Me despierto remolona con su cama entera para mí. Anoche tras un último asalto caímos rendidos entregándonos juntos a Morfeo. Un rayo de luz se cuela por la ventana, y alcanzo a ver parte de su silueta en la terraza que sale de la habitación. Tiene cara de concentración, lee algo del ordenador portátil y da un trago a una taza que asumo será de café. Que mono es.
Miro la hora y me desperezo con calma, luego busco la camiseta que yo misma le quité ayer y mis braguitas que también adornan el suelo.
- ¡No, joder, no!
Maldigo en voz alta.
- Me muero.
Miro la mancha roja que he dejado sobre sus sábanas y me paso las manos por la cara agobiada. No tengo nada aquí. Solo la ropa con la que vine ayer.
Me visto con prisas e incómoda y saco las sábanas antes de salir a la terraza a despedirme de él, tengo que correr a casa.
+ Buenos días, preciosa.
Cuando me escucha se gira de inmediato, recibiéndome con la sonrisa más bonita del mundo.
- Me voy a casa.
+ ¿Hey, que pasa?
- Tengo prisa.
Hago la cobra a aquel beso que quiere regalarme, y que si recibo me hará perderme en él.
+ Reinona.
- Tengo que irme, Mateo.
+ ¿Pero qué ha pasado?
Insiste contrariado.
+ Ayer estaba todo bien.
Me mira inseguro.
+ ¿Te has arrepentido?
Pregunta comedido, haciendo que se me escape un puchero. Joder, es que encima me pongo tonta.
- No.
Prometo sorbiendo la nariz y me mira confundido.
- Me bajó la regla.
Explico avergonzada sin verle a los ojos.
- Voy a lavar las sábanas en casa.
Señalo su cama deshecha.
- Y luego te las devuelvo.
Una carcajada se le escapa.
+ No seas tonta.
Besa mi frente dulcemente.
+ Me has asustado.
Confiesa.
+ Deja eso allí que ya me ocupo yo.
Me quita las sábanas, lanzándolas lejos.
+ Y quédate conmigo, que voy a llenarte de mimos.
Atrapa mi cara con sus manos y estampa sus labios en los míos.
- Necesito compresas.
Murmuro.
- O tampones.
Me vale el qué, pero no tendrá una solución aquí. Eva aún es muy pequeñita.
- Y cambiarme las bragas...
+ Ven.
Me guía hasta el baño.
+ Date una ducha.
Abre el grifo, dejando que el agua se caliente.
+ Voy a pedirle a Malena a ver si tiene compresas o tampones, luego te preparo un desayuno rico y te llevo a casa para que te cambies, ¿vale?
Deja una caricia tierna en mi mejilla. Acepto con un gesto, moviendo la cabeza.
+ Pero alegra esa cara, anda, que no ha pasado nada.
Besa la punta de mi nariz.
- Jo, que me muero de vergüenza.
+ Eso porque eres una tonta.
Vuelve a besarme. Un beso tierno, cargado de sentimientos.
+ Quítate esto.
Tira de su camiseta, desnudándome sin intenciones de nada más que relajarme bajo el agua.
ESTÁS LEYENDO
Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar