P.O.V Juliana Valdés
Jimena llevaba una semana en el hospital. La habían tenido que transportar de forma urgente debido a múltiples heridas producidas por algún objeto punzante. Los oficiales no me dejaron llegar a ella para poder sujetar su mano o acariciar su cabello. Por más que grité que se trataba de mi hermana, me mantuvieron lejos.
Yo la miraba junto a las otras presas, inmóvil y con un agudo y profundo dolor en el pecho. Un año atrás hubiese pensado que el dolor más horrible que había experimentado era la traición de Valentina. Pero no era así...había cosas peores...
Ver a Jimena...mi Jimena...en el suelo, inerte, fue como si me estuviesen sacando el corazón del pecho. Las lágrimas y los gritos fueron imposibles de contener. Comencé a sollozar; mi cuerpo se retorcía y mi pecho dolía de forma tan profunda que sentía que me ahogaba.
Me estaba ahogando de dolor al pensar que no volvería a ver a Jimena. La recordé jugando a las escondidas conmigo, corriendo junto a mi cuando hacíamos una travesura y mamá nos descubría. Recordé como me defendía en la escuela o delante de Jacobo.
Dolía.
Dolía de una forma agonizante.
Como si me estuviesen arrancando algún órgano vital. Se sentía como si estuviese perdiendo un pedazo de mi alma. Como si a la que hubiesen herido con algún cuchillo hubiese sido a mí y no a mi hermana.
-Cariño...- la voz de Macarena me sacó de mis pensamientos.
Me encontraba acostada en la cama de costado, de frente a la pared. Abrazaba la almohada de Jimena y lloraba en silencio. Había hecho lo mismo durante toda la semana. Ferres había permanecido a mi lado la mayor parte de tiempo. Acariciaba mi cabello o mi espalda y guardaba silencio. Las únicas veces que habló, fue para repetirme que mi hermana estaría bien.
Yo le agradecía eso. Aunque la conocía únicamente de hace un año y algunos meses, agradecía que me entendiese. Macarena había aprendido a consolarme; ella sabía que la mayor parte del tiempo lo menos que necesitaba eran palabras.
Nuevamente, como en los últimos siete días, los guardias no me obligaron a comer o a realizar mi tarea en la biblioteca. Elizabeth había conseguido que me dejasen tranquila. Siempre y cuando no buscase pleitos, podría hacer lo que desease.
Me acurruqué en la cama, doblando mis rodillas hasta que tocaron mi pecho y empujé mi rostro más profundamente sobre la almohada que seguía agarrando como si fuese mi ancla a la vida. El olor de Jimena estaba muy débil sobre el objeto, pero era lo único que tenía de ella. De mi Jimena...
-No estás sola, reina. - susurró Macarena, sentí su cuerpo pegándose al mío desde atrás, sus manos alrededor de mi cuerpo mientras ella imitaba mi posición.
-Hablé con tu amiga...Jimena está fuera de peligro. - susurró Ferres en mi oído.
Giré de inmediato, clavando mis ojos en los cafés de mi compañera de cuarto. No me importaba que mis ojos estuvieran rojos y ojerosos. No importaba que todo mi rostro fuese un desastre y que ella pudiese observar el desespero proyectándose en todo mi cuerpo. Las palabras que Ferres acababa de pronunciar eran las que había deseado escuchar durante toda la semana.
-Por favor dime que no estas mintiendo. - supliqué, ella extendió una mano para secar mis húmedas mejillas. Seguro estaba pálida y famélica.
-Ella está bien. Elizabeth dice que estará un mes en observación y probablemente un mes más en el hospital antes de regresar. - explicó Macarena.
La abracé, escondiendo mi rostro en su pecho. Ferres recibió el abrazo y besó mi cabello. El peso que había estado cargando sobre mis hombros en los últimos días comenzó a desvanecerse. Si Jimena estaba viva y a salvo todo estaría bien; podríamos arreglar cualquier otta situación que se presentase.
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Mimetismo (Juliantina AU)- Adaptación
FanficValentina Carvajal es policía en San Antonio. Un día le asignan la misión de infiltrarse en la mansión de los Valdés: una familia de mafiosos a los cuales jamás se les ha podido encontrar motivos para apresarles. Valentina encontrará el amor en la...