Capítulo 43

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Capítulo 43



Otro amanecer tardío era equivalente a una noche valiosa. La luz se colaba por la ventana, posándose en el suelo de parqué, en las arrugas de las sábanas, en sus cuerpos dormidos. Proporcionaba un calor delicioso y cómodo para ese cercano invierno. Se escuchaba el ruido de la calle, los coches, los pájaros y el viento traía las voces de los niños jugando en el parque. 

Ambos estaban sumidos en un profundo sueño. NaSeol se enroscaba en su almohada, con el brazo extendido fuera de la cama, y YoonGi la abrazaba a ella, reposando su frente en su espalda, en el espacio entre los dos omoplatos.

Sus párpados temblando y su mente creando una escena.

En lo alto de una pradera había una casa de piedra con retoques de madera, con hiedra que escalaba por las paredes y rosales espinosos. Era pequeña y antigua, con techos vencidos por el peso de las lluvias y margaritas recién florecidas en el alfeizar de las ventanas abiertas.

Le recordaba a la casa que había pintado en ese cuadro en su despedida de soltero, la casa de verano que solían visitar cuando era un niño. ¿Hacía cuánto de eso? Ya ni se acordaba de la última vez que estuvo allí. Posiblemente hacía dos décadas. Lo más probable era que la casa ya habría dejado de existir. Alguien la habría derribado o la vejez lo había hecho.

La solitaria casa estaba junto a un alto acantilado, rodeado de espesa y alta hierba que le llegaba casi a las rodillas. Le maravillaba la manera en la que el horizonte se dividía entre el agua y el cielo. Los dos azules, los dos serenos. A veces, en el punto limítrofe, una sombra negra en forma de barco cruzaba de derecha a izquierda.

Cuando era un niño, recordaba, los señalaba con el dedo hasta que este estaban lo suficientemente lejos o hasta que se cansaba y su interés recaía en otra cosa.

Todavía quedaban unas horas para que el sol terminara de bajar y vislumbró a lo lejos tres figuras observando el paisaje. Una de ellas era grande y las otras dos pequeñas: dos niños. La más alta llevaba un vestido que se agitaba con el viento. Con una mano, se sujetaba el sombrero para que no saliera volando.

YoonGi tenía curiosidad por saber quién era, así que se acercó. Creyó que era su madre, y los dos niños su hermana y él; pronto se dio cuenta de que se equivocaba.

La sombra con vestido era NaSeol y las sombras pequeñas eran dos niños que él no conocía. Cuanto más se acercaba, más podía distinguir las figuras de las personas, el color de sus cabellos, sus pieles, su ropa. No eran sus sobrinos.

La niña era muy parecida a su madre, pero el niño tenía los mismos ojos y la misma nariz que él. Cuando le vieron, los tres le sonrieron. Estaban esperándole. Entonces vio en la sonrisa de la niña una réplica de la de NaSeol. Y no supo por qué, pero el también les devolvió el gesto.

Sin poder controlarse, se agachó para aupar en brazos a la niña. 

Lo siguiente que hizo fue besarle la mejilla a NaSeol. 

Aunque nadie se lo dijo, aunque el sueño fuera como cine mudo, descubrió que NaSeol era su esposa y esos dos niños sus hijos. Un cosquilleo se expandió por su estómago, pero no le desagradó.

A decir verdad, le produjo una rara felicidad; como si hubiera alcanzado a tener algo que nunca creyó poder tener. Algo imposible. No se parecía a la sensación de estar con sus sobrinos. Era diferente. Más íntimo. Más suyo.

Era la primera vez que YoonGi pensó en lo que sería tener una familia. Formar una.

De pronto, una mariposa batió las alas alrededor de ellos, y su hijo abrió un cuaderno de anillas que llevaba en su bandolera y señaló una y otra vez al dibujo de una mariposa monarca que él había dibujado en su tiempo libre. YoonGi le felicitó, le agitó el cabello hasta despeinárselo y le explicó a su hija de forma muy simple y breve sobre la metamorfosis de las mariposas.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora