Mi nueva máscara.

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Protagonista: Francisca.

Shippeo: Francisca x OC.

Spoiler: Menos de 1000 palabras.

Acabo de salir de un examen así que puedo escribir sin presiones. Aprovechando aviso que le estoy haciendo unos recot al canon de mis niñas. Ya verán el resultado final.


El dolor no importaba ya mucho para ella. Zinerva se mantuvo en muchos entrenamientos desde que era una niña, ya existía un punto donde su cuerpo era indiferente a dolores más comunes. En este caso, residir a Francisca dentro de ella, perdiendo la llamada pureza o virginidad no le provocó nada más allá de una incomodidad que desaparecía progresivamente a cada movimiento del toro sobre ella.

Moviendo sus caderas para unirse como la sociedad fuera del santuario solo se veía adecuado para hombre y mujer casada. Ambos estaban conscientes, y aunque no lo expresarán por fruto de la inexperiencia visualizarse en un posible futuro, o imaginarse cómo posibles esposos fue una innecesario bastante gratificante para ambos.

Ambos cuerpos con varias cicatrices. Ambos cuerpos marcados por la situación de la guerra, fuertes para soportarla, pero ambos sonriendo como niños nuevamente. Como si ignoraran su alrededor o de plano no les importará.

Él rostro de la chica era bonito. Apenas lo estaba empezando a notar. Cuando volvió a abrir los ojos luego de separarse de su tranquilo besó, quiso verla. Moviendo su mano en una acaricia a ella mientras con la otra sujetaba su mano. Moviéndose de forma más lenta contra ella.

Anhelo, amor, admiración tal vez. Poco podían distinguir en la oscuridad de esa noche, dónde la luna empezaba a ocultar su luz.

El mareo del primer orgasmo fue suficiente para que ambos se detuvieran. Brillando una vez la inexperiencia de ambos. Algo era hacerlo y otra cosa era conocer de lo que hacían. Fueron torpes en lo que cabía pero fue satisfactorio para los 2, no solo el acto si no terminar de romper la tensión que entre los 2 había, sabiendo que no era respeto si no deseo.

— Fue… Bastante confortante. — Cuando la vela que usaban se consumió y el metal en la cera hizo su trabajo para despertarlos, Zinerva se separó del toro para arreglarse a ella misma. Sentía un enorme pesó fuera de ella misma tras tomar esa decisión, dónde tuvo la suerte que ninguna normal incumplió.

Respirando profundamente, se terminó de mirar al espejo para verificar su ropa, notando la máscara en su mesa. Sujetándola en las manos a una altura cerca de su rostro. Lo último que se escuchó fue un fuerte sonido.

— ¿Pasa algo? — El rubio se acercó a ella. La notaba con la mirada perdida, concentrada en su máscara.

— Me quedé pensando. Está máscara, ha significado mucho desde que empecé a tener uso de razón. A Veces no me siento cómoda del todo con esta vida, y… Según el patriarca fuera del Santuario no es mejor, aún qué noche la pase bien contigo.  — ¿Ser amaba?  ¿Será eso lo que la tiene en un shock moral en cuanto a su lealtad a Athena? — Por eso tomé está decisión.

— Ya veo… — Sin saber que responderle, dió unos pasos para apoyarse en la pared. Estaban empezando una relación así que se esforzó en buscar unas palabras adecuadas, aunque no podía entender del todo a la Saint. — Yo también… Es muy diferente a como lo imaginé.

— ¿Así?

— Bueno, si he llegado a imaginarme en una familia. — admitió. — No sé porqué tampoco, solo me entra la curiosidad a veces.

— Pero es difícil controlar las emociones por momentos. La soledad de un campo de batalla tampoco es la mejor.

— Ahora que lo recuerdo. ¿Has visto a muchas compañeras morir, no?  — Débilmente ella asintió. Era bien sabido y advertido que los entrenamientos eran letales hasta para los hombres más fuertes, poca estima se le tenía a las mujeres para cumplirlos. Y pocas lo han llegado a superar.

— Tampoco es lindo no poder siquiera tener compasión por unas amigas. Verlas morir y que su fracaso obligatoriamente tenga que ser tu motivación. — Ese era un recuerdo casi grabado en su mente. Cómo bien dijo, el patriarca llegó a hablar con ellas.

— Entiendo a qué te refieres. Uhmm… Sabes… — Cayendo en cuenta de algo, Francisca preguntó. — ¿Si decides amar a un hombre que pasa con la ley de las máscaras?

— La verdad no lo sé.  Nunca se nos dijo nada. Se nos enseña que amar es una deshonra, según el patriarca Athena  nos valora cómo nadie más hace, solo pide eso a cambió. — Si mal no recordaba, su maestra decía que la ley empezó por petición de las guerras en esa época.

— Creo que, mala decisión no tomaste entonces. Y… Creo que es mejor. Creo que soy el primero en decirte lo linda que eres. — Sonrojada, la Saint aceptó el halago besando de forma dulce al Toro. Volviéndose a poner la máscara, pero ahora, cortada a la mitad de forma perfecta y prolija gracias a su cosmos de fuego. Pareciendo casi una máscara de ópera.

— Joven Zinerva. — Firme la mujer Saint se presentó frente al patriarca, informando de su decisión y el porqué de su nueva máscara.

Tauro Gold Saint Zone (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora