Año 13
10Ka, 50Ma.
Bajo Balgüim.—¡Estás despierto! —chilló Maya que no pudo contener la emoción.
—Resultas tan irritante, Maya Alonso —susurró Jasper con un toque distinto en la voz. ¿Alegría?, ¿alivio?, ¿diversión? Ella no estuvo segura porque el Príncipe de las Tinieblas rehuía de las emociones "positivas". Pero dedujo que era algo de eso, aunque se esforzara por ocultarlo.
—Sabía que el durillo haría su efecto.
—¿Durillo?
—¡Las flores! —indicó Maya—. Su aroma era perfecto para tu recuperación. —Amplió más la sonrisa, apretando su mano y la de Jasper a consecuencia.
Sus dedos seguían entrelazados.
Él posó los ojos allí, piel con piel en contacto directo y prohibido. Maya lo soltó enseguida, agarrando el paño que descansaba en sus muslos y bajando la cabeza. Hacía unos instantes la acción no había supuesto vergüenza, ¿por qué ahora sus mejillas ardían tanto?
—Yo...
—Creí haber sido claro la última vez que intercambiamos conversación —musitó Jasper, no en regaño, no en réplica. Solo lo dijo, bajo y quizás, avergonzado también.
«La última vez que intercambiamos conversación». La española bufó interiormente. Era una forma elegante de rememorarlo, porque la última vez ella le había curado las heridas, como ahora. No es que simplemente hubieran hablado como dos viejos amigos que se reúnen a tomar el té. Cobró valor para responder, aunque siguió apretando el paño.
—La última vez no llegaste inconsciente a Balgüim —alegó ante la mirada penetrante de Jasper ¿Acaso él no pestañeaba nunca?—. Tuve... mucho miedo. Yo, el sanador, tus súbditos... Pensamos que no despertarías nunca Jasper, pensamos que... —La voz se le quebró a mitad de oración. Tragó saliva para recuperar la compostura—. Hice lo que tenía que hacer. Estuve a tu lado durante tres días limpiando tu sangre y curando tus heridas, ayudando a tus alas rotas. Y sí, sostuve tu mano porque yo tenía esperanza que despertaras. Y lo has hecho.
El receptor acogió las palabras con placidez, no respondió nada.
«Qué novedad» bufó Maya interiormente.
Solo con una parte de su cerebro, una pequeña. La mayor parte de su cerebro estaba ansiando una respuesta, cualquier cosa. Jasper la miró largo y profundo, sin variación en ese rostro tan neutro que era como una máscara de hielo.
—Gracias.
Fue tan breve, tan conciso que se volvió efímero. La palabra flotó en el aire entre ellos dejando a una Maya incrédula y desconcertada. Él no sonreía, pero en sus pozos hondos y negros la joven vio... gratitud.
—No ha sido nada —contestó con lágrimas en los ojos. No sabía bien porqué tenía ganas de llorar, pero estaba tan feliz que su emoción la abarcó de un modo pleno y agradable.
«Me haces sentir cosas tan agradables, Jasper»
No obstante mantuvo silencio al respecto, no quería llegar al punto de irritarlo. Jasper siempre se andaba quejando que la desbordante positividad de Maya lo irritaba. Pero qué hacerle cuando él le suscitaba cosas tan positivas... ¿Sería que el príncipe asociaba la irritación que ella provocaba con sensaciones positivas y por eso se incomodaba? De seguro le sucedía igual que con el contacto físico. Una región de su oscura pero blandita alma se inclinaba a acoger dichas sensaciones y él se aterraba de lo nuevo que le estremecía el cuerpo.
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LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIA
Fantasy3️⃣ ⚜TERCER LIBRO DE LA SAGA LEGENDARIOS⚜ La belleza es poderosa, pero una buena dama conoce el peligro que se esconde detrás de la belleza. Y ahora el peligro es una bestia, convertida, forjada por el poder de las estrellas en algo que no era. Si a...