CAPÍTULO 27 "¿CITA DOBLE?"

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Camile.

—No puedo creer que ese algodón de azúcar me esté ganando — dijo Lily molesta.

Estábamos en la cafetería de la escuela, yo comía un sándwich y ella una sopa de coditos hervidos con queso —o bueno como les gustaba llamarles, mac and chesse—

«Macarrones con queso.

Coditos del dos con queso»

Bueno, estábamos en la cafetería, Lily estaba que echaba chispas. Estela se había convertido en una contrincante para ella, y por más de que la convenciera de que no era así, que las dos estaban en el mismo equipo y que ninguna era más que la otra, ella se empeñaba en no escucharme, sentía que ella la opacaba por ser "mejor" cuando no era así, pero no había poder en la tierra —y en el multiverso— que la hiciera entrar en razón.

Lily siempre fue buena en el hockey, pero simplemente parecía no verse a sí misma, sino que necesitaba compararse con los demás para verlo, y cuando Estela llegó las cosas se complicaron. Lily literalmente estaba hecha una fiera por el simple hecho de la existencia de Estela.

«Humea por las orejas del coraje.

Como un tren»

—Trata de relajarte Lily, solo fue una vez, la gente comete errores — traté de animarla por onceava vez en el día.

—Sí, pero yo no me puedo dar el lujo de cometerlos — me respondió llevándose el tenedor con coditos a la boca y bufar furiosa mientras los masticaba.

—Somos humanos Lily, todos los cometemos.

—Pues yo no — espetó — yo soy la niña perfecta de la familia, no me pudo dar esos lujos. Pude meter ese punto, pero al parecer soy imbécil.

—No, no lo eres.

—Sí, sí lo soy. Pude haber dado más, yo lo sé.

Ella era muy auto exigente consigo misma, y digo quién no, siempre queremos hacer todas las cosas bien y que nada nos salga mal, o bueno... sí había gente que no lo era, o tal vez sí, pero a pequeños rasgos.

Lily siempre fue así consigo misma, y no la culpo, también yo lo era, pero no a tal grado, al final aprendes a aceptar que te puedes equivocar en algunas cosas. No me malinterpreten, ella estaba en todo su derecho, pero el que hiciera ese tipo de comentarios me preocupaba de más.

—Lilyana — dije, pero me cortó.

—No me digas por mi nombre completo, se siente raro, como si me estuvieras regañando — hizo un mohín y agachó la mirada a su sopa de coditos.

—Pues entonces tómalo como un regaño — espeté en voz alta haciendo que ella diera un leve respingo y me mirara, sorprendida. — no puedes auto exigirte de esa forma, si sigues así solo vas a lograr malgastarte emocionalmente.

—Pero yo...

—Déjame hablar — la interrumpí y ella apretó los labios — Lily, eres mi mejor amiga, pero en serio, no puedes, no debes presionarte, sé que quieres ser la mejor, pero nadie es perfecto, si sigues haciéndolo solo te vas a desgastar y no quiero que eso pase, no sé quién te dijo que no puedes fallar, pero estoy segura de que, si sigues creyendo eso te vas a joder por dentro, y me preocupo.

En realidad, me daba coraje que alguien le exigiera tanto a las personas y les hicieran creer que necesitan llegar a una expectativa muy alta y eso veía en Lily y en realidad eso me ponía muy molesta, porque ella se gastaba mucho, aunque no lo demostrara.

—Tranquila, Camile — susurró tan bajito que apenas y la pude escuchar. — ya estoy mejor.

—Lily, tal vez suene un poco... — hice una pausa buscando la palabra correcta — ¿exagerada? No sé si le pueda dar esa palabra... lo que quiero decir es que no te puedes auto exigir tanto y que eso pues... tal vez tengas que platicarlo con tu familia y tal vez, no sé... ir a un psicólogo.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora