Le tiré por quinta vez la pelota a Sumo, el cual me la trajo moviendo la cola contento. Lo acaricié cuando me la depositó en la mano. Lo tenía muy bien enseñado. Hice el gesto de volver a lanzársela pero mi brazo se congeló en el aire al oír al teniente sentado a mi lado.
—Como me rompas algo, lo pagas.
—Si quisiera hacerlo ya lo habría hecho, tengo mejor puntería que tú —ignoré su regañina y se la lancé de todas maneras. Miré fugazmente al fondo del pasillo que tenía detrás, concretamente a la puerta que había a la izquierda—. Tarda mucho, ¿no?
—Puede que no le venga bien, hace años que no los uso —cruzado de brazos siguió mi mirada antes de volver la vista a Sumo, el cual jugaba a nuestros pies.
—Me sorprende que conserves esas cosas.
—Recuerdos de juventud, sería un desacato tirarlo. Ya me entenderás cuando te hagas mayor.
—Ya soy mayor —rodé los ojos juguetonamente.
—Ni de coña. Aún te falta mucho para llegar a mi edad —bromeó.
—Bueno, sí. Pero tampoco soy la niña insegura que entró en el departamento hace algunos años.
—Tienes razón. Ya no lo eres —me miró de lado, con una pequeña sonrisa—. Aunque siempre lo serás para mí.
Se me escapó una sonrisa al oír esas bonitas palabras. No le di tiempo a reaccionar cuando le di un fuerte abrazo.
—Eres el mejor padre postizo que podría haber pedido, Hank.
—Sí, sí, ya. Ahora quítate si no quieres que te vomite encima. Tanta muestra de afecto me va a dar diabetes —se apartó con cuidado.
—Qué amargado... —fingí rencor, pero al menos se rió por mi actitud, negando con la cabeza. Oí la puerta chirriar tras nosotros. Me giré casi de inmediato para ver al androide que venía por el pasillo.
La respiración se me quedó atorada en las costillas.
Ya no llevaba su uniforme de siempre. En su lugar, una chaqueta de cuero cubría su cuerpo, junto con unos pantalones vaqueros oscuros. En la cabeza llevaba puesto un gorro y unas botas de invierno complementaban su atuendo. Se veía diferente pero a la vez natural con la nueva ropa que le había prestado Hank.
—¡Te queda como un guante, chico! —lo elogió el mayor.
—¿De verdad? —se miró un poco a sí mismo. Me levanté de mi asiento y me acerqué a él, tomándolo desprevenido cuando puse mis manos en su cabeza, ajustando su gorro un poco para que no le quedara tan holgado. Noté que se lo había colocado de manera que su LED era tapado por la tela. No dijo nada, solo notaba su mirada en mí mientras me dejaba hacer.
—Ahora ya estás listo —me separé un poco para verlo mejor—. Hank tiene razón, estás muy guapo —me sinceré, con algo de timidez.
—Gracias —sonrió cálidamente, a lo que no pude evitar sonrojarme—. También a usted, Hank. No podría realizar la misión sin la ropa que me ha prestado —se dirigió al peliblanco.
—Descuida, te la puedes quedar. Total, a mí ya no me viene —soltó una risa seca.
—Connor —llamé su atención—. ¿Estás seguro de todo esto?
—Sí —asintió, poniéndose un poco serio—. De esta manera puedo infiltrarme mejor en Jericho y pasar inadvertido hasta que encuentre a Markus.
—Es un buen plan, no se esperarán que un androide de la policía se cuele entre ellos —el teniente comentó, encogiéndose de hombros.
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𝐀 𝐆𝐥𝐢𝐦𝐦𝐞𝐫 𝐎𝐟 𝐇𝐨𝐩𝐞 || 𝐂𝐨𝐧𝐧𝐨𝐫 𝐱 𝐎𝐜 ||
RomanceEn el año 2038 los androides son una realidad para la vida cotidiana en Detroit. La tecnología ha avanzado a pasos agigantados y la mano de obra humana poco a poco deja de ser necesaria. Meghan es detective en el DPD junto a su compañero, el tenien...