Estaba terminando de limpiar las últimas mesas del bar después de un día de partido, era el doble de trabajo puesto que todos los aficionados al fútbol americano no salían del bar.
Me quedaba una única mesa por limpiar cuando escuché un ruido proveniente de la cocina, no había nadie más en el bar, todos los clientes se habían ido hace media hora y mi jefe hoy no había venido.
Decido ir a ver quien es, no sin antes llevar conmigo el bate que suele estar en una vitrina encima de la barra, quien sabe que o quién podría haber entrado por la puerta de atrás. Decidida empiezo a caminar hasta la cocina, cuando repente al abrir la puerta veo una sombra. Era una sombra alta.
Sin miedo, abro la puerta con la intención de golpear al desconocido. Hasta que este se da la vuelta dejando ver su rostro. Era un chico castaño, con sus característicos ojos marrón clarito y ese pelo alborotado. Suspiro soltando el bate y entro.
-¿Que haces aquí, idiota? Podría haberte golpeado con el bate.—Señalo con obviedad el bate que tenía en la mano.
Axel, mi mejor amigo. Iba vestido con la típica camiseta blanca con un dibujo en la parte izquierda del pecho, y pantalones vaqueros anchos de color azul.
-No puedes matar ni a una mosca, vas a matar a alguien con eso.-Se ríe al ver las intenciones que tenía, pero antes de seguirle la broma, me doy cuenta del pequeño corte que tiene en el labio y otro en la ceja.
-Dios mío Axel, ¿que coño has hecho esta vez?.—Me acerco con cuidado a el, inspeccionándolo.
Esté simplemente rueda los ojos, no tenia intenciones de hablar.
-Axel.—Le cojo de la mandíbula para que me mirara directamente a los ojos.-¿Que ha pasado?.
Se lo dije sería, sabía que mi mejor amigo no era el ejemplo de persona perfecta, ni mucho menos, pero ya era la cuarta pelea que tenía esta semana y según el, nunca era por su culpa.
-Esta vez no ha sido por mi culpa.—Dice el castaño zafándose de mi agarre.
-Nunca es por tu culpa, ¿recuerdas la pelea de hace dos dias? ¿No fue tu culpa?.—Lo mire ya cabreada, no me gustaba que se metiera en tantas peleas, aunque ganara la mayoría.
-Liv.—Se acercó a mi y me agarró la cara con ambas manos.-Estoy bien ¿vale? no hagas de madre conmigo.
Yo solamente suspiró y me aparto para buscar algo con lo que curarle esas heridas. Cada que tenía una pelea siempre era yo quien le curaba, era yo quien se preocupaba por él y el siempre volvía a pelearse.
-Ven aquí y deja que te cure esas heridas.—El me hace caso y se sienta en uno de los taburetes mientras yo le iba curando.-¿Me dirás esta vez que es lo que realmente ha pasado? Sin mentiras.
-Simplemente me cobre unos favores, el tío me debía pasta y había estado evitándome por días. Le había dejado un par de avisos, y el seguía evadiendo el tema así que al final tuve que hacer lo que hice.—Se encogió de hombros y yo simplemente rodé los ojos.-Au! Ten cuidado Liv, dios.—Se quejó el castaño.
-No vuelvas a meterte en peleas y no tendré que curarte por decimocuarta vez.
-¿Has cenado?.—Me preguntó el castaño cuando salíamos de la cocina.
-Apenas he tenido tiempo para ir al baño imagínate para comer.—Dije guardando todo para cerrar ya el bar, mañana era domingo por lo que no tendría que ir a trabajar.
-Perfecto, te invito a cenar. Que prefieres ¿Hamburguesa o Pizza?.
-Hamburguesa, la pregunta ofende castaño.—Dije cerrando ya el bar.
Era verano, por lo que no hacía casi nada de frío en las calles y lo agradecía.
-Pues no se diga más.—Dijo y rápidamente puso su mano por encima de mis hombros para seguir hablando animadamente mientras íbamos de camino a por comida basura.
Vivíamos en el lado sur de Chicago por lo que comer comida basura casi siempre era la opción más viable ya que apenas podíamos pagarnos un taxi. Nos buscábamos la vida para conseguir dinero o alimentos. Yo siempre iba por el camino legal pero Axel era todo lo contrario a mi, ya que según el, la palabra legal no entraba en su vocabulario.
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without time
Teen FictionLa vida nunca me trato bien. Nunca nadie evito el bulliyng constante que recibía. Nadie parecía entenderme. La sonrisa que tenia ocultaba cosas. La felicidad que transmitía todas las noches se transformaba en ira o tristeza. La vida no tenia rum...