CAPITULO 1

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El sonido de las sirenas de una ambulancia me despertaron. Eran las tres de la mañana y yo, Mark Stone, no sabía que ocurría.

Me levanté de la cama y curioso me asomé por la ventana. Me quedé sorprendido cuando vi a la policía y a unos médicos que salían de la ambulancia corriendo. Estaban recogiendo un cuerpo. Desde la ventana de mi habitación no pude ver bien quién era, así que me volví a acostar.

Al dia siguiente, me levanté para ir al instituto. Mi madre ya se había ido a trabajar y mi padre estaba en un viaje de negocios en Suecia. Me preparé el desayuno y, mientras bebía de mi taza de leche, encendí la televisión.

Escupí la leche cuando vi las noticias. Charlie Rogerts, un chico de mi instituto, había sido encontrado muerto a una calle de mi casa.

Charlie no era solo un chico de mi instituto. Era el sudcapitán del equipo de baseball y el chico que enamoraba a la mayoría de las chicas. Era el tipo de chico que con una simple mirada enamoraba a todas.

Cogí mi teléfono para ver la hora y vi que eran casi las ocho menos veinte y aún seguía desayunando. Me levanté corriendo y fui a cambiarme. Por suerte, cuando llegué aún no había sonado el timbre.

Directamente fui a mi taquilla, tenía que coger el libro de historia antes de que tocará el timbre o si no la profesora Morguinstán se enfurruñaría, como siempre.

Fui a clase y me senté. Cuando entró, dió los buenos días y se sentó en su mesa.
Cinco minutos después, apareció por la puerta Suní. Una chica asiática con ojos de gato y de color negro.

-Llegas tarde - dijo la profesora con su tono de superioridad.

- Solo han pasado cinco minutos, había atasco - respondió.

- Bueno te lo perdono porque hoy estoy de buen humor y no tengo ganas de discutir.

Después de eso, Suní se sentó en su sitio y seguimos con la clase.

La hora se hizo eterna. De pronto, la voz de la directora empezó a sonar por megafonía.

-Por favor, alumnos, vayan al polideportivo ahora mismo.

Todos extrañados, fuimos al gimnasio y nos sentamos en la gradas. Me senté con Leo y Hiro, unos amigos míos.

-¿Qué creéis que pasa? - dijo Leo.

- ¿No lo sabes, no? - pregunto Hiro preocupada. Hiro es una jugadora de volleyball femenino y una gran amiga.

Leo se quedó callado. Estaba claro que no sabía nada de la muerte de Charlie.

-Leo, Charlie falleció esta mañana... - le dijo Hiro poniéndole una mano en el hombro.

-Lo siento mucho, tío. - le dije agachando un poco la cabeza.

Los ojos marrones de mi amigo se llenaron de lágrimas y varias cayeron por sus mejillas.

Nos interrumpió la voz de la directora diciendo que le préstamos atención. Empezó dándonos las gracias por venir y, cuando acabó de hablarnos, algunos salieron con los ojos rojos del llanto y sin embargo otros no lloraron.

-No entiendo porque tuvo que morir él - soltó Leo.

-Las personas mueren, Leo - dijo Hiro.

-¡Yo lo quería! - gritó mi amigo.

Todos nos quedamos callados. Nunca había visto a Leo así, el era un chico muy tranquilo.

-Iba a salir del armario, ¿sabéis? - empezó diciendo - Les iba a decir a sus padres que estábamos saliendo.

-No lo sabía - comenté.

Ahí dejamos el tema y empezamos a hablar de otra cosa. Me dolía ver a mi amigo así, sabía que estaban muy enamorados.

Cuando acabó el instituto, me fui a casa, solo. Ya que mis amigos vivían lejos de mi casa.

De pronto oí un ruido. Lo había estado oyendo desde que salí del instituto. Seguí caminando hasta que alguien me tocó el hombro haciendo que me detuviera.

No Puedes Confiar En Nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora