Capítulo 7

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Después de ese día cada vez que estábamos a solas Alan atacaba mis labios y cuello, pero nunca llegábamos a más. 

El tiempo pasó y ahora nos queda menos de un mes para la entrega, yo seguía yendo todos los viernes a su despacho, dónde nos quedábamos hasta las tantas debido a que nos distraíamos entre nosotros con bromas, besos o simples charlas sin sentido, con las que ahora se que le gusta el helado de menta con chocolate-algo malo tenía que tener-, su película favorita es la tercera de Harry Potter y que, aún trabajando en una editorial, ya no lee mucho por falta de tiempo y porque ninguna historia consigue engancharle.

También había descubierto- te lo dijo directamente, no te las des de Sherlock Holmes- durante las cenas post-trabajo, la vuelta en coche a mi casa, que tiene una sobrina de cinco años que siempre le pide un gato para su cumpleaños pero que es alérgica al pelo de animal, y que sus padres viven a cuatro horas en coche en una casa en el campo, alejada de la ciudad ya que no les gusta el ruido de los coches.

Ese día salimos antes de trabajar y por tanto fuimos antes a cenar y llegué antes a casa.

La sorpresa fue cuando al llegar y abrir la puerta Shasha tenía mi mochila negra en la mano llena de mi ropa.

-Necesitamos la casa esta noche.

Y me cerró la puerta en la cara sin poder decir nada y cuando iba a volver a abrir con mis llaves sentí como ponían las suyas desde dentro.

Alan, quién siempre esperaba a que entrase en casa antes de irse, salió del coche y se dirigió a mi.

-¿Qué ocurre?

-¿Te importaría llevarme a casa de una amiga?

-¿Por qué Rory? ¿Por qué no entras a casa?

No podía mirarle a la cara, tenía vergüenza por lo que me diría si le contase que no voy a poder dormir en mi cama porque mis compañeras van a hacer una fiesta y se avergüenzan de mí, él que siempre me había dicho que me hiciese oír y que luchaste por lo que es mío.

-Solo llévame, por favor- susurré sin mirarle a la cara.

-¿Y te sirve si vamos a la mía?

Asentí levemente sin saber realmente lo que me había preguntado y de repente me estaba abrazando, con una mano rodeándome la cintura y con la otra me acariciaba el pelo, y yo empecé a llorar por el estrés acumulado este último mes y por la rabia de saber que no podía hacer nada.

Cuando me calmé se apartó lentamente de mí y tras comprobar que estaba bien me rodeo los hombros con un brazo y volvimos a entrar en su coche.

✒✒✒✒✒

El camino a su casa se me hizo largo, probablemente porque a medida que nos acercábamos más consciente era de a dónde iba y más nerviosa me ponía.

Al aparcar fui consciente de donde estaba finalmente y al salir del coche pude ver un gran edificio lleno de ventanales.

Subimos a sexto piso en el que solo había dos puertas, entramos a la de la derecha.

Al abrir la puerta se podía ver directamente el salón y al girar la cabeza veía la cocina completamente abierta.

Dios es enorme.

Y eso dijo ella.

Cállate.

-Ven te enseñaré tu habitación.- Al pasar delante de mí para guiarme me dió un beso en la mejilla y yo sonreí como una tonta.

Me llevó hasta un pasillo con cuatro puertas.

-Esta- decía señalando a la de la derecha- es mi habitación y la de enfrente la tuya. La puerta del final del pasillo es un despacho y la primera que viste es un baño, aunque dentro de la habitación tienes otro.
>>Si quieres puedes ponerte el pijama y vemos una película de esas con las que debo culturizarme.

Reí por eso y le hice caso. Cuando salí de la habitación, ya con el pijama puesto, él estaba en el salón, también en pijama, con unas palomitas en la mano y el mando de la televisión, que me tendió en cuanto me vió, en la otra.

Me senté cerca de él, igual que cuando estaba en su oficina. No tardé en poner Love actually y él nos tapó con la manta, lo que no recordé fue cierta historia subida de tono de la película.

A mitad de esta, mientras dos de los personajes estaban disfrutando el momento sentí como la mano de Alan comenzo a subir por mi muslo.

Suspiré y le miré, él seguía atento a la película.

Pero cuando su mano llegó casi a mi intimidad me miró pidiéndome permiso.

Asentí y comenzó a tocarme por encima de la fina tela de mi pijama de estrellitas.

Cerré los ojos soltando algún que otro gemido mientras movía su mano sobre mi, sin volver a prestar atención a la pantalla frente a mi.

-Alan por favor...- Rogué al sentir que aquello no era suficiente, pero él se negó a ir más allá y continúo con sus movimientos lentos y tortuosos.

Cuando me cansé de esa tortura le empujé para que su espalda quedase pegada al respaldo del sofá y yo me senté a orcajadas sobre él, dejando nuestros centros juntos, y le besé.

Sentía su lengua dentro de mi boca, nos besábamos desesperadamente cuando comencé a moverme sobre su miembro, rozándonos y dándonos placer mutuo, solo separabamos nuestros labios cuando no podíamos contener nuestros gemidos entre nuestras bocas.

Le sentía realmente duro cuando me agarró de las caderas para hacer que me moviese más rápido mientras comenzaba a atacar mi cuello.

Botaba sobre él y hacía movimientos circulares cuando sentí como mi estómago se contraía y la sensación del inminente orgasmo me invadía.

-Alan...- gemí- me voy a correr.- dije como pude entre gemidos.

- Hazlo cariño.

No necesite más que oír su voz en ese tono ronco para correrme. Él se corrió al poco tiempo tras sentir como mis fluidos salían de mí.

Me sentía agotada por lo que me dejé caer sobre su pecho, me abrazó tiernamente para apagar la televisión y llevarme en brazos a su habitación.

-Después de estiududo que te niegues a dormir en mi cama ¿verdad?

-Llegas a dejarme sola y te mato- dije como pude, somnolienta.

Se rió levemente y yo sentí como su pecho vibraba y yo sonreí por ello.

Me tumbó en su cama y, ya estando tapados, me abrazó, acercándome lo máximo posible a él, haciendo que colocase la cabeza en su pecho, dejándome escuchar a su corazón.

-Buenas noches cariño.

-Buenas noches.

Y no necesité más que un beso corto por su parte para caer completamente dormida.

Dos Meses Juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora