Después de la muerte de su hermana mayor, Melissa debe asumir la posición de Princesa heredera y adaptarse a su nuevo rol en la Corona, lo cual no será del todo fácil.
Una visita a los jugadores de la selección española cambiaría la burbuja en la q...
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Maratón (2/3)
Llevo varios días enseñandole a conducir a Pablo cuando no tiene entrenamiento.
—Ubicate al lado del coche —le indico. —Reversa, ahora gira el volante rápido
Hoy tocaba practicar estacionarse en paralelo, estábamos a unas cuadras de la casa.
—Oye, alto —la cámara trasera emite un sonido de alerta indicando que ya estamos muy cerca del coche de atrás.
Pablo acelera por accidente y se escucha un golpe, gracias a los cinturones de seguridad no salimos volando hacía enfrente, únicamente nos sacudimos un poco en el asiento debido al impacto.
—Joder —lo primero que dice Pablo al bajarnos del coche.
—¿Joder? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —observo el choque del otro auto, aunque el golpe no fue muy fuerte, el cristal del faro delantero estaba roto. En cambio, la camioneta que Carla rentó solo tenía un ligero rasguño en la parte trasera.
—Es tu culpa, tú eres mi maestra —Pablo me señala y ruedo los ojos.
—¡Tú ibas detrás del volante, genio! —exploto.
—¡Yo solo seguía tus instrucciones y esto paso! —señala el auto chocado.
—¿Qué pasa aqui? —sale un chico de la casa de enfrente y se acerca para ver el coche. —¡¿Qué le hicieron a mi Audi?! —exclama molesto.
—Pagaremos por los daños —hablo de inmediato para calmar ma situación.
El chico termina de inspeccionar su auto afectado y voltea a verme.
—Soy Alexander, encantado —me ofrece su mano y la acepto. Era muy alto y tenía el cabello azabache.
—Yo Pablo —el castaño aparta mi mano para saludar al chico.
—No escuche tu nombre —Alexander me mira e ignora el saludo de Pablo.
—Melissa
—Lindo nombre —sonríe.
—Solo dinos cuánto quieres —dice Pablo aburrido.
—Ah eso, creo que podemos arreglarlo entre nosotros —responde el chico despreocupado.
—La cantidad es lo de menos —digo amable.
—El dinero no es necesario —aclara. —A cambio, ¿por qué no me aceptas una cita?
—No me van los hombres, sólo acepta el maldito dinero —responde Pablo enojado.
—No te decia a ti, idiota —Alexander voltea a ver a Pablo por primera vez. —¿Eres su novio o por qué te metes?
