Ojos color sol

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Hoy el sol se escondió y no quiso salir, te vio despertar y le dio miedo de morir.

La gente no conoce a Min Yoongi por ser alguien necesariamente expresivo o cariñoso... bueno, sí, está bien, a veces es excesivamente apático y él lo sabe.

Las personas que son muy cercanas a él saben que tiene un humor de perros y que no es muy bueno expresando cariño, es por es que sus relaciones amorosas siempre terminaban arruinadas.

Hasta que conoció a Jung Hoseok.

Nadie sabe cómo ni cuándo, pero sucedió, así como así. Min Yoongi, el hombre más amargo y odioso del mundo empezó a hacer todo lo que un mocoso con personalidad de rayo de sol le decía, Min Yoongi se la pasaba horas con una sonrisa mientras veía su teléfono y sus ojos tenían un brillo inexplicable cuando hablaba de ese tal Hoseok. Lo más seguro era que sus ojos brillaban tanto ahora porque ese niño del que estaba enamorado irradiaba tanta luz que hasta cegaba, y por lo visto también se contagiaba.

Min Yoongi, el gran hombre frío y duro estaba en su cama, desnudo, con una ligera sábana cubriendo la mitad de su níveo cuerpo delgado, yacía inmóvil con sus ojos adheridos a una sola dirección. Había adquirido el extraño hábito de levantarse más temprano que su amado y pasarse el rato observándolo mientras el contrario dormía plácidamente.

Abriste tus ojos y el sol guardó su pincel porque tú pintas el paisaje mejor que él.

Los ojos del chico castaño se abrieron lentamente y con dificultad, estaban adorablemente hinchados por haber dormido tantas horas. En cuanto vio al otro hombre una sonrisa espléndida se dibujó en su rostro, esculpido por el Dios más talentoso, según Yoongi. Esa sonrisa tan singular, tan brillante y contagiosa, enmarcada por esas dulces mejillas regordetas.

Cuando amanece, tu lindura, cualquier constelación se pone insegura.

—Buenos días, corazón —dijo Hoseok, con esa tonta sonrisa que hacía que el corazón de Yoongi se saliera de su pecho y se fuera volando hasta las nubes.

Un color carmesí se apoderó de las mejillas del chico mayor, lo más seguro era que Hoseok ya se había dado cuenta de que lo había estado observando... Y lo peor era que había utilizado ese "corazón" que Yoongi odiaba tanto (o al menos eso era lo que él decía, pero nadie le creía).

—Agh, ya te dije que no me gusta que me llames así, eres un cursi —respondió el mayor, exasperado, pasando una mano despreocupada por los mechones de su cabello negro como la noche.

El sol viviente sólo se limitó a reírse del berrinche de su novio y se subió sobre él, sabiendo lo mucho que odiaba eso. Pero ¿qué podía hacer? Los berrinches de su hyung eran muy lindos.

Estando así, tan cerca, Yoongi le agradeció a la vida, al destino, a Dios o a lo que sea, por permitirle levantarse todos los días y que sus ojos fueran bendecidos de esta manera a tan tempranas horas, viendo a Jung Hoseok siendo tan estúpidamente lindo como solo él sabe.

Tu belleza huele a mañana y me da de comer durante toda la semana. Tus ojos hacen magia, son magos, los abriste y ahora las montañas se reflejan en los lagos.

—¿Así es la forma en la que le dices buenos días a tu prometido? Me siento ofendido —el castaño dijo, haciendo un falso puchero.

—Como sea, bájate de encima que quiero seguir durmiendo —respondió Yoongi, sabiendo que esa era una gran mentira, puesto que ya llevaba mucho tiempo despierto, viendo dormir al amor de su vida.

—Nada de eso, tontito, me prometiste que hoy saldríamos al lugar donde te pedí, mueve tu trasero perezoso de esa cama —chilló Hoseok, para después bajarse de su novio y palmearlo unas veces en el trasero para que se levantara.

Ojos color sol [YoonSeok] (Única parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora