Diphylleia grayi es conocida como "flor esqueleto" o "flor de cristal".
Solo se puede encontrar en tres partes del mundo: en Japón, en China y en algunas zonas de Estados Unidos.
Cuando llueve y se moja sus pétalos pasan de ser de un color blanco opaco a ser casi transparentes, con una apariencia de cristal.
En muchas de esas poblaciones asiáticas se la relaciona con la pureza y la belleza efímera.
El tiempo parece haberse detenido en esa pequeña despensa. Incluso el ruido de la lluvia de fondo queda opacado por el sonido de ambas respiraciones. Assane y Min-ho están tan cerca, que ninguno de los dos sabe dónde empieza su aliento y comienza el del otro. Puede que solo se besaran una vez hace muchos años, pero hay una extraña sensación de familiaridad en este abrazo y en esta cercanía, y ninguno de los dos parece ser consciente de haberse quedado colgado en ese momento, como si fuera una evocación del pasado. Y, aun así, también se siente como un momento nuevo. Es una mezcla entre el pasado y el presente que provoca en los dos una especie de frenesí indescriptible.
Assane no puede evitar mirar los labios de Min-ho. Esos labios que tan cálidamente le acogieron una vez y de los que no ha podido olvidarse jamás. Este Min-ho es diferente, más adulto, más maduro y, desde luego, más fuerte que entonces. Pero, aun así, sigue siendo más bajito que él y Assane debe hacer esfuerzos sobre humanos para no dejarse llevar por el impulso de estrecharle aún con más fuerza y terminar de una vez con la distancia que separa sus labios de los de él. No debe hacerlo, no debe caer en ello, porque hay demasiadas preguntas sin resolver y porque su amor propio no se lo permite. Y, muy en el fondo, aunque no se lo reconozca así mismo, teme ser rechazado y sufrir en consecuencia.
Min-ho no tiene ni idea de cómo es capaz de controlar su propio cuerpo para no temblar como un flan. Quizá sea porque se encuentra rodeado de los brazos de Assane y estos le dan cierta estabilidad. Cosa curiosa, porque son también, con toda probabilidad, los causantes de que haya perdido toda capacidad de reacción.
Para poder mirarle, Min-ho tiene que levantar ligeramente la cabeza. Pero, no son sus ojos los que busca, no tendría el valor para enfrentarlos. Lo que no puede dejar de mirar son sus labios. Siempre ha sido bastante cobarde, por eso no se atreve a dar el paso y hacer lo que realmente desea, que es besarle. Lo desea tanto que sería capaz de gritar de frustración. Juraría que a cada segundo que pasa están más cerca el uno del otro. Y justo cuando empieza a creer que finalmente pasará, que sus labios de verdad podrán sentir los de Assane de nuevo, éste se separa con brusquedad, y Min-ho siente que se le cae el alma a los pies.
—Sólo es una tormenta, —dice Assane sin mirarle directamente a la cara y presionando de nuevo la camiseta contra su pecho.
Min-ho, que se muere de la vergüenza y que reza porque Assane no haya adivinado sus intenciones, le obedece en el acto y se pone la camiseta sin protestar. Por suerte para él, Assane no sale corriendo, y aunque siguen sin mediar palabra, ha permanecido en el sitio.
—¿Tienes un botiquín? —pregunta Min-ho, algo más sereno.
—Quoi? —dice Assane confundido.
Pero Min-ho que siente que perderá los papeles si sigue hablando, sale de nuevo a la cocina, seguido muy de cerca por Assane, y se pone a buscar un botiquín en los armarios.
Él lleva muchos años de camarero y sabe perfectamente que todo buen cocinero tiene un botiquín a mano, pues los accidentes en la cocina, manejando cuchillos y fuegos, son más habituales que en otras profesiones. Así que, bajo la atenta mirada de un Assane que parece muy confundido, encuentra rápidamente dicho botiquín.
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EL JARDÍN QUE DIBUJAMOS
RomanceEsta novela se escribió en directo en el canal de Twitch "Entre tulipanes" cada martes desde el 30 de agosto de 2022. Muy pronto estará disponible en Amazon.