Capítulo 27

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Tu no lo sabes, pero yo si

Pasos apresurados resonaban en los pasillos, los marines se empujaban unos a otros para dejar libre el paso al almirante Akainu, su abrigo se extendía en el aire como alas de la muerte asustando a todo aquel a su paso con aquella aura impaciente por sangre y rabia.

Empujó la puerta con su mano derecha azotando la susodicha en un ruido sordo contra la pared en la oficina de Sengoku. Para su sorpresa, parados frente el escritorio del mayor ya se encontraban los otros dos almirantes, Aokiji y Kizaru. Observando sobre la madera del escritorio una pila de papeles esparcidos de lado a lado cubriendo la superficie.

Caminó con un ceño fruncido observando el material blanco con fotos impresas en el, el rostro que vió solo hizo que su expresión se profundizara y sus nudillos se pusieran blancos.

- ¿Está muerto?

Preguntó el recién llegado con los puños apretados a cada lado de su cuerpo observando los papeles. La reciente pelea de Noé le fue informada a Sengoku de primera mano antes que a cualquiera para evitar el escándalo de las masas. Había cosas que sin ese hombre, se derrumbarían y ocasionarían una guerra civil y pirata por montones. Tenía que calcular daños y una vez más, arreglar el desastre de otros.

- No está confirmado del todo, testigos infiltrados aseguran haberlo visto hundirse en el mar junto a su tripulación y aliados, pero nada más.

Le respondió Aokiji con las manos en las bolsas. Su expresión era neutral aunque era notable que debajo de sus ojos unas bolsas oscuras sobresalían por el cansancio y carga de trabajo.

- Debemos tomarlo como verdad para poder iniciar el plan de contingencia, ¿No?

Cuestionó está vez Kizaru acomodando sus lentes en el puente de su nariz, estaba intrigado ante esta situación, no había mucha actividad últimamente en el Archipiélago de Sabaody y necesitaba algo en que entreterse, por lo que Noé no podría haber matado a un emperador en mejor momento.

- Necesitamos capturarla sin importar los daños, es ella o este gobierno y todos en esta sala sabemos la respuesta.

El tono demandante y autoritario de Sengoku no se hizo esperar, esto debía acabar de una vez por todas. Si había bajas sería de aquellos prestando sus servicios y nada más. Finalmente podría cerrar la caja de Pandora y Noé sabría sobre su pasado. El conocía lo que ella no, su laguna mental era un as bajo la manga para Sengoku y una garantía para su victoria.

- ¿Qué clase de plan tienes en mente? Nada ha funcionado y los sabes bien.

Reclamo Akainu frunciendo sus boca en una expresión de disgusto. No era mentira que la marina estaba frustrada por empalar la cabeza de la niña en una lanza desde hace tiempo, su piedra en el zapato pronto había crecido y madurado a un gran muro que bloqueaba sus fines y con ello, las tensiones por parte de los altos mandos del gobierno pisaban los talones.

- No hay de qué preocuparse está vez, la niña no tendrá opción más que rendirse.

Comentó Sengoku juntando los papeles en una montaña, sus ojos estaban inyectados en sangre y unas grandes ojeras colgaban de sus ojos, era más que obvio que no había dormido o dejado de trabajar aún durante la noche.

- Eso no asegura nada, la mocosa siempre se escapa y volvemos al círculo sin principio o fin.

Escupió en recriminación el hombre de lava harto de toda la situación. Sengoku dejó de lado los papeles y en cambio, se reclinó sobre el respaldo de su silla con los ojos ahora fijos en el almirante. Un suspiro cansado salió de sus labios mientras se quitaba los lentes con su mano derecha para después frotarlos con la izquierda. Lo sabía, ya sabía de sus fracasos, los viejos del gobierno se lo habían recriminado bastante como para que siguieran hoy en día sus subordinados.

- ¡Y por eso se acaba esta vez!

Gritó con autoridad y frialdad golpenado su puño contra la madera de su escritorio. La sala se quedó en silencio después de eso, lo lograrían porque no había cavidad para el fracaso, ya no y Sengoku lo sabía de sobra.

- Esta será nuestra última batalla para ganar la guerra. No puede haber errores.

Los tres hombres parados se tentaron un poco sin saber realmente el motivo por el que este último enfrentamiento tenía que ser ganado por la marina, los que si sabían es que no era opción no traer la cabeza de la chica bajo cualquier situación o motivo.

- Si esa niña... no es detenida ahora que no sabe lo que es o que puede hacer... me temo que podemos darnos por muertos y a todos aquellos que ella considere una amenaza en su camino.

Las palabras dichas por el hombre penetraron en la cabeza de los otros de pie ¿Qué lo tenía tan asustado? ¿Qué no les estaba diciendo de la niña? Aokiji se aclaró la garganta cambiando el peso de su cuerpo a la otra pierna en un movimiento sutil.

- Con todo respeto, ya hemos visto de lo que es capaz y de lo que nosotros somos, ¿Qué le hace pensar que ganaremos esta vez? Ir allí sólo es darle muertes en bandeja de oro.

- Ella está en su territorio y tiene la ventaja de controlar el agua. Es un suicidio a decir verdad.

Esta vez se le unió Kizaru de acuerdo con los problemas de este apresurado plan que sinceramente, era una locura sin pies o cabeza. Un cúmulo de ideas y disparates nacientes a partir de frustraciones acumuladas durante meses y años. Sengoku rió apretando los dientes poniéndose los lentes de vuelta y parándose de su silla.

- Por primera vez en la historia de la creación de la marina o la justicia en los mares, las fuerzas se unirán en lo que será probablemente la mayor guerra con pérdidas que haya existido. No es sólo una batalla, no es sólo que este plan salga mal y no es sólo a quien nos enfrentamos. Es a un poder devastador que desde el primer día en que existió ya fue una amenaza para la vida.

Sengoku hablaba con la vista oscurecida, las venas de sus manos se marcaban más de lo normal mientras temblaban ligeramente. Esto era serio, bastante serio.

- Noé, la chica que puede controlar el agua y hacer cosas con oro no es solo una niña o incluso humana.

Aquello último desconcertó a los presentes, ¿De qué hablaba ahora? Esto era un total diaparate. Las miradas de los tres hombres se encontraron cuestionándose en silencio que estaba pasando.

- Noé es un arma.

Finalmente dijo el viejo hombre con la vista al frente y determinada. Sus ojos escaneaban las expresiones de los otros frente suya con notable confusión y sorpresa.

- ¿De qué estás hablando?

Cuestionó Akainu frunciendo el ceño sin creer mucho de lo que decía su mayor. Sengoku se aclaró la garganta agachandose hasta un cajón de su escritorio. Lo abrió lentamente para revelar un expediente que dejó caer en un golpe seco sobre el material del mueble. Una gran línea roja daba la bienvenida a la vista con un bien marcado "Extremadamente confidencial" en blanco sobre la portada.

- ¿Un documento ilegal?

Cuestión Kizaru ahora intrigado por los secretos que contenía dicho objeto. Se acercó un paso para examinarlo de cerca hasta que la mano de Sengoku lo retiró de su alcance colocándolo a un lado de su cuerpo en un firme agarre.

- Lo es, si. Noé es un fantasma para la sociedad si en términos de su información de origen hablamos, pero no para todos.

Y con ello, precedió a abrir el expediente ante la mirada atenta de los almirantes. Sus bocas se abrieron con sorpresa y terror cuando comprendieron porqué era tan fuerte o mejor aún, que clase de amenaza era.

- Qué problemón de mierda.










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He decidido que quiero comenzar con un buen arco de guerras, enfrentamiento y traición.

Tengan por seguro que no siempre el bien puede triunfar y haré lo mejor que esté en mis manos para demostrar que me gusta mucho los finales tristes o con venganza, ahí lo dejo :)

PD: Capitulones más largos, si señor.

©-Yaratzalli 2023


Voces silenciosas (One Piece x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora