Lucerys ha sido nombrado heredero de Driftmark pero ahora deberá mantenerse en la capital y soportar el acoso y las humillaciones de Aemond con tal de no arruinar los planes de su familia para tomar el trono de hierro.
Sin embargo, siguiendo los co...
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Lucerys.
Fue una alucinación.
Mientras intentaba huir de Vhagar me golpee la cabeza y ahora estoy alucinando.
O delirando, probablemente esté al borde de la muerte.
O tal vez Daella tenía razón, Vhagar me iba a tragar vivo. Ahora nado entre los asquerosos líquidos de su panza con alucinaciones dónde Aemond y yo nos comemos las bocas.
Mierda, ¿A quién engaño?
Está mañana apenas estaba imaginando como sería mi vida si conseguía a Aemond para mí.
¡Recién está mañana!
Está claro que en mis pensamientos alguna vez nos dabamos un beso delicado y agradable, pero solo luego de que el aceptara que fue un idiota por guardarme rencor y de que tuviéramos muchos paseos románticos como las personas normales hacen.
Y aunque no me imaginaba mucho romance por parte de Aemond, no me costaba nada soñar.
Además, los Targaryen suelen cambiar con sus parejas. Daemon es muy romántico con mamá, siempre la lleva por todo Dragonstone a vanagloriarse de sus raíces Valiryas.
Como sea, yo no bese a Aemond.
El carruaje se detiene en la fortaleza y entro a pasos rápidos, subo las escaleras y camino por los pasillos mientras me debato si suicidarme o dejar que alguien más lo haga por mí.
No puedo creer que Aemond haya dicho que estábamos burlandonos entre nosotros.
Maldito idiota.
Que vergüenza, no podré ver su cara jamás.
O la de nadie.
Además con tal de quitarse responsabilidad seguro me culpe...
—¿Príncipe Lucerys?
Me detengo en seco y giro buscando de donde proviene esa voz. Está apoyado en el balcón mirándome con curiosidad.
—Lord Cregan —aclaro mi garganta— ¿Qué hace despierto a esta hora?
