Parte I

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Las olas de calor flamean palpablemente sobre las innumerables cabezas que ocupan las amplias calles de la ciudad de Buenos Aires.

El hielo en el vino de Julián se derrite a medida que pasan las horas y el decantador comienza a gotear entre sus manos, el alcohol se calienta y también lo hace su piel bajo el sol, y sabe que mañana tendrá resaca. No importa.

Este es el día más feliz de su vida después de todo.

Julián mira a su alrededor y siente en sus ojos el consabido ardor que viene antes de las lágrimas. Sus compañeros bailan al ritmo de los cánticos de la multitud mientras pasan de mano en mano jarras de cerveza y vino, se abrazan y sonríen, besan con alegría aquella copa que les costó sangre, sudor y lágrimas y luego la levantan en el aire para que el pueblo argentino la vea.

-Qué lindo es estar de vuelta, dice Enzo a su lado, con una sonrisa tan grande que podría iluminar toda la ciudad de Buenos Aires. No hay lugar en la tierra que se compare con este.

No sabe si es el vino tibio o la alegría de ser campeón del mundo, pero Julián cree que podría besarlo en ese mismo momento, que ninguna de las adolescentes que gritan su nombre con euforia lo ven como él lo ve, que ni siquiera sus compañeros o todos esos clubes que fichan a Enzo saben lo especial que realmente es. Pero todo lo que su estado de embriaguez le permite hacer es reírse, y mientras Enzo arregla su gorra mojada para ponérsela de nuevo, Julián lo agarra por el cabello para acercarlo y darle un beso en la cabeza.

...

-No puedo creer que te hayan dejado a cargo de la copa del mundo, no podes ni caminar derecho, dice Enzo mientras entran a la habitación que comparten temporalmente en la sede local. El mayor se ríe y comienza a correr por el lugar tratando de escapar de su compañero de cuarto.

-Dejá de correr que si te lastimás Pep nos va a matar, pero Julián abraza la copa como quien lleva un bebé en brazos y sigue corriendo esquivando a Enzo.

Y si realmente se detiene a pensarlo, no quiere volver a esa ciudad a la que no pertenece, no quiere que el aire frío de Manchester le adormezca los dedos y no quiere despertarse con otra vista que la de Enzo durmiendo pacíficamente con el ceño fruncido en la cama frente a él.

Es así que de repente frena sobre sus talones y se deja atrapar, pero inmediatamente se arrepiente, porque Enzo empuja la copa a un lado y le hace cosquillas hasta que cae sobre la cama, donde lo atrapa sujetando sus muñecas. Julián se ríe como un niño que fue atrapado jugando al escondite.

-¿Alguna vez te cansás de correr? Enzo pregunta sentado encima de él con aliento exaltado.

Sus largas extremidades inmovilizan el cuerpo de Julián, quien desde abajo lo mira con los ojos entrecerrados, mientras se pregunta cuándo fue la última vez que realmente miró a Enzo.

Este es mi mejor amigo, piensa Julián, tratando de convencer a su tonto corazón, que parece estar listo para instalarse en alguna esquina de la maleta de Enzo y partir con él a Italia.

No pertenece a nadie más de todos modos.

Están tan cerca el uno del otro que Julián puede notar cómo Enzo tiene la nariz enrojecida después de pasar tantas horas bajo el sol de la capital.

-¿Qué le hiciste a esa cara bonita tuya?

Enzo sacude la cabeza riendo.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2023 ⏰

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