MISTERIO EN ASTURIAS

197 1 4
                                    

MANUELA SANTOS

MISTERIO EN

ASTURIAS

Junio de 1820

     Casi escondidos en un carruaje de alquiler, los marqueses de la Prada y sus dos hijas abandonaban Madrid en plena noche. La marquesa, nerviosa y con los ojos enrojecidos por el llanto apretaba entre sus manos un pequeño cofre de madera que contenía sus joyas más valiosas. Por lo demás, no viajaban con baúles ni enseres, solo las ropas que llevaban puesta.

     Hacía unos meses que el comandante Riego había conseguido que el rey Fernando jurara la Constitución de 1812, y desde entonces, el marqués, “realista” hasta la médula, había conspirado junto con un notable grupo de nobles y representantes de la iglesia. Ahora todos estaban siendo discretamente investigados.  Algunos conocidos ya habían sido interrogados y ese hecho era el desencadenante de su precipitada marcha.

     Para colmo de males, el hijo mayor del marqués acompañó al rey Fernando durante su “estancia” en Francia, y se había casado con la hija de uno de los generales franceses que luchó en España durante la guerra de la independencia, éste general era íntimo amigo de Napoleón por lo que su casamiento no estaba bien visto en España. El joven matrimonio decidió vivir en París manteniendo con su familia una discreta correspondencia.

     El caos económico tras la guerra también había favorecido el viaje, en Madrid tenían muchos gastos. La marquesa opinaba que era mejor quedarse y encontrar esposos ricos para sus hijas pero la mayoría de los nobles estaban pasando los mismos apuros que ellos. Lucía, la mayor, no pudo ser presentada en sociedad cuando cumplió los dieciocho años y lo mismo pasaba con Clara que tenía diecisiete.

     Cansado, el marqués apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y trató de no pensar en nada. Dios dirá, se dijo a sí mismo y con esa frase intentó dormir. Lucía miró a su padre que estaba sentado frente a ella y frunció el ceño. La preocupación marcaba sus rasgos. La joven sabía cuanto lamentaba dejar Madrid, en cambio a ella no le molestaba en absoluto.  Cuando sus padres le comunicaron que no podrían presentarla en sociedad se alegró de veras. Ansiaba volver a la casa de sus abuelos, que estaba en un pueblo de Asturias. Una bella mansión rodeada de árboles cercana al mar. Cerró los ojos y recordó sus veranos de la infancia antes de la guerra. Cuando Napoleón invadió España también volvieron allí pero las tropas francesas se habían adueñado de la casa y tuvieron que vivir en una bonita pero mucho más pequeña casa de su propiedad en el pueblo.

     Lucía empezó a recordar. Era una niña, apenas una adolescente cuando conoció a los hermanos Tyler, Carlos, el chico más guapo que había visto en su vida, y Alejandra, su preciosa hermana rubia de grandes ojos azules. Que mal se lo hicieron pasar, se reían de ella y la humillaban siempre que podían. Clara era demasiado pequeña para darse cuenta de esas cosas, pero ella siempre acababa llorando en su habitación.

     –Lucía ¿estás despierta? –le susurró su hermana a su lado.

     –Sí, no puedo dormir con este traqueteo.

     –Han pasado seis años ¿Cómo estará nuestra casa?

     –Por favor, callaos –cortó la marquesa–. Vuestro padre trata de dormir.

     Las chicas volvieron a concentrarse en sus recuerdos.

     Unos golpes en la puerta de su habitación sobresaltaron a Lucía que miraba absorta el mar desde su ventana. Clara entró y se dejó caer sobre la cama de una manera muy poco elegante.

     –Ha llegado, está abajo –dijo mirando a su hermana mayor.

     –¿Quién?

     –Pues la señorita Torres ¿Quién va a ser?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 01, 2013 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MISTERIO EN ASTURIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora