Kitsune Raiden VOLUMEN 2

Capítulo 5

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Cuando esa noche de persecución terminó, llegué a casa y decidí dormir un poco para tener energía mañana.

Sé que mi vida aquí es mucho mejor que en Kioto, pero no importa que tan lejos esté allá, las pesadillas me persiguen, y la culpa también...

Entre los vagos intentos fallidos por conciliar el sueño, una pesadilla entre tantas destacaba y me hizo levantar de golpe con la frente perlada en sudor.

¿Por qué me perseguía la culpa de haber matado a mi asesino?

¡Se lo merecía!

Sin embargo, su mirada a punto de perder la vida siempre estaba presente en mis sueños.

La culpa la tengo... ¿Pero arrepentimiento?

El mundo cruel, solo hice lo que me parecía justo.

Mis manos temblaban y mi respiración estaba ligeramente agitada... Yo leí que los Kitsune son como el yin y el yang, todos guardamos un lado oscuro incluso sin ser un Kitsune.

Pero yo no maté a un inocente, él era un asesino.

Finalmente volví a recostarme y quedé mirando al techo recordando las palabras de aquella mujer cuando la vi por primera vez.

"

Que no somos tan diferentes"

Podría incluso tener la razón.

[••••]

Al amanecer, me preparaba para un día con mucha actividad. El maestro Fuji y yo vamos en auto rumbo al aeropuerto para recoger a Andrew.

Estoy tan emocionada de volverlo a ver...

[• • • •]

—Aeropuerto de Salt Lake City, Utah—

Fuji: hemos llega-...

Pobre Fuji, ni siquiera pudo terminar su oración por qué salí disparada del auto.

Habían muchísimas personas así que me coloqué los audífonos al entrar, mirando muy atenta a todo mi entorno para lograr encontrar a Andrew con la vista.

El maestro Fuji venía a pasos tranquilos atrás de mí mientras yo me paraba de puntitas intentando ver a mi mejor amigo.

A la distancia, bajando las escaleras eléctricas estaba un joven de piel morena hablando por teléfono mientras acarreaba sus maletas y al mismo tiempo respondía al móvil intentando calmar a su ansiosa madre.

Andrew: si mamá, todo está bien. Soy un universitario responsable, confía un poco en mi ¿quieres?

Mientras él alcanzaba a escuchar los balbuceos de su llamada, él y yo conectamos miradas a la distancia. Levanté el brazo esbozando una amplia sonrisa al verlo.

— ¡ANDREW!

Andrew: te llamo luego mamá, llegaron por mí... Te quiero —sonrió y colgó— ¡HEY!

Ambos aceleramos el paso y abrimos los brazos para darnos un buen y reconfortante abrazo después de tanto.

Andrew: ¡ahí estás! Ja ja

— ¡ven a mis brazos hermano de chocolate!

Salté sobre él mientras ambos reíamos, volver a estar con Andrew me alimentaba el alma, era como despertar y en una mañana radiante con desayuno en la cama.