Las semanas seguían pasando y mi relación con Luna se tornaba cada vez más seria, ella me platicaba sobre su familia y la vida que llevó con ellos: era hija única y sus padres habían fallecido quedando ella en manos de su tía, con quien mantenía contacto con poca frecuencia.
Y mientras más iba conociendo de Luna, ella más me iba preguntando sobre mi, así que tuve que mentirle en todo. Le conté que mis padres también habían fallecido, que también era hijo único y que no tenía ningún pariente vivo, lo que en teoría era cierto, pues al huir de casa, enterré mi pasado para ser solo yo en la vida.
Después de seis largos meses desde que había conocido a Luna, llegó nuestra primera pelea de pareja, si es que podríamos llamarnos pareja, pues yo ni le había pedido que fuese mi novia formal y nunca lo haría.
Era una noche de sábado y la luna llena brillaba como nunca lo había hecho, estábamos cenando en un restaurante que se encontraba a dos ciudades de la nuestra, un lujoso lugar en una pequeña villa rodeada de naturaleza, de cierta forma me recordaba a la cabaña de Leonardo.
Y lo más loco era que dormiriamos en un pequeño hotel cercano, que constaba de varias cabañas alrededor de un lago: una vista imperdible y un sueño hecho realidad para cualquier pareja de enamorados, excepto para mi, que solo pensaba en poner fin a mis románticos pensamientos y hacer con Luna lo que quería desde un principio.
Estábamos recibiendo el postre: una deliciosa tarta de coco con chocolate en un baño de oro, entre velas y música de piano, cuando el tema salió a flote.
—Sebastián...
Me encontraba perdido en el baile de la llama de cada vela que se situaba sobre la mesa, que parecían ir al compás de Claro de Luna que provenia de las teclas del piano que amenizaba la noche.
—Sebastián... —Luna llamó mi atención nuevamente y atendí en seguida.
—¿Qué sucede, mi bella Luna? — tomé su mano sobre la mesa para besar sus nudillos, acto que la hizo ruborizarse.
—Es que...
—Dímelo preciosa, lo que quieras. Es tuyo.
La vi a los ojos apreciando su belleza.
Por más enfermo que estuviera, sabía reconocer que Luna era hermosa, bellísima por dentro y por fuera, esa noche estaba usando un bonito vestido de noche en color champagne que la hacía ver realmente celestial.
Sabía que de mi brazo llevaba a una gran mujer, pues todo el mundo volteaba a vernos, era una lástima que ella no pudiese decir lo mismo de mi. Que, a pesar de ser un hombre en toda la extensión de la palabra, con todas las cualidades que muchas mujeres piden, jamás podría dejar mi doble vida a un lado solo para vivir la vida de casado con cualquier mujer, eso jamás.
«Yo era el sueño húmedo de las chicas de la ciudad y eso no lo cambiaría por nada, ni por nadie».
Ese pensamiento lo repetía constantemente cuando me atrapaba pensando en formar una familia con Luna. Y ya era costumbre sonreír ante tal declaración tan descarada por parte de mi consciencia.
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Luna
HorrorHistoria corta. Sebastián es un hombre sumamente atractivo, posee una belleza natural que hipnotiza a cualquier mujer que pasa a su lado, al ser consciente de ello hará uso de sus encantos para obtener lo que quiere, satisfaciendo su exquisito secre...