Era la quinta noche seguida en la que me despertaba reviviendo a Del Morbo gritando el nombre de "¡Agustín!".
Bananín notó mi inquietud y la respiración acelerada. Sentí su mano deslizarse sobre mi hombro y lo frotó con suavidad. Con los ojos entrecerrados divisé que me sonreía, conocía bien cómo derribar mis muros.
'Pobre' pensé, él tenía que soportar mis ataques nocturnos de ansiedad, mientras en el día seguía clipeando para los fans de Gran Hermano. Intenté sonreírle también, mientras él me acariciaba la oreja hasta quedarme dormido.
En el día evitaba escuchar algo relacionado al programa. Decidí alejarme de las redes, me distraía trabajando, leyendo y cocinando. Eso nos distanció bastante.
Lo charlamos varias veces: Más allá de que Bananín y yo estuviésemos juntos, el ver a Marcos sin Agustín, me hacía sentir en carne propia la separación. Atravesaba un duelo por ellos, aunque él intentara calmarme, contándome que el enano estaba más hermoso y radiante que nunca, domando panelistas en todos los programas, yo no soportaba la idea de ellos dos separados, y Marcos solo en esa casa, rodeado de víboras y malas energías.
Cada vez que pasaba cerca de Bananín, él me seguía con la mirada, sonriendo o tomándome de las manos, intentando animarme, pero lograba lo contrario. Me sentía culpable, no quería que se preocupara ni deprimirlo también, así que lo decidí.
-Me voy unos días.- Le dije, mientras el plátano tuiteaba sobre la noche de los exs.
Se volteó y en su cara pude ver la expresión del "Ke", causándome mucha ternura. Esperó en silencio a que le dijera algo más. No lo hice. Cuando sus ojos color miel comenzaron a brillar, volvió la vista a la pantalla.
Me fui a la cama angustiado. Oí sus pasos hacia la habitación y disimulé estar dormido. Sentía su presencia al borde de la cama observándome. Se acercó a mí, lo escuché suspirar, me besó en la frente y acariciándome el pelo me dijo:
"Acordáte, mientras yo esté, nunca vas a estar solo."