Octubre. Jueves 15. 19:30 horas.
El viento de otoño había llegado a Westminster, dejando caer las secas hojas de los álamos del parque Berkeley. Los abrigos largos se hacían presentes y el cielo de un jueves de 15 de Octubre donde el informe del tiempo presagiaba una lluvia con fuertes relámpagos.
Los últimos aviones llegaban al aeropuerto de Londres donde multitud de personas se lamentaban y quejaban sobre los vuelos cancelados, cambiados de hora y aplazados, pues el temporal se extendería hasta la tarde del sábado 17 donde se retomaría la actividad. Aunque estaba sujeta a cambios por razones climatológicas.
Sobre los pasillos de los andenes 45 y 46, se bajaba la multitud del vuelo US-26544 provenientes de la ciudad de Nueva York. Entre ellos un trio compuesto por 2 hombres y una mujer caminaban alegres entre los adoquines encerados del gran aeropuerto.
El sonido de tacones y ruedas de maletas espantaban la música ambiental que tocaban los parlantes del lugar. Tazas de café calientes junto con un croissant para cada uno de ellos fue pedido en un Starbucks dentro del aeropuerto.
Sentados el hambre los obligaba a realizar una parada antes de volver a sus hogares. Su jefe Oliver Smith un hombre de 42 años, había hecho una revolución en la empresa familiar, su labor de cambiar los ideales y objetivos dentro de los trabajadores y socios, hicieron que Two-Grace love una pequeña empresa de moda especializada en ropa interior femenina, innovara dentro de la competencia, haciendo que diera un salto potente en el 2012 donde sus productos empezaron a ser una exclusividad en el mercado, catalogándose como una de las empresas más grande de todo reino unido. Oliver un hombre de elegante con una patilla teñida de blanco con el paso de los años, su piel delicada, y su pelo negro que comenzaba a teñirse de cenizas le daba a su imagen una intriga y experiencia. Padre de 3 hijos cazado con un matrimonio de 20 años, es un hombre estresado pero feliz en el viejo continente. Sus ojos verdes logran ver con calma y paciencia el actuar de sus colegas de trabajo. Observaba como Sofía Williams, una joven de 29 años disfrutaba su café con desesperación, pues, el frío y el hambre atacaban su cuerpo. Soltaba su pelo rizado color carmesí, mientras lo masajeaba para que tomara oxigeno sus cabellos. Una sonrisa de satisfacción y relajo nacía en ella, mientras sus pómulos se enrojecían acompañados de sus labios teñidos de un rojo carmín. Contrastado con su maquillaje de delineo negro, que hacia resaltar esos fuertes ojos azules que lograban hipnotizar a cualquier hombre. Pues una mujer bella como Sofía Williams era una mujer perfecta, delicada y su piel era intocable. Pues no había hombre en este plano terrenal que le llamara la atención. Muy extrovertida, miraba como la boca de Víctor se abría de par en par, el bostezo de un hombre de pelo negro, de piel morena, ojos verdes con una barba delicada y muy cuidada, como si fuese el tesoro de un pirata o el juguete preferido de un niño. La mostraba con gran orgullo. Las últimas semanas Oliver le había exigido para que todo el proyecto que tendrían en el viaje a Nueva York fuese perfecto, y Víctor, siendo un hombre exigente, la palabra perfección era sinónimo de gran nombre, Víctor Jones. Sus ojeras bajo sus ojos reflejaban la perfección que buscaba durante semanas para el proyecto de presentarse en la revista People donde promocionaría la marca, junto con un desfile de modas que asistirían en esa misma ciudad, y esa misma semana.
-Gracias al cielo todo este calvario terminó. –exclamaba alegre.
-aún no termina, nos falta la última reunión de fin de mes, para presentar los balances trimestrales de las ventas de los meses de Julio, agosto y Septiembre. –Le recordaba Víctor a Sofía que aún había más trabajo que le esperaba por el resto de mes que le quedaba. Tomaba un sorbo de café, seguido de un trozo de Croissant.
-Este proyecto de la revista nos ha vuelto locos a todos, incluyéndote. Aún recuerdo cuando golpeaste la impresora del señor Murphy, por no imprimir el balance de ventas del mes pasado. –Sofía mostraba una sonrisa de alguien que no logra olvidar como una persona tan seria y calmada como Víctor lograba golpear como si fuese un primate aquel aparato.
Las risas de los tres era algo muy cotidiano entre ellos, pues a pesar que Oliver era su jefe, también era como un padre para esos dos jóvenes, pues la confianza y el conocimiento con el paso del tiempo forjó un buen equipo, al igual que una buena amistad.
Víctor, miraba como el humo del café nacía en aquel líquido, y se perdía en el espacio que había entre su mirada y la taza de café. Tamborileaba los dedos como un joven inquieto, jugueteando con ellos en la taza. Un tic muy evidente cuando se encontraba muy ansioso. No había visto a su pareja en un mes por culpa de sus responsabilidades laborales. Se había exigido más de la cuenta, pues el día de mañana cumpliría 5 años al lado de Harry Johnson el hombre había estado amando desde que entró a tercer año de la universidad.
Había adelantado mucho trabajo extra, que nadie, ni nunca, en los años que lleva la empresa funcionando habría hecho tal hazaña de dejar durante 1 mes anticipado, con las variables y balanceos hechos con anticipación para su trabajo de fin de mes. Habló con Oliver, para pedir sus primeras vacaciones en 3 años seguidos de trabajo, ya que para el sábado 17, saldría a comprar dos pasajes en avión a las islas Filipinas con Harry para ir de vacaciones, pues ya había tomado la decisión de proponerle matrimonio cuando cumplieran 5 años de pareja.
El tamborileo con los dedos llamó la atención de Sofía, quien lo miró con intriga. Levantó una ceja y le preguntó con una sonrisa maquiavélica.
-Y. ya compraste el anillo. Le preguntó rompiendo el silencio, mirándolo fijamente mientras le sonreía y masaba su lengua por sus labios.
El tamborileo paro al instante, y tomando un gran sorbo caliente, lo tragó como si una persona tomara whisky.
Dio un suspiro.
-si. Lo compré en Nueva York. De hecho me costó tres mil dólares. -Dijo con calma mientras le daba un mordisco a su croissant.
-Un momento Víctor. –dijo su Jefe mientras lo miraba con seriedad. – ¿En serio gastaste tres mil dólares en un anillo?
-Espera ¿Qué? –Exclamó confundida Sofía mientras intentaba tragar el croissant que quedaba atorado en su garganta. Tomo el resto de café que le quedaba para digerir el valor del anillo al igual que la impresión.
-¿Qué tiene? –preguntó serio.
-Son dos mil trecientas libras. –Dijo impresionada.
-Quiero darle un buen regalo. Harry es un Hombre increíble.
-Víctor, está bien que quieras demostrar tu afecto dándole un regalo tan especial como es proponer matrimonio a tu pareja. Es algo muy hermoso. Pero un Regalo de ese tamaño no se compara con tu interés, tu esfuerzo y tu sacrificio. –Dijo Oliver tomando su último sorbo de café. – Hazlo feliz, y tu estarás feliz. Lo demás son simplemente objetos con un valor en el mercado. Tus intenciones son lo que le da más valor emocional que solo tres mil dólares.
-Lo dice un hombre que tiene más de 30 millones de dólares en el banco de suiza, para ti es fácil decirlo. Se quejaba Sofía mientras se levantaba del asiento y tomaba su maleta y su bolso con documentos. Se acomodaba el abrigo largo de color damasco, terminando de ponerse sus guantes negros.
-Muchas gracias por el consejo. Sin embargo quiero que sea especial este regalo, quiero darme un gusto. Dijo Víctor, haciendo el mismo ejercicio, acomodó su grueso abrigo verde musgo, al igual que su bolso y maleta. Lo mismo hizo su jefe. Los tres partieron hacia la salida, tomando un taxi independiente que los llevaría rumbo a sus hogares.
La lluvia había comenzado a caer en la capital del Reino Unido. El Big ben lucía tétrico a lo lejos, las calles casi vacías, se lograba ver el palacio Buckingham imponente. Las inmensas calles de Londres eran un lugar mágico, siniestro y tétrico de noche, y muy sombrío cuando la lluvia se hacía presente, como la clásica neblina del año 1952, o cuando el terrorífico Jack asechaba en las calles. El vehículo pasaba por las calles del gran barrio de Trafalgar Square y Soho, un lugar común donde la noche bohemia es el lugar predilecto para el ciudadano londinense.
El contraste de edificios se vio interrumpido por casas y departamentos enormes con diseño gótico y barroco, era la señal que habían llegado a Westminster donde es conocida su icónica abadía al igual que uno de los emblemas más icónicos el Big ben daba las 9 de la noche en punto con sus campanada estruendosa. Aun con la ruidosa lluvia el coloso reloj le indicaba a sus ciudadanos que otra hora más había quedado en el pasado, una hora que sería la más cruel y larga en la vida de Víctor Jones.
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Un Amor, Una venganza Y Un Café.
RomanceVíctor regresaba de un largo viaje de trabajo, encontrándose con Harry siendo infiel durante un mes con un chico llamado John. Sin embargo el luto de amor de Víctor se verá interrumpida por la perdida de Harry quien en un ataque de arrepentimiento s...