Bajamos del avión en aquel prado verde, allí nos esperaban un grupo de hombres uniformados con un símbolo que desconocía, se trataba de un círculo y en medio una estrella de doce puntas.
Subimos en los coches que nos llevarían a la escuela, y la directora Keila comenzó a explicarme brevemente el origen del centro. Procyon fue creada para los hijos de los descendientes directos, allí asisten a clases al mismo tiempo que son entrenados por los mejores guerreros, para estar siempre preparados, por si una gran catástrofe volviera a ocurrir. Su nombre se debe a la estrella más brillante del firmamento y sus fundadores fueron los líderes de los ejércitos de cada reino, tras firmar una alianza entre sus pueblos, acordaron crear aquel colegio, para la seguridad de los humanos, sus pueblos y los dioses. Allí daban clases de los elementos, historia de los astros, formación de combate y asignaturas de nuestro mundo como matemáticas, física o química.
Los uniformes de aquellos soldados estaban forjados a partir del Gramante el material más resistente y flexible jamás conocido, les otorgan una invulnerabilidad total ante cualquier arma humana, ya fuera una pistola o una espada de acero corriente.
Tras un breve recorrido, el coche paró, y cuando me abrieron la puerta me topé con un gran edificio pentagonal de cuatro plantas de altura, alrededor de sus paredes, estaba rodeado de columnas, en cada una habían incrustadas los símbolos de los signos: el toro de Tauro, el león de Leo, el cangrejo de Cáncer, el centauro de Sagitario, la balanza de Libra, los peces de Piscis, el carnero de Aries, la cabra de Capricornio, el escorpión de Escorpio, la vasija de agua de Acuario, los gemelos de Géminis y la virgen de Virgo. El centro estaba rodeado de unos jardines kilométricos que contaban con varios caminos que llevaban a la escuela y sus diferentes facciones desde distintos lugares. Nos adentramos en el edificio y por dentro era aún más grande y bonito, pasillos anchos y largos recorrían aquellas paredes que estaban compuestas de clases y salas de diferentes tipos y tamaños. Estaba dividido en cinco secciones, las generales donde todos los alumnos daban las asignaturas mundanas por igual y luego otras cuatro que se dividían en habilidades, allí desarrollaban sus destrezas y las entrenaban, estaba ligada a todo lo deportista; sanación, desempeñaban ejercicios de curación y enfermería; elementos, aprendían todo lo necesario sobre su elemento correspondiente y toda su historia; y astrología, les enseñaban todo lo que tenían que saber del cielo, sus estrellas y constelaciones, a guiarse de ellas, los diferentes reinos que hay en ellas y las historias que tienen detrás. Sin embargo, había una sala más, su puerta era de un tono bastante oscuro, bastante misteriosa, haciendo que mi interés por ella aumentara aún más.
- ¿Qué es esa puerta de ahí directora Keila? – pregunté intrigada.
- Nada de lo que tengas que tener interés alguno señorita – respondió arrogantemente – Bueno, y ahora que ya has visto Procyon por dentro, Aron te enseñará el resto de las instalaciones y dónde te alojarás.
- Sí, vamos Ci, te encantarán – añadió.
Aron me terminó de mostrar los lugares que faltaban, el campus, la cafetería, la sala de entrenamiento Empezó a anochecer y, para terminar, me acabó llevando a un paraje más alejado de la escuela, nos introdujimos en el bosque, por un camino un tanto oscuro, anduvimos pocos minutos hasta que llegamos a un edificio un tanto peculiar. Una sensación inquietante apareció, no me llegaba a sentir segura del todo y menos en un lugar que no conocía a nadie.
Suspiró – Ya hemos llegado, por fin – me miró y sin decir nada más entró en aquel lugar. Yo comencé a dudar si debía entrar o no, pero me daba mayor temor quedarme en aquel bosque sola, sin conocer nada, que meterme en aquel edificio que aparentemente no me daba mucha confianza, así que, me armé de valor, respiré hondo y entré. Abrí la puerta con ímpetu, tropecé con el borde del suelo que se encontraba algo elevado y caí al suelo nada más empujarla, al levantar la cabeza me encontré a un grupo de personas con su mirada puesta en mí, sin entender que estaba pasando y por qué me encontraba en el suelo. Alcé la mirada y pude leer una pancarta colgada en el techo que decía, ¡Bienvenida a Procyon!, me levanté de un brinco y me fui al lado de Aron, igual que un niño pequeño se esconde detrás de su madre.
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El corazón de Orión
NezařaditelnéTras la muerte de su padre Ciara descubre una caja que pondrá en duda todas las historias que su padre le contaba cuando era pequeña y todo lo que conocía hasta ahora, su vida, sus amigos, su mundo... ¿Será verdad la guerra de los 12 reinos? ¿Realm...