capítulo único.

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Suspiró cansado, el partido había terminado y para su suerte su equipo había ganado. En los últimos minutos logró hacerle un pase a Haaland haciendo así que este metiera un gol el cuál los desempato y llevó a la victoria. 

Estaba feliz tras haber salido victorioso de aquel partido, pero algo que podía quitarle toda la alegría era su director técnico, Pep Guardiola. 

Entró a los vestidores sosteniendo su camiseta toda sucia y llena de sudor, no le sorprendió escuchar las risas y voces de sus compañeros igual de felices por haber ganado. Sonrió ladino y se dirigió a su casillero buscando sus cosas. 

Pero una muy reconocida voz lo hizo tensarse, el director técnico había entrado para felicitar a los jugadores. 

Cómo siempre, al primero que felicitó fue a Erling, después a uno que otro de sus compañeros y finalmente le dirigió la palabra a él. 

—Julián, debiste darle un pase más preciso a Erling—Dijo en un tono rígido—, si él no hubiera tomado la pelota a tiempo, hubiéramos perdido. 

—Sí, discúlpeme.—Respondió de forma indirecta bajando su mirada en una notable decepción. 

Era lo mismo siempre, todo el crédito y felicitaciones iban para el rubio y para él solo quedaban los retos y correcciones. Lo odiaba demasiado, odiaba sentirse tan insuficiente al lado del noruego. 

Una mano sobre su hombro hizo que elevara la mirada nuevamente, Haaland le dedicó una sonrisa que demostraba apoyo y le dijo un simple "lo hiciste muy bien" para luego salir del lugar. 

Eso lo hizo sentirse un poco mejor, apreciaba y quería mucho al más alto, y no era culpa de él que Guardiola lo hiciera sentir tan insuficiente así. 


Entró a su departamento en cuanto pudo abrir la puerta, volvió a cerrarla tras de si y dejó su bolso junto con su campera en el sofá del living. Se sentó a un lado de todas las cosas y miró a un punto fijo en frente. 

No sintió cuando sus ojitos empezaron a llenarse de lágrimas y su nariz comenzó a picar y tornarse roja, largó un gran llanto permitiéndose desahogarse finalmente, pues se había estado aguantando las ganas de llorar durante todo el camino hasta su hogar. 

En medio de su llanto escuchó su celular vibrando dentro de su bolso, lo sacó de dónde estaba y sonrió al ver que era su novio llamandolo. Se secó las lágrimas lo más rápido que pudo y contestó. 

—Hola amor, ¿cómo estás? vi el partido hoy, cómo siempre vos fuiste mi jugador favorito.—Le dijo Enzo logrando sacarle una risita. 

—Estoy bien Eni, ¿y vos?—Sorbió su nariz sin darse cuenta, cosa que el morocho no dejó pasar por alto. 

—Juli, ¿estuviste llorando? 

—¿Ah? no no, para nada...solo estoy resfriado.—Intentó mentir, pero sabía cómo era el menor. 

—No te creo nada, fue por culpa del pelado hijo de puta aquel, ¿no? 

—Sí...volvió a recriminarme en vez de siquiera decime ¿bien hecho? Igual que siempre, no te preocupes. 

Lo que menos quería en esos momentos era recordar aquello, ya que hablar con su lindo novio siempre lo ponía de buen humor de nuevo. Además de que no quería cargarlo con sus problemas. 

—Más conchudo es el viejo puente de piojos ese.  

Álvarez empezó a reír por el apodo que el azabache le había puesto al hombre, no pensaba cagarlo a pedo porque el viejo se lo merecía. 

insuficiente | enzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora