Alec
—¿Por qué me meto en esto? Porque soy el amo y señor sobre este lugar y ninguna miserable alma como la tuya respira sin mi consentimiento, ¿y sabes por qué más? Porque no me gusta que se metan con mi novia. ¿No es cierto, Bri?
Por supuesto.
Por supuesto que unas palabras de tal magnitud tenían el poder de detener el tiempo y de impactar a todos como un arma masiva de demolición, porque eso pareció ser lo que pasó, en el momento en el que todos permanecieron pasmados.
Una sonrisa de suficiencia se dibujó en mis labios y un sonido ahogado, entre la mezcla de un gemido y un chillido demasiado, desesperado para ser de Brianna, brotó de los labios de alguna de las otras tres personas en aquella mesa.
Mientras crecía, aprendí dos grandes lecciones. La primera, era que todas las personas a mi alrededor servían para un propósito, que eran solo un conjunto de cartas en mi castillo de naipes, y la segunda, que pasara lo que pasara; hiciera lo que hiciera, debía mirar todo desde todos los ángulos posibles para no dar pasos en falsos y esperar por anticipación cualquier resultado de lo que pudiese ocasionar.
Eso me había hecho sabio a una corta edad, por lo menos más sabio que la mayoría de los adolescentes.
Por eso, rápidamente entendí, que la mejor opción que tenía era hacerle creer a todos que estaba jugando su juego.
Como había pasado con Ethan y el mensaje de texto que me había enviado para no perderme del show.
En mi poca convivencia con él y por sentido común, había sido consciente que alguien como Ethan Jackson, solo tenía una motivación: desatar el caos. Porque nada más y nada menos que alguien como él vivía por la absurda necesidad de ver el mundo arder para su conveniencia.
El día anterior, este con facilidad pudo haber creído que me había estado manipulando para que besara a Brianna con su insistente instigación, pero la verdad, era que su movimiento solo me había dado impulso para continuar con mi plan; exponernos a los dos y llegar a mi objetivo.
Acorralar a la chica que justo en ese instante me estaba mirando con ojos de ciervo asustado.
—¿Te quedarás sin decir nada? —La supuesta amiga de Brianna inquirió con desdén, aquel efecto hizo que cortara mi hilo de pensamientos para regresarme a la realidad.
—Yo...
—¿Tú qué? —Valentina la detuvo abruptamente, interrumpiendo la declaración de que estaba a punto de soltar. No hubo espacio para nada, solo prisa. Pude percibir como Bri miraba a los lados buscando ayuda de forma silenciosa de alguno de los presentes, pero terminó fallando en el intento, ya que ninguno de ellos estaba listo para aquella clase de golpe—. ¿Tú qué? Tu solo me has visto la cara de estúpida todo este tiempo, por eso dejabas que Aleksandra te tratara como su perro faldero ¿eh? Porque como la zorra calculadora que eres siempre tuviste un objetivo.
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Psicosis: bajos instintos
Teen FictionUna chica sumisa dispuesta a complacer. El chico más peligroso del internado queriendo saber hasta dónde pueden llegar.