5. Flores amarillas

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Mira bien esos ojos: te caes dentro. Cuánto han debido ver y aprender. Cuánto han sufrido.
(Rosa Montero)


Dicen que no hay que juzgar un libro por su portada. El problema con esta frase es que muchas personas creen que aplica sólo para los lectores. Y claro que como lectores nunca debemos juzgar un libro únicamente por la portada, porque algunos libros basura vienen con portadas hermosamente llamativas que te enamoran al instante, pero que cuando los lees son una decepción; mientras que hay otras portadas discretas –y, hay que admitirlo, hasta feas– que esconden historias maravillosas que terminan convirtiéndose en tus favoritas y se quedan con tu corazón.

Pero no, esta frase habla de la vida en general, de la gente. Porque, ¿cuántas personas aparentemente "felices" con vidas "perfectas" terminan sus días llorando solos en sus habitaciones o acaban ellos mismos con esas vidas que claramente no eran perfectas? ¿Cuántas pasan el 99% de sus vidas en silencio, sólo observando, intentando pasar desapercibidas, y son tachadas de "aburridas", pero basta escucharlas ese 1% para descubrir que son fascinantes? ¿Cuántas son criticadas, incluso envidiadas, por ser "hermosas" mientras que esa vocecita en su cabeza les dice que son horribles y no se merecen nada bueno?

No, nadie sabe qué hay detrás de  esa fachada buena o mala. El corazón y el pensamiento que se esconde dentro del cuerpo que nos ha tocado en suerte a veces ni siquiera nosotros mismos lo terminamos de conocer. Pero las personas parecen creer que pueden hacerlo y no sólo eso, que lo hacen bien, que una mirada basta para descifrar a los demás.

Y Aidan era uno de esos libros que era fácilmente juzgado por todos, se creían con ese derecho. Porque, claro, andaba con uno y con otro "sin importarle los sentimientos de los demás". Y obviamente ni siquiera él tenía sentimientos, porque "si así fuera, buscaría una relación seria y no encuentros casuales de una noche o dos". Porque "míralo tan bien vestido y arreglado, es evidente que nada en dinero y su vida siempre ha sido fácil"; además, "debe ser muy superficial, sólo se fija en el aspecto de la gente".

Cuando nada de eso era cierto, él había intentado con todas sus fuerzas ser aceptado y amado, y como resultado aquel "Arturito" sólo sufrió de burlas y se vio obligado a cerrar su corazón. Le hicieron creer que no merecía nada más que esos encuentros fugaces y superficiales. Le hicieron creer que tenía que ser "guapo", exitoso y "agradable" para ser aceptado. Le hicieron convertirse en lo que hoy era y si bien no era infeliz con todo lo que había conseguido –tenía un nuevo nombre; una carrera terminada a temprana edad; un buen trabajo que iba en ascenso; padres que lo aceptaban como era, lo amaban y lo apoyaban siempre; y un montón de hombres a su disposición–, lo cierto es que todavía había un hueco en su corazón. Había un vacío, quizá desde que era niño lo tenía, que nada parecía llenar.

Y estaba harto del mal trato de su hermana, del resentimiento, de las miradas y las palabras llenas de odio que siempre le daba. Estaba cansado de ser juzgado, sin siquiera una oportunidad para defenderse. Que si andaba con muchos hombres, que si era el hijo favorito, que si era el amante de su jefe –aunque eso ya había terminado–, que si era un inconsciente que había arruinando la vida de un pobre chico con hafefobia y lo mejor que podía hacer era alejarse de él... ¡Uf!

Maldito Derek.

Aidan bajó del taxi y restregó su cara con sus manos antes de continuar su camino. Ni siquiera estaba seguro por qué seguía insistiendo con Derek. Sabía que no tenía nada que demostrar a nadie; él ya se había disculpado de corazón, lo había intentado, y si Derek no quería ni podía aceptar su disculpa, eso ya no era culpa de Aidan. Y, sin embargo, aquí estaba de nuevo.

Fearless Love (Amor sin miedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora