunMyeon acababa de negar que era: un niño. SeHun estaba tan cerca de él, que JunMyeon podía oler el evocativo aroma de su piel y un erótico escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

—Pero si te hubiera dicho lo que ocurría, eso habría estropeado nuestra luna de miel. —hablo SeHun—. Luego tuviste que enfrentarte al trauma del aborto. La preocupación te podría haber puesto al borde de la muerte mi amor. Y yo no podía permitirlo.

—Pero tenía derecho a saberlo...

—No te pediré disculpas conejito. —le dijo SeHun acariciando las mejillas de JunMyeon—. Si pudiera volver atrás en el tiempo, habría hecho exactamente lo mismo.

ENTRE DINASTIAS -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora