Capítulo 2

520 84 2
                                    

Sus compañeros aplaudieron encantados con la idea de que Lee Jeno hiciera acto de presencia en la clase después de años junto a él.

—Primer día y ya te haces amigo del señor Jeno. Sin duda alguna eres extraño, Huang Renjun —dijo el profesor mientras aplaudía por semejante hazaña.

—¿Qué? ¿Acaso es difícil? —preguntó divertido, volviendo a caminar a su asiento, siendo seguido por Jeno.

El rubio estaba algo perdido, no entendía por qué le hacía caso al lindo chico. No estaba acostumbrado a seguir a nadie, pero ahí estaba detrás del más bajito como si fuera un pollito detrás de mamá gallina.

El profesor Ten comenzó con la clase y todo el mundo, menos Renjun comenzaron a anotar las cosas del pizarrón. Jeno desvió la mirada del profesor para mirar por un segundo lo que hacía su compañero.

—¿Te gusta? —le preguntó el pelinegro en un susurro. Jeno miró al chico directo a los ojos y sintió cálidas las mejillas. Asintió sin poder hablar y volvió su atención al profesor, rezando por no enfermarse por la aparente fiebre que tenía.

Cuando finalizó la clase Renjun se levantó de su asiento y les pidió que lo imitaran para despedirse. Jeno lo hizo de inmediato, dándole una pequeña reverencia al profesor.

Estaba completamente perdido.

—Oye eres un líder nato, Huang —le dijo el chico que estaba del otro lado, Jeno estaba seguro de que había oído a su compañero llamarlo Seungmin.

Renjun suspiró y negó. —Llevo toda mi vida siendo el presidente de la clase solo por mi belleza. Debieron escoger a Jeno, estoy seguro de que lo haría genial —miró a su compañero y le enseñó el pulgar.

Los demás se miraron entre ellos sin poder aportar al cumplido de su amigo. —Al menos no estás solo, ya que arrastraste al pobre Jeno a ser tu esclavo —dijo el chico que había anotado los nombres en el pizarrón, el rubio supuso que era Jaemin (en realidad era Haechan).

—¿Qué acaso eres inmune a estas cosas? —le preguntó Renjun directamente a Jeno quien volvió a sentir sus mejillas cálidas. Cuando iba a responder, el chico del lado del supuesto Jaemin lo interrumpió.

Esta vez, sí habló Jaemin. —Por supuesto, él es nuestro intocable. Los señoritos que vienen llegando no deberían arrastrarlo a cosas que lo disgustan —Jeno frunció el ceño y se levantó de su asiento. No dijo nada y solo se marchó del salón hacia su lugar escondido entre medio de las flores que tenía la profesora de jardinería.

Estuvo diez minutos en paz hasta que las chicas del club de jardinería lo atraparon. —Lo sentimos, Jeno. Debemos regar, puedes venir después del otro receso —le aseguraron. El rubio no tenía idea de quienes eran, pero asintió a lo dicho y se marchó hacia la cafetería para comprar algo de comida.

Como le daba pereza esperar en la fila, caminó hacia la máquina expendedora para comprar alguna galleta.

—Lamento si te incomodé, Jeno —esa voz de alguna manera le parecía conocida. El rubio se volteó hacia la izquierda donde Renjun lo miraba desde abajo con una expresión triste, a Jeno no le gustaba esa expresión.

—Estoy bien, no te preocupes —le aseguró, tratando de sonreír.

Renjun sonrió encantado. —¿De verdad? Por suerte, no quisiera que estuvieras molesto conmigo siendo que somos compañeros de asiento. Ten, te doy mis galletas, de la amistad —ofreció todas sus galletas sin abrir y sujetó su mano con suavidad—, es un pacto entre amigos. Nos vemos, espero que te gusten las galletas, yo las preparé —susurró lo último, moviendo su mano en despedida.

Compañeros de asientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora