30. El querer

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Lucy agradeció el excelente tiempo que hacía aquel sábado por la mañana: el cielo estaba despejado y la luz del sol iluminaba el campo de quidditch. Los alumnos llevaban grandes sombreros, banderines, bufandas y caras pintadas con los colores de sus casas, formando una marea de gente con los colores de Gryffindor y de Ravenclaw.

Los ánimos en el equipo de Gryffindor estaban tensos. Con Harry castigado, Dean había tomado puesto como cazador, y Ginny se había pasado a buscadora. Estaba de los nervios; si bien ella era muy buena buscando la snitch, su verdadero punto fuerte era ir tras la quaffle. Pero los ánimos no decaían, en parte gracias a que Seamus acompañó al equipo hasta los vestuarios mientras daba voces y saltos, contagiando de energía a todos.

—¡Abanma y Dynker están de nuestro lado! —chilló en una ocasión a punto de llegar al campo, y Lucy se preguntó en qué momento se había aprendido el nombre del dios del sol—. ¡Vamos a darle una paliza a Ravenclaw!

—Seamus, cálmate —le pidió Neville entre risas.

—¡Vamos a aplastarlos! —gritó Dean también, y Jimmy se sumó a sus alaridos.

—Los vamos a dejar secos —aseguró Lucy en los vestuarios, una vez todos estuvieron listos. Se escuchaban los gritos de las gradas.

La tensión y la emoción estaban vigentes. Lucy echó un vistazo Ron, que, como siempre, parecía tener constantemente ganas de vomitar. Demelza y Katie trataban de respirar con tranquilidad, mientras que Ginny daba vueltas en silencio por la estancia. Dean parecía el más sereno, aunque evitaba mirar a Ginny a toda costa, y por su parte, Jimmy caminaba de un lado a otro murmurando para sí mismo que tenía que calmarse.

—Todavía tenemos diez minutos —dijo Lucy, que sentía un ligero tembleque en las rodillas—. Y, antes de nada, tenemos que decidir quién va a hacer de capitán. Harry no está, y alguien tiene que ocuparse de darle la mano al capitán de Ravenclaw, por lo menos.

Los miembros del equipo de se miraron entre ellos en silencio.

—Yo creo que debería ser Katie —opinó Demelza—. Es la que más tiempo lleva en el quipo, es lo justo.

—Pues yo creo que debería ser Ginny —repuso Katie, y Dean pareció tratar de aguantar una mueca.

—Yo desde luego no voy a ser —dijo Ron con voz grave, y de inmediato se levantó para ir corriendo al baño. Lucy pudo escuchar a su primo vomitar el desayuno.

—¡Yo creo que debería ser Lucy! —exclamó Jimmy, y rápidamente se sonrojó ante su propio entusiasmo—. Seguro que Harry lo hubiera querido así.

—De eso no estoy tan segura —replicó ella mirando a Ginny, que por fin dejó de caminar y respiró hondo.

—A mí me da igual —dijo—. Pero creo que Katie y Lucy son mejores opciones que yo.

—Pues entonces que sea Lucy —sentenció Katie—. A mí me da respeto. Es mucha responsabilidad...

—Lucy lo hará bien —asintió Dean, sonriendo ligeramente, y le giñó un ojo.

La pelirroja miró a todos los presentes, sintiendo un hormigueo en el pecho, y cuando Ron regresó por fin del baño, preguntó.

—Entonces, ¿os parece bien que yo estreche manos con el capitán de Ravenclaw?

Todos se miraron entre ellos y asintieron, conformes, y Lucy sonrió brevemente; que la hubieran elegido a ella le hacía mucha ilusión. Una vez repasaron todos los movimientos y estrategias que habían estado practicando, solo faltaba calmar los nervios y levantar el ánimo. Harry siempre lo conseguía a la primera, pero ante su ausencia, llegó un momento en el que todos se quedaron en silencio y miraron a Lucy. Entendiendo que le tocaba a ella hacerlo, Lucy trató de disimular el temblor de su rodilla derecha y respiró hondo.

Lucy Weasley y el Príncipe Mestizo ✔️ [Lucy Weasley IV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora