epílogo

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En un barrio de Tokyo, un bonito barrio las calles son tranquilas, varias tienditas abren temprano esperando la llegada de los clientes. En una de las casas, vive una familia de cuatro integrantes, la casa era mediana, constaba de 3 habitaciones independientes con baño personal, una cocina, un comedor y un hermoso jardín lleno de coloridas flores.

En la habitación del segundo piso la puerta de la izquierda, era el dormitorio de las hijas de esa familia. Actualmente la mayor estaba tratando de despertar a su hermana menor para ir a la escuela. Las dos tenían 9 años y iban a último año de primaria.

—¡Akira, Akira!—. Llamo la niña de cabellos castaño oscuro, moviendo el cuerpo de su hermana.

La otra niña se despertó a duras penas, sentandose en la cama y bostezando. Era una chica difícil de sacar de la cama.

—Aiko nee ya estoy despierta—. Bostezo con lagrimitas en los ojos, aún se veía medio dormida.

—Ay Akira...—. nego con la cabeza suspirando— ¡Vamos a llegar tarde así que prepárate!—. Le señala el reloj, mientras con la otra mano verifica que todo está bien con su uniforme.

Akira salió de la cama para ir al baño y prepararse, Aiko no la espero. Bajo al primer piso para desayunar, iban tarde. Ya le había dicho a Akira que debían despertarse temprano, pero su perezosa hermana siempre se levanta tarde.

—¡Hola mamá!—. Saludo con una sonrisa mientras se sentaba y esperaba que le sirviera el desayuno.

Su madre una mujer de cabellos rosados le sonrió, dejándole el plato de desayuno que era un pan con huevo frito y tocino. Su favorito, a diferencia de su hermana que le gustaba el pan con mermelada de fresa.

—¿Y Akira?—. Pregunto mirando a las escaleras— ¿Otra vez se despertó tarde?—. A pesar de la pregunta no hubo reproche o molestia en su voz.

—Sí, otra vez lo hizo ya no entiendo cómo puede seguir así—. Mordió el pan haciendo pucheros, nunca entenderá ese hábito extraño de su hermana dormilona.

Su madre le sonrió, sus hijas eran diferentes a pesar de ser gemelas. Quizás el término sería mellizas, el único punto de parecido que tenían era un pequeño lunar debajo de su ojo izquierdo. Estando ella en sus divagaciones, Akira por fin bajo, agarrando el desayuno y saludando con prisa.

—¡Buenos días mamá!—. Saludo comiendo con prisa el pan, casi se atragantó por lo que tomó con prisa el agua.

—¡Buenos días cariño!—. Le saludo acariciando sus cabellos rosados igualito al de ella.

Ambas hijas abrazaron a su madre, besando a la vez sus mejillas. Se despidieron con prisa, poniéndose lo zapatos en el proceso se toparon con su padre que venía de la habitación en pijama.

—¡Buenos días padre!—. Dijeron al mismo tiempo ambas gemelas.

—¡Buenos días niñas!—. Saludo besando la frente a las dos, mirando el reloj le comenta— chicas creo que deben darse prisa, llegarán tarde

Las dos se asustaron, terminando de prepararse, tomando sus mochilas. Su madre apareció justo a tiempo para darle el almuerzo que casi olvidan. Una vez con todo listo hacen carrera a la escuela, no querían llegar tarde para nada del mundo.

—Han crecido mucho—. Sonrió el hombre abrazando de la cintura a la mujer.

—Lo sé, Kazuki kun antes eran unas cositas pequeñitas y ahora pueden caminar también hablar—. Suspiro nostálgica, el tiempo si que pasaba muy rápido

Los dos observaron las fotos, desde bebés hasta su edad actual sus hijas crecieron mucho. Mirando las fotos pensaron que eran muy afortunados, tomaron la decisión correcta, en el momento correcto y el lugar indicado. Otome agarro la foto de sus gemelas cuando eran unas recién nacidos.

—Kazuki kun...—. deja la foto en el mueve y mira a su esposo— deberíamos preparar las cámaras—. Le sonríe un poco misteriosa.

Kazuki la ve confundido, no lograba captar lo que le quería decir. Otome con una risita, tomó la mano de Kazuki y la puso en su vientre mientras no dejaba de sonreír. Kazuki tardo unos minutos en entenderlo, hasta que por fin lo hizo.

—¿Estás segura?—. Le pregunto emocionado.

—me hice la prueba temprano y la repetí dos veces—. Lo abraza besando su mejilla— estoy más que segura

Kazuki corresponde el abrazo, se sentía muy feliz, emocionado. Su familia crecería eso era algo que celebrar, mirando a su esposa pensó que era afortunado se felicitó por no ser un cobarde sino todo hubiera sido diferente.

—Otome se que siempre me escuchas decirlo pero—. Acaricia su mejilla mirandole a sus pupilas azules— te amo—. La beso en los labios con suavidad y absoluto amor.

Otome corresponde el beso con el mismo amor, no importa si Kazuki se lo dice mil veces. Aún le gustaba oírlo, también le gustaba decir que lo amaba. Ambos se amaban, amaban a sus hijos y siempre lo harán. Agradecían todos los obstáculos, su vínculo se hizo más fuerte y agradecían no darse por vencidos con ambos.

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¡Y oficialmente está historia está terminada!, ¡Muchas felicidades a todos por acompañarme hasta aquí. Agradezco todo el apoyo que me dieron.

Un agradecimiento a mis amigos, por animarme, por ayudarme y por siempre estar ahí ¡Los amo chicos!.

Agradezco a los lectores, por leer esta historia, por darle una oportunidad y por animarme con sus votos y comentarios.

Sobre todo, agradezco a mi misma por no rendirme ni dejar esto a medias. Fue duro, demoró pero logré terminar esta historia.

¡Muchas gracias a todos!, Con esto nos despedimos de Camino Diferente.

Camino Diferente #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora