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—Stiles, ¿Estás seguro de esto? No me parece una buena idea–. Mencionó Scott ayudándolo a cargar todo lo que el castaño estaba llevando.

—Calla Scott, es para un bien mayor–. El castaño de ojos miel siguió su plan de manera firme. No iba a dejar a cierto gruñón morir de hambre.

—Pero, digo, ¿Vale la pena hacer todo esto?–. Exhaló, cansado. Subir cinco pisos del internado era agotador, y más cuando cargabas compras para tres personas. Stiles compró suficiente comida para tres personas y no podía con todo solo.

—Scotty, te recompensaré lo prometo–. Dijo ya llegando al quinto piso, acomodando todo afuera del cuarto para buscar sus llaves, que al parecer de alguna manera se habían extraviado en algún lugar de su pantalón.

—Si, sí–. Balbuceaba Scott.

Y bien, ¿Cómo llegaron a esto?

Bueno, resulta que el plan de Stiles acerca de "Descascarar a Derek", estaba en marcha, y se había percatado, que el chico de ojos verdes no estaba alimentándose bien. Cada vez Stiles lo veía más delgado, y con más ojeras bajo sus ojos. No se veía bien, se veía agotado.

Y él tuvo una idea para poder ayudarlo.

Que mejor que sus artes culinarias.

—Scotty pasa todo a la cocina y mientras, preparo algo para cenar–. Dijo el castaño mientras veía como con dificultad Scott pasaba la pila de compras que habían hecho esa tarde mientras él tomaba su paquete del suelo e ingresaba a la habitación.

Stiles sabía defenderse en la cocina. Cuando su madre falleció y su padre se dedicó al alcohol, nadie pudo encargarse del pequeño Stiles, por lo que aprendió desde muy pequeño a cocinar.

Actualmente, cocinaba tan bien que podría incluso darle una lección a un chef profesional.

Esa noche hizo espaguetis con albóndigas para cenar y Scott fue muy bien recompensado, no se quejó en lo que quedó de la noche.

[...]

Su idea era clara en su cabeza, pero al momento de ejecutarla se encontraba perdido, su idea de ir al bosque en la mañana, con una bolsa de papel llena de sanguches para Derek como desayuno; consideró que era la mejor idea. Lastimosamente  estaba arrepintiéndose. En primer lugar, no sabía donde vivía Derek, sabía por rumores que él vivía en el bosque, en una cabaña, pero no sabía el camino, y temía haberse perdido.

Su sentido de orientación no era del todo bueno a decir verdad.

—¡Derek! ¡Derek soy yo! ¡Stiles!–. Gritó con fuerza, pero sin respuesta alguna.

Se estaba rindiendo cuando de pronto escuchó los arbustos mecerse, y a pesar de que la luz del día lo acompañaba, tuvo miedo, sintió ese escalofrío característico y se arrepintió de haber ido solo. "Carajo, Scott tenía razón". Maldijo en su cabeza mientras escuchaba pisadas moverse en círculos, como evaluándolo.

—D-Derek si eres tú no estoy jugando enserio–. Murmuró y de pronto  un silencio sepulcral se hizo presente. Abrió la boca pero ningún sonido salió de ella.

De repente se asomó una cabeza negra y esos resplandecientes ojos azules salieron de un arbusto cerca donde se encontraba. Contuvo la respiración.

Era aquel lobo negro de esa noche.

Pero esta vez, aquel lobo no le mostraba los colmillos, simplemente lo veía con atención, su mirada fija e indiscreta. Exhaló despacio.

—Hola amigo–. Susurró muy bajito, intentando recomponer su postura.—Ya me iba ¿si?, no es necesario que me comas aquí mismo–. Susurró mientras trataba de caminar para atrás.

Instintos |O M E G A V E R S E| -P A U S A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora