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Los ojos de Valentina se abrieron lentamente, sentía como si despertara de un sueño profundo. Lo que percibió como una fuerte luz eran las luces de la habitación en la cual se encontraba. Reinaba el silencio, ni siquiera escuchaba murmullos a lo lejos.

Lo único que pasó por su mente fue su familia y el deseo de verlas. Poco a poco pudo estar lo suficientemente consciente como para mirar a su alrededor sin sentirse mareada. Lastimosamente se encontraba sola. Un hospital, era un cuarto lujoso, pero su cama, las máquinas a su lado, su ropa, le hacían saber donde estaba. Era exactamente lo que había deseado antes de desvanecerse y por esto pudo respirar profundo, más tranquila.

En algún lugar tendría que estar el botón para llamar a la enfermera, buscó en la cama y cerca a esta, no supo cual era pero presionó varios botones esperando que alguno funcionara.

¿Dónde estaba Juliana? ¿Habría pasado demasiado tiempo? Valentina observó sus manos unos segundos como buscando algún signo de envejecimiento que no pudo ver. Su inspección fue interrumpida por una enfermera que saludó amable al entrar.

— Buenas tardes, me alegra mucho verla despierta.

La mujer estaba algo nerviosa, no la miraba a los ojos. Se encargó de revisar la intravenosa y después a su paciente, sus ojos, lengua y su pulso.

— Buenas tardes. Yo, tengo muchas preguntas — Valentina preguntó con una voz débil. Se encontraba cansada e insegura, no sabía ni por donde empezar a preguntar.

— Claro que vas a tener muchas preguntas, es entendible. Mi nombre es María. En un momento llega la doctora y te va a contestar lo que necesites.

— ¿Cuánto tiempo llevo aquí? — Su voz salía un poco carrasposa o solo distinta a lo acostumbrado.

La enfermera miró hacia la puerta, dudaba de poder contestar.

— Llevas dos semanas aquí. Estuviste en coma y luego, bueno, lo que importa es que me alegra verte bien. — María sonrió sincera, observando como la otra reaccionaba ante la noticia y si le haría alguna pregunta más.

Desde la cama Valentina sonrió de vuelta, más por no ser maleducada que otra cosa. Hacia un real esfuerzo mental tratando de entender, le alegraba inmensamente estar viva pero estuvo en coma relativamente poco y ahora estaba sola aquí, ni siquiera con un guardaespaldas después de lo que había pasado.

Sintió por un momento miedo, se sintió sola ¿Y si habían perdido la esperanza en ella? ¿Y si su familia no sabía que estaba ahí y buscaban asesinarla finalmente? Supo que si seguía pensando así seguro iba a sentirse peor así que simplemente habló.

— ¿Puede comunicarse con mi esposa por favor? De verdad que la necesito, quiero hablar con ella.

Valentina no se esperaba el rostro lleno de duda de la enfermera, parecía confundida, casi preguntándose si ella en realidad estaba bien.

— Emh, la verdad no sabía que tenías esposa. Pero seguramente no me dijeron, voy a preguntar. No te preocupes, ya están llamando a tu familia. — Para María era importante que su paciente no se alterara mucho, no estaba en condiciones. — Espera un momento llamo a la doctora. — Caminó hasta la puerta pero allí se detuvo, dio la vuelta y preguntó. — ¿Cómo es el nombre de tu esposa?

— Juliana, Juliana Valdés de Carvajal — Dijo Valentina con total seguridad. — Además tengo una hija, se llama Ana. Si puedo tener mi celular yo misma podría llamarlas.

—Tranquila señorita, usted espere aquí y nos encargamos de esto.

Después de una mirada incluso más desconcertada la enfermera salió del lugar cerrando la puerta tras ella.

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⏰ Última actualización: Mar 22 ⏰

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