Capítulo 5

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No hay un reloj en la clase, pero escucho fuertemente el sonido de uno, un "tic tac" hipnótico, mientras que todas las demás voces parecen sonar de fondo. Puedo verlos, puedo moverme, pero no estoy con ellos.

Es la segunda clase que el profesor de literatura se toma todo el tiempo posible para explicar a detalle cómo son las reglas del ensayo que debemos entregar en un mes. Conozco exactamente el tema que quiero tocar, pero me falta mucha investigación.

¿Qué mejor oportunidad para validar a aquellos próceres a los que se les arrebató su propiedad intelectual? Quizás no muchos me entiendan cuando tenga que pasar al frente a defender mi ensayo, pero creo que esta causa es justa.

A la salida de la escuela pude visualizar una silueta. Estaba debajo de un árbol y un poco retraído. Era Daniel, mi hermano.

Me vio y caminé rápido hacia él. Lo abracé fuerte. Me emocionó mucho volver a verlo.

Daniel correspondió el abrazo con fuerza y me sostuvo por unos segundos, antes de soltarme y verme a los ojos. Podía ver la preocupación en su mirada.

-Gema, ¿cómo estás? - preguntó con un tono de voz más bajo de lo habitual.

-Estoy bien, ¿y tú? - respondí tratando de sonar optimista.

-Bien, bien - respondió él, pero noté que parecía cansado y tenía ojeras.

Pasamos unos segundos en silencio, hasta que finalmente él habló de nuevo.

- Escucha, Gema, sé que las cosas no han sido fáciles para ti últimamente. Y yo sé que yo no he sido el mejor hermano. Pero quiero que sepas que siempre voy a estar aquí para ti. Siempre -

Me emocioné al escuchar sus palabras. No sabía que necesitaba escuchar eso de él, pero de alguna manera, me dio una sensación de seguridad y consuelo.

- Gracias, Daniel. Yo también siempre estaré aquí para ti - respondí con sinceridad.

Luego comenzamos a caminar juntos hacia una plaza que estaba cerca.

Desde que Daniel comenzó a tener problemas con las drogas, nuestras conversaciones se volvieron cada vez más incómodas y tensas. No sabía cómo abordar el tema sin que terminara en una discusión.

-¿Cómo van las cosas en el centro?- quise hacer una pregunta sutil para tener un panorama general de su situación sin ponerlo a la defensiva.

-No está mal. Sigo asistiendo a las terapias y parece que están dando resultado- dijo Daniel, tratando de sonar optimista.

Me alegré de escuchar que estaba progresando, pero aún no podía evitar sentirme un poco frustrada. ¿Por qué tantas cosas horribles debían pasarle tan temprano en la vida?

-Oye, no quiero presionarte, pero te dije que te ayudaría con tus tareas si lo necesitas- dijo Daniel.

-En realidad, hay algo en lo que podrías ayudarme. Tengo que hacer un ensayo para literatura sobre la propiedad intelectual y no sé por dónde empezar-.

Daniel asintió con la cabeza. -Claro, lo que sea. ¿Te parece si vamos a tomar un helado y lo hablamos?-

Acepté su oferta y caminamos juntos hacia la heladería en la esquina de la calle. Era mejor idea que soportar el abundante calor de una plaza poco después del mediodía. Mientras saboreábamos nuestros helados, Daniel y yo hablamos sobre el tema del ensayo. Me sorprendió lo bien informado que estaba sobre el tema y cómo pudo ayudarme a enfocar mi argumento. Siempre fue muy listo, tenía una memoria y un razonamiento que envidiaba, podía hablar de lo que sea y siempre sorprendía a todos, además tiene un gran corazón. Si existe algo de justicia, estoy segura de que las cosas pueden mejorar para él.

Cuando terminamos de hablar, mostré una actitud más seria, pero dulce y lo tomé de la mano.

-Realmente Dani, ¿Cómo haz estado? No te he visto en un mes-

Daniel suspiró y frunció el ceño. -No muy bien, Gema. He tenido que quedarme en la calle durante estos últimos días -

-¿Qué? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Dónde te quedaste?-

Daniel evitó mi mirada y bajó la cabeza. -No quería preocuparte. He estado durmiendo en algunos parques y en los bancos de las plazas. Pero hoy por fin logré conseguir un lugar temporal donde quedarme mientras busco algo más permanente-.

- ¿Es uno de esos edificios para personas sin hogar? -

-De momento sí, es como una especie de refugio. Es raro que me hayan aceptado, porque suelen priorizar mujeres y madres sin hogar-.

-¿Y la terapia que mencionaste?-

-Sigo yendo al hospital público para mi terapia. No puedo permitirme mucho más por ahora- respondió Daniel con un tono apagado.

Lo miré y apreté su mano. -Dani, no tienes que pasar por esto solo. Estoy aquí para ayudarte, siempre lo estaré. Prométeme que me vas a decir todo lo que necesitas, ¿sí?, puedo empezar con llevarte comida-

Él se negó diciendo que no quería ser una carga para mí. Le dije que él no era ninguna carga y que iba a apoyarlo.

Daniel se quedó callado por un momento y luego suspiró. -Está bien, gracias Gema. Te lo agradezco mucho -

-No tienes que agradecerme hermano, te quiero-

Daniel sonrió tímidamente y luego nos despedimos con un abrazo. Me dio los datos del lugar donde estaba para que pueda llevarle la comida a la salida del colegio cada vez que pueda y acordamos encontrarnos de nuevo pronto.

En El Nombre Del PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora